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Claves para elegir y adaptarse al preescolar: una guía desde la experiencia

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Enviar a un hijo por primera vez al preescolar genera ansiedad incluso en padres con formación en desarrollo infantil. «Cada paso me resultó abrumador», reconoce una madre con maestría en el área, Suzanne Bouffard, en Motherly, relatando cómo la transición de su hijo la llevó a reevaluar mitos sobre lo que define una buena educación inicial.

Aunque los beneficios del preescolar —socialización, rutinas, exploración— son ampliamente reconocidos, no todos los programas son iguales. Expertos señalan que solo las aulas de alta calidad impactan positivamente. Para identificarlas, recomiendan visitar durante horario lectivo: «La interacción entre maestros y niños revela más que instalaciones lujosas», explica la especialista.

¿Qué observar en el aula?

-Docentes que se muestran entusiastas y se agachan para hablar a la altura de los niños.

-Uso de preguntas que fomentan la curiosidad, evitando ejercicios memorísticos.

-Explicaciones claras sobre normas de convivencia, enfocadas en lo que sí se puede hacer.

-Espacios donde el arte infantil decora las paredes y se permite explorar materiales con las manos.

Sobre la preparación del niño, no existe un checklist de habilidades previas. «El objetivo del preescolar es desarrollar esas competencias sociales y cognitivas», aclara la experta. Sin embargo, practicar la espera de turnos, expresar emociones con palabras o compartir juguetes puede facilitar la adaptación. Leer cuentos sobre la escuela o jugar «a las clases» en casa también ayuda.

Transición: un proceso, no un evento

Las escuelas que priorizan este período suelen tener estrategias para familias. «Una directora me llamó al segundo día para decirme que mi hijo había dejado de llorar tras mi partida: eso calmó mi angustia», relata la madre. Mantener una comunicación abierta con los docentes es clave: informar sobre patrones de sueño o dificultades sociales del niño permite ajustar apoyos.

«Eviten dar órdenes a los profesores, pero pregunten cómo reforzar aprendizajes en casa», sugiere. Frases como «¿En qué están trabajando ahora?» o «¿Tiene algún libro favorito?» abren diálogos productivos. Si el niño no quiere hablar de su día, imitar juegos escolares o pedirle que enseñe una canción ofrece pistas indirectas.

La autora recuerda cómo, tras superar la ansiedad inicial, disfrutó ver a su hijo «conducir camiones sobre pintura» en lugar de enfocarse en logros académicos. «Amar el aprendizaje se construye desde el juego», concluye. La clave, insiste, está en elegir un espacio donde tanto niños como padres encuentren alegría en el proceso.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Pexels-Pixabay

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