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Consejos para niñas y adolescentes que practican deporte (y II)

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Lucia

Una buena educación física que priorice la fuerza y una nutrición adecuada son básicas, mientras que la anatomía y las hormonas son factores secundarios. Si bien las personas de sexo femenino tienen características hormonales y anatómicas que pueden favorecer una tendencia a determinadas lesiones, las claves para evitar daños derivados del ejercicio en nuestros ligamentos, músculos o huesos no entienden de sexos. Así lo aseguran dos expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

En la infancia, una de las lesiones características en la práctica del futbol es la rotura del ligamento cruzado anterior. Algunos estudios, como explica Ortega, han investigado la  mayor incidencia de esta lesión en las mujeres futbolistas respecto a los hombres, que podría ser favorecida por la mayor anchura de la cadera de las mujeres y la consiguiente posición del fémur. Pero estos estudios no son concluyentes y, quizás, una mayor preparación física previa hubiera cambiado claramente los resultados, apunta el profesor de la UOC.

De hecho, como añade Cristina Rotllan, "niños y niñas que han practicado una gran variabilidad de deportes durante su infancia tienen más cualidades coordinativas y de resistencia que otros niños que siempre han practicado el mismo deporte".

Asimismo, desde la infancia "la nutrición es clave", continúa la experta. "Somos lo que comemos y en función de lo que comamos tendremos más o menos músculo. La alimentación debe de ser lo más variada posible y con una buena hidratación, antes, durante y después de hacer deporte".

Adolescentes

Al llegar a la adolescencia, remarca Ortega, las chicas deben trabajar la fuerza. "Justo cuando se empiezan a visibilizar externamente las características sexuales y se produce el estirón, se puede intensificar el trabajo de fuerza para tener chicas fuertes, con tejidos muy resistentes, sanos, saludables y metabólicamente muy activos, que les permitan después aguantar intensidades más altas".

Además, es muy importante que las chicas conozcan las fases del ciclo menstrual y observen cómo se sienten al hacer deporte en momentos distintos y si hay patrones que se repiten, como por ejemplo el síndrome premenstrual. Como detalla Rotllan, el ciclo menstrual se divide en dos fases, con la ovulación al centro. "En la primera fase, los estrógenos suben, y su efecto es anabólico, es decir, favorecen la capacidad de crear músculo". En la segunda fase, sube la progesterona, que tiene un efecto catabólico, de destrucción del tejido muscular.

Así, "puede que tengamos más facilidad de adaptarnos a un entrenamiento de fuerza en la primera fase, porque el músculo se recuperará mejor", ilustra la experta en fisiología de la mujer. "En cuanto a los ligamentos, parece que podríamos tener más predisposición de lesionarnos en los días cercanos a la ovulación: hay estudios que nos muestran que un nivel alto de estrógenos genera más laxitud en el caso de la rodilla, que puede ser causa de torceduras o esguinces", detalla. Pero, recalca Ortega, "paradójicamente, una mayor flexibilidad de los tejidos puede también hacer que estén menos rígidos y se lesionen menos".

De hecho, añade Rotllan, "hay pocos estudios y de poca calidad al respecto, y no podemos afirmar que en una determinada fase del ciclo menstrual tengamos más riesgo de lesiones, pero sí sabemos que estas hormonas tienen unos efectos en los tejidos. Y debemos utilizarlo a nuestro favor, teniendo en cuenta la variabilidad de persona a persona".

© SomosTV LLC-NC / Photo: © PXFuel

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