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Los primeros 1000 días de vida marcarán su personalidad

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Lucia

Dicen expertos que la personalidad de tu hija o hijo depende en buena medida de sus 1000 primeros días de vida, esos dos años (se cuentan los nueve meses de gestación) en los que más se desarrolla el cerebro y, si bien la buena nutrición juega un papel fundamental, la neurología y la psicología nos indican que un buen vínculo madre-hijo contribuye también a producir modificaciones favorables. Pero si no se da esa buena relación, dejará cicatrices emocionales que podrían durar toda la vida, cuenta MDZ.

“Si una persona forjó en su primera infancia un vínculo saludable con su madre, favorece las chances de convertirse luego en un adulto seguro de sí mismo y que confía. Los niños que no desarrollan un vínculo pleno con su madre vivirán esa primera etapa de su vida en estado de alerta y es muy probable que todo ello impacte en su adultez. La madre brinda la contención sin la cual al niño le cuesta armarse emocionalmente”, explicó Maritchu Seitun, licenciada en Psicología, especializada en orientación a padres.

En ese vínculo con el bebé se va a instalar un modelo que se llama de ‘apego seguro’ o de ‘confianza básica’, que es la mejor base posible para que aprendan los niños, quienes tienen dos modalidades de

funcionamiento: la modalidad crecimiento y la modalidad defensa. Cuando el niño se está defendiendo porque la mamá se va a enojar, porque tiene miedo de que el papá le pegue o porque no sabe si va a haber comida en la mesa, está defendiéndose, entonces no puede crecer emocionalmente en su máximo potencial. Para desarrollarse sano y fuerte, física y emocionalmente, hace falta no estar protegiéndose.

“La persona que se va a ocupar de que el bebé esté en modalidad crecimiento la mayor parte del tiempo es, idealmente, la mamá. Claro que en situaciones excepcionales adonde la madre no está, otras personas pueden reemplazar ese rol de forma muy satisfactoria. Lo que va logrando un bebé en modalidad crecimiento con la mamá es este vínculo de ‘apego seguro’, que se traduce en sentir la tranquilidad de que hay alguien que se ocupa de mi supervivencia, entonces yo puedo salir a jugar”, subrayó la especialista, quien es Integrante y Coordinadora de los Equipos de Psicología de Niñez y Adolescencia del Centro Médico ‘Domingo Savio’ en San Isidro.

El impacto de esta relación de apego con la mamá es determinante, ya que para que el chico crezca y prospere tiene que sentirse seguro. Podemos vislumbrar el estilo de apego al separar al nene de la mamá. Un chico con apego seguro se va a alejar por un rato sin inconvenientes, pero al rato va a llorar y a reclamar a la mamá. No es necesariamente bueno que al niño no le cueste nada desapegarse de su madre; de hecho, eso podría ser un indicador de aspectos negativos de ese vínculo.

Los mil días se cumplen al iniciarse la ruptura de la simbiosis madre-hijo; hasta ahí el niño no termina de interpretar que es una persona separada de su mamá. En contrapartida, el papá tiene en toda esta etapa una tarea fundamental, que es justamente la de asumir el rol de venir a abrir ese vínculo simbiótico, y es muy importante que él cumpla con esa tarea. El papá le muestra al niño todo lo fascinante que existe más allá de la mamá: otro estilo de juego, otra forma de alzarlo, otra manera de acariciar, otros aromas, texturas. Si no hay papá, la mamá debe encontrar otra persona, no hace falta que sea un hombre: puede ser la tía o un amigo de la familia, pero el bebé tiene que saber que existe un mundo más allá de la mamá.

“También es importante para la relación madre-hijo la historia de esa mamá y su vínculo con su propia madre. Uno cuida con el cuidado que recibió, pero si esa mujer tuvo un mal vínculo de apego en su crianza, un vínculo de apego no seguro, existe cierta evidencia científica de que se produce un impacto a nivel genético, que en cierta medida condicionaría el tipo de apego que ella podrá ofrecer a su hijo” destacó la Lic. Seitun.

Recomendaciones para una mamá durante los primeros mil días

1) Embarazo óptimo: Propiciar las condiciones óptimas durante los 9 meses de gestación para disponer todo de manera de poder establecer el mejor vínculo posible con el recién nacido desde el primer momento.

2) “Esto no es eterno”. Los primeros meses pueden ser traumáticos y producen cierto desencanto. La mamá se siente algo sola, toda su realidad se dio vuelta y vivió una revolución hormonal. Ella necesita saber que esta etapa no dura para siempre y se supera.

3) Vínculo seguro. Promover ese vínculo seguro que le dé toda la confianza al niño para que pueda comenzar a desenvolverse en el mundo como un individuo pleno es el mejor regalo que una mamá le puede hacer a su bebé. Así, ella está disponible para su hijo, para potenciar su personalidad y el bebé confía en ella. Esa “mamá buena” y ese vínculo seguro se internalizan y lo acompañan por el resto de su vida.

4) Tiempo de Calidad. Las mamás que dejan la casa varias horas para trabajar tienen que aprovechar cada oportunidad de encuentro con su bebé y disponer de alguien que pueda seguir ofreciéndole todo lo que necesita.

5) Disfrutar del bebé. Ante el nacimiento del primer hijo, la mamá es inexperta, involuntariamente se equivoca más y todo le cuesta mucho. Con los siguientes nacimientos, todo se vive en forma menos traumática y una aprende de sus errores, capitaliza la experiencia. Pediatra, abuela, y amigas son indispensables para sortear esos primeros momentos difíciles y poder disfrutar un poco más.

Photo: © Polina Tankilevitch / Pexels

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