
El consumo de pescado en la infancia y su relación con la conducta social
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Niños que consumen pescado de forma regular podrían presentar mayores niveles de sociabilidad y empatía, según una investigación de la Universidad de Bristol publicada en el European Journal of Nutrition. El análisis, que incluyó datos de casi 6.000 menores en Inglaterra, sugiere que la ausencia de pescado en la dieta se asocia con un mayor riesgo de desarrollar conductas prosociales "subóptimas", como dificultades para compartir o cooperar.
El estudio, basado en el proyecto Children of the 90s —que sigue a familias desde la década de 1990—, comparó el consumo semanal de pescado a los siete años con evaluaciones conductuales realizadas entre los siete y nueve años. Los menores se dividieron en tres grupos: 7,2% no comía pescado; 63,9% consumía entre 1 y 190 gramos semanales; y 28,9% superaba los 190 gramos (equivalente a más de dos porciones). La mitad de la ingesta correspondía a productos procesados, como varitas de pescado.
Los resultados mostraron que, a los siete años, los niños que no consumían pescado tenían un 35% más de probabilidades de presentar conductas prosociales deficientes en comparación con quienes comían al menos dos porciones. Esta cifra aumentaba al 43% a los nueve años. La conducta prosocial incluye gestos como ayudar a otros, compartir juguetes o mostrar amabilidad espontánea. Sin embargo, no se encontraron diferencias en el coeficiente intelectual entre los grupos, independientemente de su consumo de pescado.
Nutrientes clave y recomendaciones
El pescado es fuente de ácidos grasos omega-3, selenio y yodo, nutrientes vinculados al desarrollo cerebral. Pese a esto, el Servicio Nacional de Salud británico (NHS) advierte sobre los límites en el consumo de pescados grasos —como salmón o caballa— debido a posibles contaminantes: máximo cuatro porciones semanales para niños y dos para niñas.
La doctora Caroline Taylor, coautora del estudio y profesora de nutrición en Bristol, subraya: "Nuestros hallazgos previos ya indicaban que el consumo de pescado durante el embarazo beneficia el desarrollo infantil. Ahora, la evidencia en niños es clara: seguir las guías del NHS —al menos dos porciones semanales— favorece un desarrollo conductual óptimo".
Limitaciones y contexto
Aunque el estudio no establece causalidad directa —factores socioeconómicos o hábitos familiares podrían influir—, Taylor destaca que "animar a los niños a comer pescado es una medida sencilla con potencial impacto positivo". El proyecto Children of the 90s, financiado recientemente con 5,2 millones de libras, continuará analizando cómo variables ambientales y dietéticas moldean la salud a largo plazo.
Mientras países como España o Japón tienen un consumo de pescado tradicionalmente alto, en el Reino Unido solo el 16% de los adultos cumple con las recomendaciones oficiales. "La accesibilidad y el costo pueden ser barreras", reconoce Taylor, "pero incluso opciones económicas, como sardinas enlatadas, aportan beneficios".
El mensaje final para los padres, según los investigadores, es claro: incorporar pescado en la dieta infantil no solo nutre el cuerpo, sino que podría sembrar las bases de una interacción social más armoniosa.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Mercedes P-Flickr
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