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¿Es tu niña o niño altamente sensible?

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Lucia

Un niño altamente sensible es aquel que percibe de manera intensa los estímulos sensoriales y emocionales del entorno. Esto significa que pueden sentir con mayor profundidad los sonidos, olores, texturas, sabores y sentimientos de las personas que les rodean. A menudo, los niños altamente sensibles también son más conscientes de las subtilezas y detalles en su entorno y pueden ser más reflexivos e introspectivos.

Bebés o niños que se pueden llegar asustar con facilidad, a los que les puede llegar a costar adaptarse a nuevas texturas o sabores, que poseen una gran imaginación y creatividad y que sorprenden con reflexiones o preguntas profundas. Son algunas de las características que se pueden observar en un niño que es altamente sensible (también conocido por sus siglas, NAS), cuenta La Voz de la Salud.

Aunque en ocasiones puede llegar a confundirse con un trastorno, en realidad se trata de un rasgo hereditario de la personalidad que lo acompañará durante toda la vida. De hecho, con una buena gestión desde la infancia, «conduce a adultos resilientes, con inteligencia emocional, empáticos, creativos, líderes y con muchas otras cualidades», afirma Manuela Pérez Chacón, psicóloga especializada en personas altamente sensibles (PAS).

«Que un niño o niña sea altamente sensible (NAS) quiere decir que sus emociones son más intensas, así como su pensamiento, lo cual puede llevar a consecuencias en su día a día y en la vida», explica la presidenta de la entidad. ¿Quiere decir esto que son niños más débiles?

En realidad, no. Así lo subraya Pérez: «No son más vulnerables por ello, ni pretenden ser elementos protegidos en una burbuja, sencillamente son una minoría necesaria de la población. La sociedad actual aún no está del todo preparada para entender que las emociones son una parte muy esencial de los menores y no podemos dejar de guiarles y orientarles. Se tiende en gran medida a esperar que el menor se haga mayor o se haga fuerte, cuando en realidad el niño necesita un entorno ajustado a sus necesidades emocionales, ser entendido y que se le ayude a integrar emociones y conductas».

El rasgo es hereditario, por lo que si un niño es altamente sensible, es probable que uno o los dos progenitores, también lo sean. «Viene determinado genéticamente y describe una forma de funcionar del sistema nervioso de las personas que se llama sensibilidad al procesamiento sensorial. Con lo cual hablamos de un tipo de personalidad que es estable a lo largo de la vida», apunta Úrsula Perona, psicóloga infanto-juvenil y autora de NAS. Niños Altamente Sensibles (Toromítico, 2021).

¿Cuáles son las principales características de un niño altamente sensible (NAS)?

En realidad, las características de un niño altamente sensible (NAS) no difieren mucho de las que pueda llegar a presentar un adulto o persona altamente sensible (PAS). Estos han sido identificados y detallados por la psicóloga Elaine Aron, que fue la que definió por primera vez este rasgo en 1991.

Los rasgos que se pueden detectar en los niños altamente sensibles (NAS), son:

     Una gran sensibilidad a las sutilezas. Son capaces de captar pequeños detalles a través de sus sentidos. «Tienen un sistema sensorial muy agudo, muy fino. No se les escapa nada ni a nivel auditivo, visual, ni en cuanto a texturas de los alimentos. Poseen unos sentidos muy desarrollados. Pero no solo de las cosas que suceden en el exterior, también los proafectivos o introafectivos, que son los que nos informan de nuestros propios estados físicos y psicológicos. Un NAS percibe todo el entono pero también todo lo que le está sucediendo», señala Perona.

     Procesamiento profundo. Los NAS son reflexivos y muy poco impulsivos. «Poseen una capacidad mental muy potente a la hora de procesar y analizar, son niños muy mentales. Siempre están pensando, procesando y analizando datos. Es muy curioso la forma en la que procesan la información», amplía Perona. En consecuencia, presentan una dificultad a la hora de tomar decisiones ya que antes analizan todas las posibles consecuencias de esa acción.

     Alta emocionalidad y empatía. Presentan una gran intensidad emocional ante situaciones o sensaciones. Experimentan la felicidad, la tristeza o la injusticia de una forma muy intensa. Además, muestran gran preocupación por otras personas. «Describen ese mundo emocional tan intenso como abrumador porque sienten y experimentan todas las emociones de una manera muy profunda», comenta Perona.

     Sobreestimulación. Teniendo en cuenta los otros pilares, se comprende mejor este último. Se trata de una saturación del sistema nervioso que se da cuando un niño recibe más información de la que es capaz de procesar. «La sobreestimulación se manifiesta en los NAS cuando se sobrecargan de estímulos, lo cual les lleva a mostrar conductas relacionadas con el estrés y, al mismo tiempo, necesitan un espacio para el descanso durante su actividad diaria. Algunos NAS exteriorizan la sobrecarga de estímulos como saturación y se bloquean. Por ejemplo, al hablar en público, al hacer exámenes, o bien, en lugares con muchas personas», amplía Pérez.

Por estas razones, suelen ser bebés y niños que se asustan con facilidad, que tienen dificultades para conciliar el sueño y que tienen pesadillas por la noche. Pueden tener problemas con la alimentación porque no les gusta adaptarse a sabores o texturas nuevas, e incluso pueden mostrarse incómodos ante tejidos de la ropa.

Photo: © PXHere

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