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Cómo proteger a tu bebé del frío invernal

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Lucia

Los bebés son especialmente susceptibles a los cambios de temperatura, y como sabes estamos padeciendo en gran parte del país una temible ola de frío. Ni debe enfriarse ni tampoco debes llenarlo de ropa y ahogarlo con la calefacción al máximo. Ambas cosas son desaconsejables, dice Ser Padres.

La temperatura ideal dentro de casa en invierno debería rondar los 23 o

24 grados, tanto si se trata de un recién nacido como de un bebé más grande. Un consejo: en casa y en la calle lo mejor es vestirle con capas (sin pasarse). Embutido en un buzo no podrá moverse con soltura y, además, las capas permiten vestirle y desvestirle o comprobar su temperatura de forma más rápida, fácil y cómoda. Otra ventaja: al cambiarle el pañal, si está vestido con capas, se evita que el bebé esté completamente desnudo y pase frío.

¿Y cómo se sabe si pasa frío?

Los pequeños (sobre todo los recién nacidos) casi siempre tienen los pies fríos, por eso es bueno taparlos con patucos o calcetines. Pero eso no significa que en realidad estén pasando frío. Los lugares más adecuados para saber su temperatura corporal son la nuca, la frente y el cuello. Por lo tanto, bastará con tocarles en esas zonas y si están calientes y sudadas o si están fresquitas, actuar en consecuencia.

También hay bebés que se ponen coloradetes con el calor, hay que estar atentos a sus mejillas para quitarles alguna prenda si se observa que se están poniendo rojas.

Las calefacciones –como los aires acondicionados– tienden a resecar la piel y las mucosas. Por eso, si la casa y especialmente su habitación está muy seca, no está de más colocar recipientes de agua sobre las calefacciones o, mejor aún, contar con un humidificador. Además, si la piel del pequeño se cuartea o está enrojecida por la sequedad, también se puede usar una crema hidratante neutra para bebés.

¿Cuánto debe durar el baño?

La hora del baño del bebé no debe durar... una hora, ni muchísimo menos.

En invierno bastará con darle un baño corto, de menos de diez minutos, en agua tibia y en un ambiente de unos 24 grados (o un poquito más). Si el baño está muy frío, no es mala idea calentarlo unos minutos antes con un calefactor. Y si se puede poner su toallita y pijama sobre una fuente de calor para que el cambio de temperatura que sufra el bebé no sea drástico, mejor que mejor. Pero hay que tener mucho cuidado y comprobar que la ropa no se ha calentado demasiado.

Por la noche, el cuarto del niño no debería estar demasiado caliente, la temperatura ha de oscilar entre los 20 y los 22 grados. Lo ideal es que duerma con un pijama calentito que le cubra los pies, mejor que taparle con mantas gordas (los bebés se mueven mucho y terminan destapándose).

Se recomienda estar atentos a la dinámica del pequeño por la noche: si es de los que no paran quietos en la cuna, un saquito de dormir le vendrá mejor que una manta. Así se evita que se destape o, incluso, que se cubra la cara y corra riesgo de asfixiarse o de pasar un mal rato.

Fuera de casa

A los bebés de doce meses y mayores se les viste con la misma cantidad de ropa que a un adulto. Los más pequeños necesitarán una capa más. Y otra cosa: es importante evitar salir a la calle a primera y última hora del día, cuando más frío hace. Los bebés menores de dos años son los más susceptibles a sufrir hipotermias y congelación, así que si el paseo en el parque es solo un paseo, todo irá bien. Pero sentarse en un banco a pasar la tarde en un día desapacible o particularmente frío no es muy aconsejable. Los especialistas sugieren que en caso de duda, si el bebé es menor de seis meses, mejor quedarse en casa. Un día de lluvia, nieve o viento frío no invita a pasear y tampoco es pertinente arriesgarse.

Pero si ha llovido o nevado y es un día de invierno normal, un paseo por el parque para cambiar de aires no tiene por qué ser perjudicial.

Tipo de prendas para el bebé

Las prendas más indicadas durante los meses fríos son las que permiten que la piel respire, como el algodón o la lana. Y no hay que olvidarse de las manoplas, de unos calcetines gruesos ni del gorro, pues los bebés pierden mucho calor por la cabeza y hay que contar, además, con que aún no tienen mucho pelo. Las bufandas no son una buena idea todavía, ni las prendas con cordones cerca del cuello, porque pueden provocar enganchones y, en el peor de los casos, asfixia.

Si durante el paseo sus labios adquieren un tono azulado y su nariz, punta de los dedos u orejas están pálidas, entonces estará pasando frío.

Si su nuca está caliente o sudorosa y sus mejillas sonrosadas, tiene un sarpullido en el pecho o barriga, entonces estará pasando calor. Otro síntoma a tener en cuenta es si de pronto está sobreexcitado o letárgico, signos de estar incómodo por calor o frío.

A los niños se les pueden cortar los labios como a los adultos. Para prevenir la sequedad, podemos ponerles un poquito de vaselina neutra antes de salir a la calle. Y al igual que dentro de casa, si su piel está reseca o tiende a estarlo, le aplicaremos una crema hidratante minutos antes de abandonar la casa.

El absentismo crónico está ligado a problemas de salud como el tabaquismo y el uso de sustancias. Sin embargo, la baja asistencia escolar y el mal desempeño académico también tienen algunas repercusiones en la salud. Los adultos con menos educación tienen más probabilidad de ser desempleados, por ejemplo, y de decir que tienen poco control sobre sus vidas y falta de apoyo social. Esto puede dejarlos más vulnerables a los efectos psicológicos y físicos del estrés, tales como la depresión y a una disminución en la función del sistema inmunitario.

El informe subraya medidas comprobadas para mejorar la asistencia a la escuela, tales como lavarse las manos con más frecuencia, programas escolares para vacunar contra la influenza, acceso a enfermeras y consejeros en la escuela, y servicios médicos, de salud bucal y nutrición en situ (en el lugar).  La AAP recomienda a los pediatras y a sus colegas encargados del cuidado de los niños a promover la asistencia a la escuela.

A continuación, algunas de las recomendaciones de la AAP:

- Recalque la importancia de fomentar buenos hábitos de asistencia escolar tan pronto como en la edad preescolar. Pregunte cuántos días a faltado a la escuela en el mes previo durante cada consulta, cuando sea apropiado.

- Documente las necesidades médicas de los niños para pedir acceso a los servicios del Programa Educativo o el Plan 504 cuando sea necesario para mejorar sus oportunidades de aprendizaje.

- Exhorte a las familias a que comuniquen problemas de salud a la enfermera de la escuela.

- Ofrezca una guía clara sobre cuándo un niño debe quedarse en casa si está enfermo y cuándo puede asistir a la escuela. La pediculosis (piojos), por ejemplo, no es una razón para quedarse en casa y faltar a la escuela.

- Trate de no mandar excusas por escrito cuando la causa de la ausencia no lo amerita. Exhorte a los pacientes que se sienten suficientemente bien a que regresen a la escuela de inmediato después de sus citas médicas.

- Promueva medidas que funcionen para fomentar la asistencia a la escuela. Estas incluyen programas que evitan suspensiones y expulsiones y fomentan un ambiente favorable en la escuela.

"Promover una buena asistencia escolar es simplemente un buen método, dijo Elliott Attisha, DO, FAAP, y coautor de la declaración de política y miembro del Consejo de Salud Escolar de la AAP.

Photo: © Janko Ferlic / Pexels

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