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Guía para padres hispanos que quieren adaptarse manteniendo raíces

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Lucia

El bilingüismo es el mejor signo de la diversidad cultural en las familias latinas de Estados Unidos. Adaptarse al país de residencia y sus costumbres no implica necesariamente olvidar los orígenes de la familia, y los niños que manejen en el futuro el inglés y el español tendrán mejores oportunidades laborales y mantendrán su herencia. En la guía para padres que desean criar a sus hijos bilingües y biculturales "Arroz con pollo y apple pie", publicada hace unos años, la puertorriqueña Maritere Rodríguez Bellas detalló los retos y triunfos del proceso de adaptación a la vida en EE.UU. y comparte consejos para facilitar el equilibrio entre ambas culturas, publicó Hoy Los Angeles.
"Vivía en California sin más familia que mi esposo y necesitaba desesperadamente consejo y orientación", recuerda la autora que indica que le llegó la idea de escribir esta guía tras el nacimiento de su primer hijo.
Cuenta que cada vez que sentía la necesidad de hablar con alguien sobre su bebé, llamaba a su hermana a Puerto Rico, hábito que en aquel entonces le resultaba bastante costoso.
La idea continuó gestándose a medida que la autora buscaba recursos para madres en torno a la crianza de niños de herencia hispana en Estados Unidos y regresaba con las manos vacías.
Entonces se le ocurrió proponerle al periódico La Opinión una columna de consejos para padres latinos.
El libro es la culminación de años de recoger historias, analizar actitudes y promover estrategias para la crianza de niños entre idiomas y culturas diferentes.
Rodríguez inicia el libro con las cuatro etapas del proceso de adaptación a la vida en el nuevo país: confusión o negación, desilusión o coraje, resentimiento y, por último, adaptación.
Similares a las etapas de duelo, la duración de cada una es sumamente individual y aclara que algunas personas permanecen atrapadas en las etapas iniciales del proceso sin lograr adaptarse.
Incluso, indica, las parejas pueden encontrarse en etapas diferentes del proceso aun compartiendo el mismo hogar, lo cual puede causar resentimiento.
Los obstáculos, señala, pueden ser variados, como no poder expresarse con soltura en el nuevo idioma o no tener la educación requerida aquí para el puesto que ya desempeñaba en el país de origen.
Rodríguez comparte su historia destacando las ventajas que tenía como puertorriqueña al tener ciudadanía estadounidense, además de ser bilingüe y tener un título universitario. Sin embargo, ninguna de ellas la preparó para el choque cultural que experimentó al mudarse al nuevo país.
"Nunca pensé que era distinta a otros americanos, pero cuando llegué a este país me di cuenta de que sí lo era", escribe.
"Mis nuevas amistades americanas me veían como extranjera, lo que me llevaba a estar explicando constantemente la situación política de Puerto Rico como territorio estadounidense", agrega.
Rodríguez cita valores culturales latinos como el apego y lealtad a la familia, el respeto por los mayores y la devoción religiosa, como diferencias que suelen intensificarse durante la crianza de los hijos.
La autora explica que la diferencia es tan marcada no porque los valores difieran completamente, sino porque el sistema de valores culturales en EE.UU. no está tan estructurado como el latino.
"Usualmente el latino no permite excepciones a sus reglas", explica.
Cita como ejemplo el respeto a los mayores como regla "inquebrantable" y parte esencial de la identidad cultural latina.
Rodríguez invita a los padres inmigrantes a reflexionar sobre qué elementos son inherentes a su identidad cultural y cuáles permitirían una mayor flexibilidad de interpretación.
"Los niños latinos tienen, literalmente, lo mejor de dos mundos", escribe. "Los están criando con valores fuertes, pero también aprenden que en la vida no todo es siempre blanco y negro, tal y como era para su mami y su papi".
Para algunos, incluso, esta situación les podría resultar incómoda, ya que pueden pensar que tal flexibilidad les restaría autoridad.
Sin embargo, Rodríguez destaca que las situaciones de los padres inmigrantes son diferentes a las que experimentaron de niños donde los padres quizás no tenían que trabajar varios empleos para subsistir y siempre había un familiar en la casa para recibirlos.
En cada capítulo se incluyen historias que ilustran los distintos retos y también estrategias diferentes para afrontarlos.
Además incluye "historias de éxito" en las que cita casos de personalidades como Jorge Ramos y Milly Quezada y los desafíos que enfrentaron al llegar a Estados Unidos.
Un logro particular del libro es haber incluido una sección para madres y padres latinos solteros, para quienes el consejo principal es pedir ayuda y crearse redes de apoyo.
Los otros consejos del libro son universales para todos los padres, como siempre decirles a los hijos que los aman y no tener miedo a que lo vean como un ser humano que pierde los estribos de vez en cuando.
Entre los muchos consejos y anécdotas del libro "Arroz con Pollo and Apple Pie: Raising Bicultural Children" corre la insistencia de fomentar el orgullo cultural en casa y el uso de ambos idiomas como práctica esencial para criar niños biculturales.
La meta, según la autora, es alcanzar un equilibrio para que los hijos aprendan a manejar los códigos culturales de su herencia latina y su realidad estadounidense, y se sientan igual de cómodos "comiendo arroz con pollo o apple pie".
Photo: © Boss Tweed / Flickr

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