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Sobremedicación contra la fiebre infantil

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Lucia

La sobremedicación contra la fiebre infantil es un problema común que puede tener consecuencias graves para la salud de los niños. La fiebre es una respuesta natural del cuerpo a una infección o enfermedad y, en la mayoría de los casos, no es necesaria la medicación para tratarla. De hecho, la fiebre es a menudo una señal de que el cuerpo está combatiendo la infección y fortaleciendo el sistema inmunológico. Cuando la fiebre es menor a 38,5 grados Celsius, lo mejor sería no medicar a un menor, sugieren en Deia.

Según la Encuesta Nacional sobre Salud Infantil del Hospital Infantil C.S. Mott de la Universidad de Michigan, no es nada recomendable combatir esa calentura leve. La mitad de los padres utilizaría medicamentos si la fiebre estuviera entre 38 y 39 grados, y una cuarta parte administraría otra dosis para evitar que la fiebre reapareciera.

  “A menudo los padres se preocupan porque su hijo tiene fiebre y quieren hacer todo lo posible para reducir su temperatura. Sin embargo, puede que no sean conscientes de que, en general, la razón principal para tratar la fiebre es simplemente mantener a su hijo cómodo”, apuntan los expertos.

  “Algunos padres se apresuran a medicar a sus hijos, pero a menudo es mejor dejar que la fiebre siga su curso. Bajar la temperatura de un niño no suele ayudar a curar su enfermedad más rápidamente. De hecho, una fiebre baja ayuda a combatir la infección. También existe el riesgo de administrar demasiada medicación cuando no es necesaria, lo que puede tener efectos secundarios”, destaca.

Cómo tomar la temperatura

El método utilizado para tomar la temperatura de un niño es importante y puede afectar a la exactitud de la medición. Muchos padres toman la temperatura a sus hijos mediante la exploración de la frente o la boca, y en menor medida utilizan los métodos del oído, la axila o el recto.

  Es importante conocer que los termómetros a distancia en la frente o dentro del conducto auditivo pueden ser precisos si se utilizan correctamente, mientras que las lecturas en la frente pueden ser inexactas si el escáner se mantiene demasiado lejos o si la frente del niño está sudorosa. Asimismo, los termómetros de oído no son muy recomendados para los recién nacidos, ya que el cerumen también puede interferir en la lectura. En el caso de los lactantes y los niños pequeños, la temperatura rectal es la más precisa. Cuando los niños son capaces de mantener el termómetro en la boca cerrada, la temperatura oral también es precisa, mientras que la axila es el método menos exacto.

Independientemente del dispositivo utilizado, es importante que los padres revisen las instrucciones para asegurarse de que el método es adecuado para la edad del niño y de que el dispositivo se coloca correctamente al medir la temperatura.

La inmediata de la toma de temperatura ante el más mínimo síntoma de fiebre es otro de los hábitos más comunes entre padres y madres, mientras que son muy pocos los que esperan a ver si el problema continúa o empeora antes de tomar la temperatura.

Hay también quien prefieren probar métodos como un paño frío antes de utilizar medicamentos antifebriles y son la mayoría los que controlan la hora de cada dosis y vuelven a tomar la temperatura de su hijo antes de darle otra dosis.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Victor Abellón / Flickr

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