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Ana Isabel Fernández Escuredo, nutricionista: «Los niños no tienen que comer mucho, pero sí probar de todo» (I)

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Lucia

En opinión de la nutricionista española Ana Isabel Fernández Escuredo, que se ha especializado en el diseño de menú para escuelas infantiles, hay que respetar el tiempo para comer que requieren los pequeños, quienes deben disfrutar del sabor de los alimentos, sin por ello comer mucho. La Voz de Galicia habló con ella.
— No hay mejor momento para empezar a marcar hábitos saludables como en los primeros años.
Los niños aprenden por imitación y por emociones. Las repeticiones les ayudan mucho. Lo importante es rodearlos, tanto en su ambiente en la escuela infantil como en el de casa, de un hogar saludable. Siempre buscando ese punto medio: no hay alimentos muy buenos ni alimentos muy malos. No hay blanco ni negro, hay un arcoíris.
— ¿Cómo tendría que ser el menú de un niño de 0 a 3 años?
Entre los nueve y los diez meses ya habrá tenido que comer con trozos.
Pero a partir del año no puede faltar en ningún momento en ninguna comida verdura cocida y/o fresca. Y digo cocida y/o fresca porque hay personas que consideran que si el niño come verdura cocida ya no puede comer verdura fresca, por ejemplo. Pero lo cierto es que sí pueden coexistir. Se recomienda que coman una ración de verdura cocida, una ración de verdura fresca y mínimo tres raciones de fruta al día. La alimentación tiene que ser pautada por el niño. Él decide la cantidad que tiene que comer y la escuela decide la calidad que va a tener. Pero hay que respetarle cuando él decide dejar de comer. Los niños nacen con un sentido innato para saber cuánto tienen que comer y, alcanzado ese punto de plenitud, es importante respetarlos para que en un futuro no tengan problemas.
— Habla de cantidad y de calidad. ¿A qué se refiere?
Imagínate que una escuela tiene pautados brécol y coliflor, pero que al no tenerlos porque no es un producto de cercanía, que es lo que se busca en estos menús, pone otra verdura. En realidad, lo que se plantea es que el alimento siempre sea de proximidad, pero que luego se decida, de entre lo que haya, la calidad que se vaya a poner. Lo principal es que el plato esté lleno de productos altamente interesantes. Las escuelas tienen permiso para introducir otro alimento de cercanía que sea nutritivo, satisfactorio y seguro. Esto es un plan orientativo.
— Las verduras y las frutas tienen que estar presentes todos los días.
¿Es complicado que los niños las coman?
A estas edades están como en una fase de ir descubriendo. Todo les va a llamar la atención. Recuerdo un niño que después de haber pasado por la escuela infantil y que estaba a punto de cumplir cuatro años, decía:
«¿Dónde están mis verduritas?». Comienzan con poca cantidad y al final van comiendo más, y más variado. Esa exposición constante es clave.
— ¿Algún truco?
Yo creo que la cocina con amor y sin prisas ayuda mucho. Y luego la actitud de los que están al lado es muy importante. Siempre digo que si uno cree que se lo va a comer, termina comiéndoselo. Los niños no tienen que comer mucha cantidad, pero sí probar de todo. Que cuando un padre vaya a recoger a su hijo a la escuela infantil la pregunta no sea:
«¿Terminó el plato?», sino: «¿Probó de todo?». Y si lo ha hecho, ese es el objetivo. Suele ocurrir que no es que no quieran verduras, sino que no quieren tanta cantidad. Esperamos que coman lo mismo que un adulto, y los niños comen muchísimo menos que nosotros.
Photo: © Marco Verch / Flickr

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