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Niños también pueden sufrir de COVID persistente

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Lucia

El porcentaje es bastante inferior al de los adultos, pero al igual que ellos, los niños también pueden verse afectados por síntomas y molestias conocidas como COVID persistente. Es diferente del síndrome inflamatorio multisistémico, o MIS-C, por sus siglas en inglés, que es una inflamación sistémica rara y grave vinculada a la COVID que ha afectado a unos 4000 niños y causado 36 muertes en Estados Unidos. Aunque este síndrome también afecta más adelante, la mayoría de los expertos la consideran una afección separada, dice Nat Geo.
Como niña de 11 años en un mundo pre-COVID-19, a Wednesday Lynch le encantaba formar parte de un equipo de animadoras competitivo. Había mejorado mucho en las volteretas laterales sin manos y los saltos hacia atrás. A Wednesday también le encantaba pasar el rato con sus amigos e ir en bicicleta por su barrio de Dallas, en Carolina del Norte.
Todo aquello cambió el pasado septiembre, cuando Wednesday se expuso a la COVID-19 cuando asistió a la escuela virtual en su gimnasio con otros alumnos que mantuvieron la distancia social. «Una de las adolescentes de la sala no sabía que la tenía», recuerda su madre, Melissa. Wednesday dio positivo poco después.
Sufrió muchos de los síntomas clásicos de la COVID-19: agotamiento, bajos niveles de oxígeno y pérdida del olfato. Melissa Lynch cuidó de su hija en casa y unas semanas después el médico dijo que podía retomar sus actividades habituales.
Con todo, 10 meses después, todavía no ha podido. Cada pocas semanas, Wednesday tiene lo que su madre describe como una ola de enfermedad, entre tres días y una semana en las que se siente tan cansada que apenas pueden sentarse derecha, se le acelera el pulso, le retumba la cabeza, a veces tiene décimas de fiebre y, en la ola más reciente, sufrió convulsiones. Melissa ha llevado a su hija de médico en médico, algunos de los cuales no son de gran ayuda; después de que un médico pensara que el virus podría haber dañado el corazón de Wednesday, un cardiólogo insistió en que no había nada de malo. Ahora, Wednesday está siendo evaluada por una Clínica de Recuperación de COVID especial en la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, aunque le han ofrecido pocos tratamientos. «Resulta frustrante que no haya nada disponible. Como me dijo un médico, todos estamos un poco perdidos», dice Melissa.
Si los médicos están perplejos por el síndrome pos-COVID-19 en adultos, está cada vez más claro que esto es aún más cierto en lo que a niños se refiere. La condición, conocida más comúnmente como COVID persistente, se refiere a un conjunto de síntomas que permanecen tras un acceso de la enfermedad. La gente que los sufre suele quejarse de una serie de dolencias, normalmente fatiga, dificultades para respirar, palpitaciones, jaquecas, dolor muscular y articular, fiebre, mareos y disfunción cognitiva, entre otras.
¿Cuántos niños tienen COVID persistente?
Nadie sabe exactamente cuántos niños como Wednesday hay, pero varios estudios pequeños sugieren que podría haber una cantidad considerable.
Cuando investigadores de Roma supervisaron a 129 niños (la edad media eran 11 años) que habían dado positivo en COVID-19, más de la mitad tenía al menos una afección persistente tras su supuesta recuperación.
En los que se habían recuperado hacía al menos cuatro meses, 14 niños —más del 10 por ciento del total— aún sufrían tres o más síntomas molestos.
Investigadores australianos siguieron a 171 niños más pequeños positivos en COVID (edad media de 3 años) y descubrieron que el ocho por ciento tenía afecciones pos-COVID hasta dos meses después. Con todo, en este estudio todos se habían recuperado a los seis meses.
A principios de junio, investigadores neerlandeses realizaron una encuesta a pediatras del país que indicaron que 89 niños bajo su cuidado se habían visto afectados. Lo más perturbador, según la coautora del estudio Caroline Brackel, neumóloga pediatra en los Centros Médicos de la Universidad de Ámsterdam, era que en más de un tercio de esos niños, los síntomas eran lo bastante graves para provocar «restricciones graves en la vida cotidiana, en gran medida debido al agotamiento excesivo, los problemas de concentración y las dificultades para respirar».
Tras reconocer este problema emergente, el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido anunció recientemente que invertirá 100 millones de libras en la creación de centros de tratamiento en todo el país y para educar a los pediatras sobre la atención para personas con COVID persistente.
Hasta la fecha, ningún estudio ha documentado el índice en Estados Unidos, algo que Alicia Johnston, pediatra de enfermedades infecciosas del Hospital Infantil de Boston, atribuye al hincapié inicial en adultos mayores, que eran los más propensos a ser hospitalizados o morir. «Lo descartamos pensando que la COVID no afecta a los niños tan seriamente, pero ahora nos damos cuenta de que puede tener síntomas persistentes», afirma.
Photo: ©  PXHere

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