
La importancia de los primeros cinco años en la educación infantil
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El especialista en educación José Víctor Orón, responsable del proyecto Acompañando el Crecimiento, ha presentado recientemente su libro "La cuna de la humanidad", en el que profundiza en la relevancia de la etapa de 0 a 5 años para la formación integral de la persona. Su análisis destaca la importancia de esta etapa como el periodo en el que se sientan las bases de la identidad, las relaciones con los demás y la comprensión del mundo.
Orón sostiene en Alfa & Omega que los primeros cinco años de vida son cruciales para el desarrollo humano. “Suelo decir a los educadores que cuando reciben en su centro a un niño de 6 años, ese niño ya es viejo”, afirmó. Según su planteamiento, en esta etapa los niños adquieren aprendizajes y respuestas emocionales que determinan, de manera profunda, su desarrollo posterior. Es aquí donde comienzan a dar forma a las respuestas a preguntas fundamentales como “¿Quién soy yo?”, “¿Quién es el otro?” y “¿Qué es este mundo?”.
Aunque reconoce que siempre existe margen para introducir cambios y crecer, subraya que los primeros años son la base sobre la que se construye todo lo demás.
En un mundo lleno de información educativa y con un modelo predominante centrado en competencias, Orón insiste en que lo esencial es entender que educar no se limita a transmitir conocimientos. “Educar no es solo un proceso de transmisión de conocimientos desde el educador al educando, sino una relación en la que ambas partes crecen y aprenden”, explicó.
Para el autor, un maestro que enseña sin transformarse personalmente apenas capacita al estudiante en un nivel superficial. En contraste, una educación integral implica un proceso transformador que afecta tanto al educador como al niño.
Crítica al modelo centrado en competencias
Orón cuestiona el enfoque educativo basado exclusivamente en competencias, que predomina en muchos sistemas educativos, incluidos el español. Según este modelo, la educación se reduce a capacitar a los estudiantes para ser eficientes, útiles y rentables, enfocándose en habilidades específicas para el mundo laboral. Sin embargo, este enfoque genera una visión limitada del ser humano, centrada en la eficiencia y en una rivalidad nociva que fomenta la competencia en lugar de la colaboración.
“El ejercicio profesional está al servicio de la sociedad”, señaló Orón, quien propone que el modelo educativo incorpore experiencias que mejoren las relaciones humanas y no se limite a preparar a los niños para el rendimiento.
En relación con los niños de 0 a 5 años, Orón advierte sobre una visión reduccionista de esta etapa, que a menudo se enfoca en dirigirlos con estímulos y recompensas sociales, evitando la frustración a toda costa.
Este enfoque, según explica, puede degenerar en una manipulación afectiva que convierte a los niños en dependientes de la aprobación externa.
“Muchas veces se les dirige con rutinas para que hagan lo que queremos, al igual que se hace con las mascotas”, afirmó. Este enfoque no reconoce la profundidad de la etapa infantil ni su potencial para intervenciones educativas significativas.
Una propuesta para acompañar el desarrollo infantil
Orón propone educar desde la asimetría emocional entre adultos y niños, permitiendo que esta diferencia fomente el crecimiento del menor.
También subraya la importancia del diálogo, no como una mera transmisión de información, sino como un espacio para escuchar lo que el niño expresa desde su interior.
Además, destaca la relevancia del juego conjunto entre adultos y niños como una forma de transformar la realidad a través de la interacción compartida. Este enfoque, según Orón, permite construir una relación educativa que fomenta un desarrollo más pleno y consciente durante los primeros años de vida.
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