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Los factores personales y su influencia en la decisión de ser padres y madres

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En un mundo donde las tasas de natalidad en países industrializados siguen en descenso, entender las motivaciones detrás de la decisión de tener hijos se ha convertido en un rompecabezas para demógrafos y sociólogos. Un estudio reciente liderado por Steffen Peters, investigador del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica, arroja luz sobre cómo los rasgos de personalidad —como la empatía o la extroversion— interactúan con esta elección, revelando conexiones sutiles y, en ocasiones, contradictorias.

Desde mediados del siglo XX, países como Alemania, Japón o Italia han experimentado una caída sostenida en sus tasas de fecundidad, fenómeno conocido como la segunda transición demográfica. A diferencia de la primera transición —vinculada a mejoras en salud pública y reducción de mortalidad infantil—, esta etapa se asocia a cambios culturales profundos. "El individualismo, la priorización de la autorrealización y la flexibilización de roles de género han redefinido la percepción de la paternidad", explica Peters. En este escenario, decisiones como tener hijos —o cuántos tener— se toman de manera más deliberada, lo que abre la puerta a factores psicológicos como la personalidad.

El modelo de los cinco factores: una brújula para medir rasgos

El estudio, publicado en Genus, se basó en el modelo de los cinco grandes rasgos de personalidad (Big Five):

-Empatía (Agreeableness): Capacidad de cooperación y sensibilidad hacia los demás.

-Responsabilidad (Conscientiousness): Organización y disciplina.

-Extroversión: Sociabilidad y búsqueda de estímulos externos.

-Neuroticismo: Tendencia a experimentar emociones negativas como ansiedad.

-Apertura a la experiencia: Curiosidad e interés por lo novedoso.

Utilizando datos del Panel Socioeconómico Alemán (SOEP), que sigue a miles de hogares desde 1984, Peters analizó cómo estos rasgos se relacionan con la probabilidad de tener un primer o segundo hijo.

Hallazgos clave: La paradoja de los extrovertidos

El resultado más llamativo fue la relación ambivalente de la extroversión con la paternidad. En hombres, este rasgo mostró una correlación positiva con la llegada del primer hijo, pero negativa con el segundo. "Los hombres extrovertidos suelen tener habilidades sociales que facilitan encontrar pareja, un paso clave para formar familia", señala Peters. Sin embargo, una vez convertidos en padres, enfrentan un dilema: la crianza limita su vida social, generando insatisfacción. "Para alguien que disfruta de salir con amigos o actividades grupales, la reducción abrupta de su tiempo libre puede ser abrumadora", añade. Esto, sugiere el estudio, disuadiría de ampliar la familia.

En contraste, en mujeres no se halló vínculo entre extroversión y maternidad, un hallazgo que contradice investigaciones previas realizadas en otros países. Peters plantea que factores culturales, como roles de género más tradicionales en Alemania, podrían amortiguar este efecto en las madres.

Empatía: Un puente hacia la paternidad, pero no garantía

La empatía mostró una correlación leve pero positiva con la decisión de tener un primer hijo. "Quienes puntúan alto en esta característica podrían sentirse más atraídos por el cuidado y la conexión emocional que implica la paternidad", explica el investigador. No obstante, este rasgo no influyó en la probabilidad de tener un segundo hijo, lo que sugiere que experiencias previas —como el desgaste físico o emocional— cobran más peso tras el primer embarazo.

El estudio destaca que la personalidad no es estática. Eventos vitales mayores, como el nacimiento de un hijo, pueden alterar rasgos. "La responsabilidad suele aumentar en nuevos padres, mientras que la apertura a experiencias podría disminuir por las demandas de la crianza", comenta Peters. Estos cambios, a su vez, afectan decisiones futuras: un hombre que desarrolla mayor neuroticismo tras el primer hijo podría evitar un segundo por miedo al estrés adicional.

Políticas públicas y el rompecabezas de la natalidad

Aunque el estudio se centra en factores individuales, Peters enfatiza que el contexto sociopolítico es crucial. En Alemania, donde la licencia parental remunerada es de hasta 14 meses y hay subsidios por hijo, las presiones económicas son menores que en países sin estas redes. "Pero incluso con apoyo estatal, la percepción de pérdida de libertad personal puede pesar más que los incentivos económicos para algunos perfiles de personalidad", advierte.

Limitaciones y futuro de la investigación

El trabajo tiene limitaciones: no considera la diversidad familiar (como parejas homosexuales) ni el impacto de la pandemia, que ha replanteado prioridades vitales globalmente. Tampoco analiza cómo la división de tareas domésticas entre padres afecta la disposición a tener más hijos. "Sería revelador estudiar si hombres que participan activamente en la crianza muestran patrones diferentes en sus rasgos de personalidad", propone Peters.

Conclusiones: Un diálogo entre el yo y la sociedad

La investigación subraya que la decisión de ser padres es un proceso dinámico, donde la personalidad interactúa con circunstancias externas. En sociedades que valoran la autodeterminación, comprender estos matices es clave para diseñar políticas que respeten las elecciones individuales mientras mitigan el declive demográfico. Como reflexiona Peters: "No se trata de convencer a la gente de tener hijos, sino de crear entornos donde quienes deseen ser padres puedan hacerlo sin sacrificar su identidad".

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Medium

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