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El papel de los padres en el aprendizaje de los niños, según sistema Montessori

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Lucia

El método educativo Montessori, puesto en práctica en escuelas repartidas por el mundo, tiene también sus recomendaciones para los padres. Considera que la familia es la red de sujeción de un niño. Y es en el seno familiar donde se van a formar las bases de su autoestima y su personalidad. Partiendo de esa base ya podremos comprender que el entorno familiar que tenga el niño es decisivo para su desarrollo, dice Guía Infantil.

Muchas personas creen que la educación de los niños y niñas comienza cuando son escolarizados. Lo cierto es que su educación comienza en el momento de la concepción. Desde las emociones y el cuidado que el bebé perciba en el vientre materno hasta la forma de nacer y vincularse con sus figuras de apego... Son cuestiones decisivas para crear en el bebé la confianza básica necesaria para relacionarse de forma sana con su entorno.

Así influyen los padres en el aprendizaje según Montessori

Teresa de Calcuta decía: 'No te preocupes si tu hijo no escucha, te observa todo el tiempo.' Nuestros hijos e hijas no aprenden de los sermones que les damos, no aprenden a base de repetirles las cosas una y otra vez... Los niños y las niñas aprenden viviendo.

Veamos un ejemplo: Una madre consultaba preocupada por la baja autoestima de su hija, no entendía de dónde le venía su timidez, sus miedos y sus inseguridades. Lo cierto es que en casa trataba de educarla de forma respetuosa, sin gritos, sin golpes, sin castigos... '¿Qué estoy haciendo mal?' Se preguntaba fustigándose... Ahondando un poco vimos que ella misma era una persona que se exigía mucho, tanto que eso le provocaba continuos estados de estrés y ansiedad, perfeccionista incansable en su trabajo y dedicaba en cuerpo y alma a su hija... Tanto que su pareja se había resentido un poco por el agotamiento y comenzaban a tener discusiones que provocaban mucha tensión.

Hacía años que no había vuelto a cuidarse, ni siquiera a comprarse un capricho, ahora todo era para su hija. Su relación con la comida era bastante tóxica y le costaba mucho relacionarse con otras personas, prefería no ir a un cumpleaños por miedo a que su hija lo pasase mal al no poder relacionarse con otros niños.

Estaba dando todo de ella misma, para llegar a cumplir expectativas porque realmente su propio nivel de autoestima era muy bajo. Se quería poco y por eso se exigía mucho, no solo a ella, también a las personas que estaban a su alrededor.

En conclusión, cuando un niño observa a diario formas de sanas de darse amor, aceptación y valor absorbe que ese es el patrón a la hora de relacionarse consigo mismo. No importa si esa madre leía cuentos sobre autoestima, si le decía a diario a su hija lo valiosa que era... El día a día, el ejemplo y las experiencias se encargaban de proyectar sobre ella otra imagen.

Los tres pilares que influyen en el aprendizaje de los niños

Las palabras influyen, pero el ejemplo arrastra. De modo, que es principalmente nuestra actitud, nuestros actos y la relación que tenemos con nosotros mismos, con las personas que nos rodean y con nuestros hijos lo que más influye en su aprendizaje.

Sus figuras de apego son su guía y referente y los niños absorben lo que vean y perciban de ellas. Hay tres cuestiones básicas que necesitan los niños y niñas para crecer de una forma sana e integrada:

1. El afecto

Sentirse queridos y amados a través de la presencia, del contacto, de las miradas, de las risas, del juego, de la escucha activa... Es algo fundamental para que ellos aprendan a amarse a sí mismos.

2. La pertenencia

Sentir que son valiosos dentro de la familia, que tienen un lugar y un papel en el que aportar. Todos los seres humanos nos sentimos bien cuando contribuimos, cuando ayudamos, cuando aportamos... Porque somos seres sociales.

3. La estructura

Esa estructura digamos que es como las señales de la carretera; le da las pautas sobre su camino. Le orienta, le da seguridad. Podemos dar estructura a nuestros hijos estableciendo relaciones sanas con nosotros mismos y con las personas que nos rodean, también podemos dársela guiándoles con límites necesarios y respetuosos, se la podemos dar a través de un ambiente en casa ordenado que le permita explorar, moverse, contribuir y ordenar sus ideas.

Pero también le podemos dar estructura a través de las rutinas que le proporcionan orden, seguridad y le ayudan a desarrollar su autonomía. 

Esas rutinas con el tiempo se convertirán en hábitos.

Esos son los tres grandes pilares que todo ser humano necesita para crecer, aprender y desarrollarse de una forma sana. Cuando alguno o varios de ellos falla, algo se desmorona.

Nuestro papel en el desarrollo de la inteligencia de los niños

El desarrollo de la inteligencia de los niños viene determinado por dos factores fundamentales:

    La herencia genética

    El ambiente que viva el niño.

Como padres y madres, podemos potenciar el desarrollo de su inteligencia a nivel emocional, social y cognitivo trabajando en los tres pilares que acabamos de ver (AFECTO, PERTENENCIA Y ESTRUCTURA).

Un hogar ordenado en el que el niño sienta cariño, vea relaciones sanas y pueda explorar lo cotidiano con libertad de movimiento, un hogar en el que se le integre en tareas cotidianas, en el que pueda hacer desde muy pequeñito pequeños gestos valiosos; como contribuir en la cocina, desvestirse solo sin que nadie lo haga por él, regar una planta... 

Impulsará la creación de fuertes conexiones neuronales que crearán una estructura cerebral rica y fuerte.

Sin embargo, si el niño vive a diario discusiones, gritos, desorden, pantallas y desatención se obstaculiza el desarrollo de la corteza prefrontal y se activa el centro neuronal del miedo, el cortisol se eleva y se crean menos conexiones neuronales y más débiles. Por tanto, las experiencias que tienen los niños y niñas desde que nacen en el hogar influyen notablemente en su desarrollo y aprendizaje a muchos niveles.

Como padres y madres, no debemos aspirar a ser perfectos, eso solo nos va a generar autoexigencia y culpa. Lo que necesitamos realmente es tomar consciencia de nosotros mismos y de cómo funciona el desarrollo de los niños y niñas. Cuando entiendes tus propias necesidades y las de tus hijos cambia todo. No solo tus hijos van a crecer con unas bases más sanas, sino que tú también podrás vivir una maternidad más plena.

Photo: © PXHere

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