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Una alimentación infantil equilibrada hace innecesarias vitaminas y complementos

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Lucia

Los pediatras sostienen que una dieta equilibrada en los niños, con todos los nutrientes recomendades y sin exceso de azúcares o hidratos de carbono y grasas saturadas, convierten en innecesarias las pastillas con vitaminas, minerales y otros complementos en los niños, dice El Correo.
Leche de crecimiento, gotas polivitamínicas, cápsulas de vitaminas y minerales, preparados con proteínas, grasas e hidratos de carbono… La oferta de complementos alimenticios infantiles es enorme y suele convertirse en una vía para muchos padres y madres que ven con preocupación cómo su hijo no llega a la talla media establecida y las comidas se convierten en una auténtica lucha para salir de los macarrones con tomate y la pechuga de pollo a la plancha. Pero, aunque se venden en farmacias y se anuncian en la televisión ¿son realmente necesarios?
Para los pediatras, la respuesta es sencilla. Un niño bien alimentado no tiene por qué necesitar suplementos nutricionales. Basta con una dieta equilibrada en la que estén presentes de manera proporcionada alimentos de los cuatro grupos de la pirámide alimenticia. Los expertos coinciden en que el periodo más rápido de crecimiento y el que requiere de mayor aporte nutricional es el primer año de vida y en especial los primeros seis meses. Luego, entre los 3 y los 12 años, el crecimiento es menor y si los niños comen menos es porque su cuerpo necesita menos energía. Es en este momento, en el que los padres y madres pueden obsesionares con la talla de sus hijos.
Sin embargo, para José Manuel Moreno Villares, coordinador del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la AEP, «no es cierto que los complementos vitamínicos mejoren el crecimiento». Su uso no está indicado en niños malos comedores o comedores caprichosos ni en aquellos que son más pequeños que sus compañeros y que no tienen enfermedad de base. Es más Moreno recuerda que algunas vitaminas como las liposolubles, en especial la vitamina A o la D, tiene « riesgo de toxicidad cuando se consumen en exceso». Otros expertos hablan de que el consumo de complementos alimentarios cuando no son realmente necesarios puede generar pérdida de apetito, exceso de calorías y problemas de obesidad.
Según el experto, los complementos vitamínicos tienen como objetivo «cubrir una deficiencia» como el uso de suplementos de hierro en el caso de anemia por falta de hierro o de ferropenia, aunque no haya anemia.
También puede consumirse para «prevenir su paración a través de vitamina D en todos los bebés para la prevención del raquitismo o la vitamina K al nacer para evitar la enfermedad hemorrágica del recién nacido».
Así mismo, los suplementos de varias vitaminas y minerales pueden usarse en etapas de convalecencia de enfermedades o en otras situaciones en las que la alimentación es insuficiente o poco equilibrada. Este es el caso de las alergias alimentarias múltiples o las dietas muy restrictivas como las veganas.
No crece, ¿qué le doy?
Hay que distinguir qué se entiende por «problemas de crecimiento» y de qué edad se trata. Lo cierto es que la talla depende del origen étnico de los padres y de su estatura. Pero también puede ser causa de otros factores. Según José Manuel Moreno, «en general en los niños más pequeños, el crecimiento inadecuado tiene más que ver con la cantidad de alimentos que tomen y la existencia de enfermedad, fundamentalmente digestiva; mientras que, en los más mayores, hay que ver también problemas endocrinológicos».
No obstante, en todos los casos «lo importante es determinar si existe una enfermedad o si se trata de un niño sano que puede o no tener problemas en relación con su alimentación», explica. Por ello, dar suplementos de vitaminas o minerales sin saber si existe un problema «no está justificado».
Raquitismo y vitamina D
El raquitismo es la enfermedad más común del hueso en crecimiento. Según los pediatras, esta enfermedad se produce por la falta de vitamina D, calcio o fósforo, lo que conlleva unos huesos blandos, deformados y con retraso en su desarrollo. «Aunque en los países desarrollados no es una enfermedad frecuente, la forma de vida actual conlleva que los niños tengan unos niveles bajos de vitamina D» por una menor exposición al sol, explican.
Esa vitamina D se produce en la piel por exposición al sol, pero también llega a nuestro organismo a través de la dieta. Hay pocos alimentos que contengan vitamina D, y uno de ellos es la leche.
Cuando falta vitamina D, no se puede absorber el calcio y el fósforo de los alimentos en las cantidades adecuadas. «Al disminuir el calcio de la sangre, se ponen en marcha mecanismos (extracción de calcio y fósforo de los huesos) para restablecer los niveles normales en sangre de dichos minerales, lo que explica que los huesos se vuelvan blandos y débiles», asegura la AEP.
El doctor José Manuel Moreno insiste en que la vitamina D es una vitamina muy importante para muchas funciones en el organismo, en especial para la salud ósea. La recomendación de todas las Sociedades Científicas Pediátricas es la suplementación con vitamina D (400 UI/día) a todos los niños menores de un año, con independencia del tipo de lactancia que reciban. «Por encima del año se recomienda la suplementación en niños con algunas enfermedades, pero no rutinariamente en toda la población», explica el especialista.
Photo: © Bicanski / Pixnio

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