Bebés y niños de hasta 4 años, los más propensos a sufrir un golpe de calor
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Lucia
Son los niños más pequeños los que enfrentan mayores riesgos en verano.
Tienen menos reservas de agua en su organismo, por eso los niños de hasta 4 años no son capaces de regular su temperatura corporal igual que los adultos, de hecho, su temperatura puede subir entre tres y cuatro veces más rápido que en los adultos. Son, junto a los mayores, la población a la que más hay que proteger de los efectos de un calor excesivo, dice ABC.
Los consejos básicos son de pura lógica: no salir con los pequeños a la calle en las horas centrales del día y no exponerlos al sol. Pero conviene recordar que también hay que vestirlos con ropa fresca y de colores claros y ofrecerles agua de forma periódica. Si vemos que tienen la piel enrojecida y no sudan aunque haga mucho calor hay que bajarles la temperatura con agua fría (nunca hielo) y darles agua además de avisar a emergencias.
El calor afecta especialmente a los bebés y niños pequeños debido a una serie de factores biológicos y fisiológicos que los hacen más susceptibles a las altas temperaturas. Estos son algunos de estos factores:
Sistema termorregulador inmaduro: Los bebés y los niños pequeños tienen un sistema termorregulador menos desarrollado en comparación con los adultos. Su capacidad para regular la temperatura corporal y adaptarse a cambios extremos de temperatura es limitada. Esto significa que su cuerpo tiene dificultades para mantenerse fresco cuando se enfrenta a un clima caluroso.
Mayor superficie corporal en relación con el peso: En general, los bebés y los niños pequeños tienen una mayor superficie corporal en relación con su peso en comparación con los adultos. Esto significa que absorben más calor del entorno y pierden calor más rápidamente. Además, su piel es más delgada, lo que facilita la pérdida de agua y aumenta el riesgo de deshidratación.
Incapacidad para regular la transpiración: La capacidad de los bebés y los niños pequeños para sudar y regular la transpiración es limitada en comparación con los adultos. La transpiración es uno de los mecanismos principales del cuerpo para enfriarse, ya que el sudor se evapora de la piel y ayuda a disipar el calor. Como resultado, los bebés y los niños pequeños tienen más dificultades para enfriarse y pueden sobrecalentarse más rápidamente.
Inmadurez del sistema de alerta: Los bebés y los niños pequeños pueden tener dificultades para comunicar sus necesidades y malestar, lo que incluye la incomodidad y el estrés causados por el calor. No pueden expresar verbalmente que tienen demasiado calor, por lo que los padres y cuidadores deben estar atentos a los signos de malestar, como irritabilidad, somnolencia, piel enrojecida o sudoración excesiva.
Mayor dependencia de los adultos: Los bebés y los niños pequeños dependen de los adultos para satisfacer sus necesidades básicas, incluyendo la protección contra el calor. Si los adultos no toman las precauciones adecuadas para mantener a los niños frescos y bien hidratados, su salud puede estar en riesgo.
Es importante destacar que la exposición prolongada al calor intenso puede llevar a problemas de salud graves en los bebés y los niños pequeños, como el golpe de calor. El golpe de calor ocurre cuando la temperatura corporal se eleva peligrosamente y el cuerpo no puede regular su temperatura de manera eficiente. Esto puede causar daño cerebral, órganos internos dañados e incluso la muerte.
Por lo tanto, es fundamental proteger a los bebés y niños pequeños del calor extremo. Algunas medidas que se pueden tomar incluyen mantenerlos en lugares frescos y sombreados, vestirlos con ropa ligera y transpirable, ofrecerles líquidos adecuados para mantenerse hidratados y evitar exponerlos a temperaturas extremas durante períodos prolongados de tiempo.
Recuerda que si tienes alguna preocupación sobre la salud o el bienestar de un bebé o niño pequeño en condiciones de calor intenso, siempre es recomendable buscar atención médica adecuada y consultar con un profesional de la salud.
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