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Nutricionista Conchi García, autora de «Tina disfruta comiendo», cree que niños no necesitan azúcar para ser felices

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Lucia

La nutricionista Conchi García, autora del libro "Tina disfruta comiendo" se ha especializado en alimentación infantil y bajo el perfil @mamaynutricionista da en redes sociales consejos a las familias para que sus hijos, disfruten de una dieta saludable. Tras varios libros publicados en los que se dirigía a los padres, García acaba de lanzar "Tina disfruta comiendo", libro ilustrado con varios cuentos dirigidos a niños, que se complementan con consejos para sus mamás y papás. Directo al paladar la entrevistó.

- En el libro te detienes bastante a explicar cómo lograr que los niños coman verdura, que es una de preocupaciones de siempre de los padres.

¿Qué es lo mejor que podemos hacer para lograrlo?

El rechazo a las verduras es algo súper habitual en la infancia. Primero lo que tenemos que entender es que es un problema muy habitual. Y si es tan habitual será por algo. Hay que entender el porqué. Realmente que los niños, que las niñas rechacen la verdura, es algo natural para ellos. Es algo innato. Los niños tienen una especial sensibilidad hacia los sabores amargos de algunos vegetales y también hacia los alimentos poco calóricos, como las verduras, por un propio mecanismo de supervivencia. Entonces, sobre todo a partir del añito, es cuando empiezan a rechazar estos alimentos. Luego esto se mejora. en la adolescencia empiezan a aceptar más alimentos, más vegetales. Pero hay una etapa en la que sí que es cierto que el rechazo a las verduras es muy, muy habitual. Podemos usar algunas estrategias para ayudarles a mejorar la aceptación de las verduras. En primer lugar, no insistirles.

No forzarles. Es totalmente antiético estar obligando a un niño a comer algo que no le gusta de ninguna manera, como nunca lo haríamos con un adulto. Pero es que además si le estamos insistiendo, lo que vamos a hacer es que esa aversión aun aumente. Cuando alguien te fuerza a comer algo que no te gusta, es como que le coges más manía.

- De hecho, anda que no hay adultos con traumas infantiles porque les han obligado a comer algo.

Eso es, sobre todo en el comedor escolar. Cuando hay niños pequeñitos que, en el colegio, les han obligado, les han forzado a comer un alimento, incluso cuando son adultos, aún tienen trauma, digamos, de esa aversión. En primer lugar, nunca forzarlas, nunca obligarlas a comer algo que están rechazando. Pero lo que podemos hacer es seguir ofreciéndoselo regularmente. Es decir, no porque no le gusta la verdura, decimos, bueno, pues ya no le doy verdura nunca más. Seguimos ofreciéndola sin insistir, pero se la ponemos en el plato, en poquita cantidad, pero se la ponemos en el plato. No le obligamos a comérsela, pero bueno, le ponemos un trocito, se la ponemos en el plato, para que poco a poco se vaya familiarizando, vaya viendo que es importante incluir las verduras en nuestras comidas en poca cantidad. Eso sí es muy importante, no hay que llenar el plato de verdura ni mucho menos. Si, por ejemplo, si hacemos, no sé, brócoli para comer, no le vamos a poner un plato lleno de brócoli, pues le pondremos uno o dos trocitos y después el resto de la comida.

- ¿Es importante la forma en que ofrecemos la comida al niño? Porque ahora que hablas del plato gigantesco, ¿cuál es la forma mejor de que un niño le apetece probar algo o que al menos pueda probarlo en un futuro?

Pues es muy buena pregunta porque otro de los recursos que facilitan mucho que se anime a probar las verduras o los alimentos que está rechazando precisamente es algo que se llama “sabor-sabor”, que es ofrecer el alimento que está rechazando junto con un alimento que acepte muy bien o que le guste mucho. Por ejemplo, si le gustan mucho las patatas fritas y está rechazando calabacín, le podemos ofrecer el calabacín, por ejemplo, a la plancha o rebozado, junto con patatas fritas. Entonces es más probable que se anime a probar ese calabacín si está junto con un alimento que le gusta mucho. O, por ejemplo, las texturas crujientes suelen atraer mucho a los niños. Pues en lugar de ofrecerle el calabacín a la plancha o al horno o en una tortilla, pues se lo ofrecemos rebozado, que esté crujiente. Todo esto va a facilitar que se anime a probar este alimento que está rechazando. Y por supuesto, lo que hablábamos antes, que participe en la compra, en el cocinado, todo esto va a ayudarle a sentirse participe de su propia alimentación y que se anime a probar estos alimentos que está rechazando. Porque claro, es mucho más atractivo cuando lo preparas tú mismo, te sientes mucho más orgulloso de tus creaciones, entonces te animas a probar esos platos.

- Entiendo que, por ejemplo, a veces nos obsesionamos con que coma de todo cuando en realidad, y corríjame si me equivoco, lo importante es que tenga todos los nutrientes necesarios de cada grupo de alimentos.

Por ejemplo, si nuestro niño come muy bien tomate, entonces ¿tampoco nos tenemos por qué preocupar porque no coma brócoli?

Eso es, exacto. Es que es mejor que coma poco, variado y sano a ofrecerle alimentos que no son saludables o a insistirle para que coma ciertos alimentos y que al final pues lleve a una dieta que no es adecuada o que tenga una mala relación con la comida a largo plazo.

Entonces no hay ningún problema porque solo coma plátanos de merienda o que coma tomate cada día. Si por ejemplo le gusta el plátano, puede comer cada día plátano y se puede comer tres, cuatro plátanos al día, no hay ningún problema.

- ¿Cuál crees que es hoy por hoy el mayor problema de nutrición que tienen los niños?

Pues quizá sería el consumo de azúcar.

- ¿Cómo se ataja este problema?

Cuando se ofrecen este tipo de productos insanos a los niños y a las niñas es por desinformación. Porque al final la industria alimentaria infantil nos hace creer que este tipo de productos son los mejores para ellos, que les ayudan a crecer, que van a estar más sanos, que van a estar más fuertes. Bueno, ahora por suerte ya no hay esas campañas publicitarias como había hace algunos años, como el famoso primo de Zumusol, pero se sigue haciendo campañas de marketing que son súper agresivas y lo que hacen es confundir a las familias y hacerles creer que este tipo de productos son los mejores para sus hijos y son los que necesitan y son mejores que la comida casera. Entonces, pues, evidentemente, lo hacen con toda su buena intención y lo hacen por desinformación. Y hay algo que pasa también y es que tradicionalmente se ha asociado la felicidad de los niños al dulce. Muchas personas con toda su buena fe y con todo su corazón estén ofreciendo ese tipo de productos a los niños pensando en que de alguna manera los van a hacer más felices cuando los niños al final no necesitan azúcar ni para crecer ni para ser felices.

- ¿Eres optimista? ¿Van a comer mejor los niños de ahora de lo que comíamos nosotros? Las estadísticas de obesidad infantil parecen indicar lo contrario, aunque los padres estén mejor informados.

Es muy interesante lo que dices, porque sí que es cierto que antes cuando se daba un Cola Cao a un niño se hacía pensando que estaban haciendo lo correcto. Ahora cuando ofrecemos Cola Cao lo ofrecemos sabiendo que no es el producto más adecuado para él. Entonces, eso es bueno. Y sobre todo ahora hay acceso a más información. Las familias están mucho más informadas y tienen acceso a informarse más. Entonces, yo creo que eso es muy bueno. Y yo sí, yo creo que la cosa cada vez va a ir mejor, que vamos a tener mucha más información, que las familias cada vez están más preocupadas por la alimentación de los niños y las niñas.

Y que, por supuesto, aunque nosotros hayamos crecido con leche con Cola Cao y galletas, que la situación puede mejorar.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Grupo Planeta

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