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¿El juego infantil ya no está de moda?

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Lucia

Leemos en El Debate que el juego físico en 2023 es mucho menos común que entra las generaciones de sus padres y abuelos, y que la culpa la tienen las pantallas.

Es a través del juego como los niños aprenden en sus primeros años de vida. Es fundamental en su desarrollo, tanto, que la Organización de las Naciones Unidas lo ha reconocido como un derecho fundamental de la infancia.

El informe El poder del juego: su función pediátrica para mejorar el desarrollo de los niños pequeños, de la Academia Americana de Pediatría, explica cómo y por qué pasar el tiempo entretenidos y divertidos es fundamental para formar mejores cerebros, cuerpos y vínculos sociales en las familias y con otros niños. En este documento, los pediatras explican que jugar «puede mejorar las capacidades de los niños para planificar, organizar, llevarse bien con los demás y regular sus emociones».

Pero los niños ya no juegan, o no tanto como lo hacían antes. Ya en el año 2009, un estudio llevado a cabo sobre el papel del juego en el aprendizaje de los niños concluyó que la fuente principal de entretenimiento para siete de cada 10 era la televisión, por encima del juego libre. Las madres entrevistadas entonces coincidieron en que la falta de juego estaba erosionando la infancia.

Otra investigación posterior, esta de 2011, siguió la misma línea y advirtió de la constante disminución del tiempo de juego en los niños durante los últimos 50 años, a la vez que aumentaban las psicopatologías en niños y adolescentes, los problemas de ansiedad, depresión y estrés.

A los siete años los niños dejan a un lado los coches, las muñecas y las construcciones y los empiezan a cambiar por los dispositivos tecnológicos. Así lo concluyó otro estudio realizado por la consultora P.A.C. Research & Education, especializada en comportamientos y análisis del consumidor. En su análisis, vieron un abandono prematuro de los juguetes a la edad de nueve años.

En concreto, sobre los niños se ha escrito también y se han confirmado los patrones que ya veían los estudios internacionales: que los menores juegan cada vez menos y dejan de jugar antes. Medido en tiempo, se dedica de una hora a una hora y media al juego, mientras que con las pantallas pasan una media de 30 horas semanales.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Yan Krukau / Pexels

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