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El difícil paso de la infancia a la adolescencia, según la pedagoga Ana Roa

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Lucia

Todos sabemos cómo cambian (y como cambiamos nosotros mismos) los niños al llegar a la adolescencia. En su último libro, «Educación, ¿talla única?», Ana Roa, pedagoga, profesora y especialista en Educación Infantil, asegura que no es posible proteger a los niños de los altibajos que puedan surgir en cualquier momento, pero sí criarles con esta capacidad de hacer frente a las adversidades para transformarlas en experiencias positivas. «La resiliencia le proporcionará a los pequeños las herramientas necesarias para responder a los retos de la adolescencia y del inicio de la etapa adulta y así vivir de manera satisfactoria y plena a lo largo de la vida adulta», dice la autora a ABC.
Añade que «la fortaleza emocional o del corazón implica generar emociones positivas, niveles altos de optimismo y gestionar las emociones negativas. Un componente básico de la resiliencia es “creer en uno mismo”, confiar en nuestras fortalezas para afrontar los desafíos.
Es muy importante porque potencia la motivación, calma la ansiedad y regula el estrés. Además, ayuda a los niños a darse cuenta de cómo se sienten y expresarlo de forma adecuada, les enseña a conectarse con sus emociones, sus capacidades, sus intereses, sus posibilidades y sus recursos y, sobre todo, a mantener el ánimo y el optimismo frente a la adversidad».
Para lograr este objetivo, la autora ofrece una serie de consejos que, siguiendo las pautas de la Asociación Americana de Psicología, ayudarán a reforzar la resiliencia dentro de la familia:
—Establecer relaciones: enseñar a los hijos a hacer amigos, la capacidad de sentir empatía o el dolor del otro. Se debe desarrollar una red familiar fuerte para respaldar a los hijos ante las desilusiones y heridas inevitables.
—Ayudar a los hijos inculcando que ayuden a otros. Se debe animarles a realizar trabajos voluntarios apropiados a su edad, o pedirles ayuda con alguna tarea que ellos puedan realizar.
—Mantener una rutina diaria. Respetar una rutina puede ser reconfortante para los niños. Hay que motivarles a que desarrollen las suyas propias.
—Tomarse un descanso. Preocuparse constantemente puede resultar contraproducente. Se debe enseñar a los niños cómo concentrarse en algo distinto a lo que les preocupa.
—Saber cuidarse de sí mismo. La importancia de darse tiempo para comer como es debido, hacer ejercicio, descansar...
—Avanzar hacia sus metas. Enseñar a nuestros hijos metas razonables y después avanzar para alcanzarlas.
—Alimentar una autoestima positiva. Los desafíos pasados ayudan a desarrollar la fortaleza para manejar desafíos futuros. Hay que enseñarles a tomar la vida con humor y la capacidad de reirse de sí mismos.
—Mantener las cosas en perspectiva y con una actitud positiva. De esta forma se darán cuenta de las cosas buenas de la vida, lo que les ayudará a seguir adelante en los momentos más difíciles.
—Buscar oportunidades para el autodescubrimiento. Los peores momentos son en muchas ocasiones los mejores instantes para que aprendan más sobre sí mismos.
—Aceptar que el cambio es parte de la vida. Ayudar a los hijos a ver que el cambio forma parte de la vida y que se puede reemplazar con nuevas metas.
Photo: © Ana Rosa / Círculo Rojo

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