Niños que crecen en ambientes naturales tienen menos posibilidades de sufrir enfermedades mentales
Los niños, para crecer sanos, física y mentalmente, necesitan crecer en
espacios verdes o en contacto con la naturaleza. Esa podría ser una de
las consecuencias del estudio que realizó un grupo de investigadores de
la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, según el cual los pequeños que
se desarrollan en ambientes exclusivamente urbanos tienen más
posibilidades de sufrir enfermedades mentales, depresión y adicciones,
cuenta Magnet.
Valiéndose de la rica base de datos nacional del estado danés, cargada
con la información censal de todos sus ciudadanos, el estudio ha hallado
una correlación entre menores riesgos de enfermedad mental adulta y
residencias repletas de espacios verdes durante la niñez.
¿Cuánto? En gran medida. Vivir en espacios urbanos repletos de cemento y
privados del acceso a espacios verdes puede aumentar en un 55% el riesgo
de desarrollar enfermedades mentales futuras. El estudio apunta a la
niñez: si durante nuestros primeros años de vida pasamos más tiempo en
entornos verdes y abiertos, es menos probable que caigamos, por ejemplo,
en el alcoholismo o en la depresión cuando crezcamos.
La investigación se fijó en un puñado de patologías. Otras, como la
esquizofrenia, no están dentro.
¿Cómo? Hay un problema: vivir en espacios residenciales abiertos y poco
densos correlaciona con tener más renta, lo que a su vez, a largo plazo
y en términos genéricos, correlaciona con menores tasas de alcoholismo o
con menor riesgo de ansiedad o depresión. El estudio ha tenido que
controlar por diversos parámetros para extraer sus conclusiones,
tratando de abstraerse de factores socio-económicos.
De ahí que el resultado sea una correlación. Nada más. Una que, no
obstante, tiene respaldo intuitivo.
¿Por qué? Como vimos en su día a cuenta de los "baños forestales", es
difícil estimar el impacto de la naturaleza en nuestro bienestar
psicológico. Sabemos que dar un paseo por el bosque tiene efectos
beneficiosos en la salud, no tanto por el efecto de los árboles como por
la conveniencia de rutinas relajadas y sin estrés. Los bosques funcionan
como catalizadores: lo que nos hace felices es... Las vacaciones.
La evidencia. Los estudios originales sobre el impacto de la naturaleza
en nuestra felicidad tenían otros sesgos. Desde entonces, son diversas
las publicaciones que han tratado el positivo impacto de árboles y ríos
en la salud mental de los humanos. El trabajo danés aporta una
gigantesca muestra de un millón de personas para impulsar esta idea:
vivir junto a parques nos ahorra dramas en el mañana.
Seguimos sin saber cuál es el secreto de la felicidad. Sea cual sea,
desde luego incluye árboles.
Photo: © Walton LaVonda / USFWS
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