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Los beneficios de los cuentos en el desarrollo infantil

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La imagen de una madre o un padre leyendo un cuento a su hija o hijo puede parecer algo del pasado, cuando lo más sencillo parece ser darle un dispositivo electrónico y que el veo lo que quiera. Sin embargo, los expertos defienden la vigencia de la tradición, ya que escuchar o leer ellos mismos un cuento les aporta múltiples beneficios, dice 20 Minutos.
‘’Quien narra un cuento, gobierna el mundo’’, decían los indígenas americanos. Eran sabios. Los cuentos no son inocuos. Varias universidades de Estados Unidos y de Inglaterra han estudiado el efecto que tienen en el cerebro de los niños. No solo consiguen incrementar su capacidad de aprendizaje, también moldea su capacidad de establecer relaciones con los demás. Por tanto, leer cuentos a los niños –así como que los lean ellos mismos- siempre resulta beneficioso para el desarrollo intelectual. No obstante, no todos los cuentos favorecen el desarrollo de sus valores y su habilidad para relacionarse con otras personas, o consigo mismos. Esto sitúa a los adultos de referencia, familia y profesorado, ante una gran responsabilidad a la hora de escoger los textos para nuestros pequeños.
Hoy, nadie duda de que la forma en que nutrimos el cuerpo físico de nuestros hijos es primordial.  Pero no es menos importante decidir cómo nutrimos su cuerpo emocional, su alma. Igual que alimentar con excesos de azúcar y procesados a los niños resulta peligroso para su salud física, alimentarlos con cuentos inapropiados también lo es para su salud emocional.
Una vez que somos conscientes de la influencia que tienen los cuentos en sus cerebros y en sus almas, no tenemos otra opción que conquistar la destreza de escoger aquellos textos que alfabeticen sus emociones. Es decir, cuentos que les eduquen a través de las historias de sus personajes en la identificación y la gestión de las emociones, pero también valores como la empatía y la resolución positiva de conflictos.
Podemos comenzar esta compleja tarea teniendo en cuenta cuatro aspectos básicos. A la hora de escoger un cuento, asegúrate de que se cumplen:
¿Cómo escoger los mejores cuentos?
1. Que el cuento sea un cuento.
Hasta el siglo XVII no existían cuentos infantiles. Ahora no caben en las estanterías de las librerías. Aunque llamamos cuento a la mayoría de las publicaciones infantiles, no todas lo son. Un cuento narra una trama en la que hay una introducción, un nudo y un desenlace. Relata una historia en la que los personajes se encuentran con desafíos y se enfrentan a ellos. No es un manual para que los niños conozcan las emociones o cuales son los actos de gratitud, por ejemplo. Por eso es importante que los pequeños abran y cierren historias en su imaginación gracias a los cuentos.
2. Que la historia del cuento les emocione y estimule su imaginación.
Los cuentos que logran conectar al pequeño con la historia y sus protagonistas son aquellos que le educan, que le llegan. Son recomendables los que apelan a su imaginación y fantasía, en lugar de optar por aquellos que se centran en reproducir situaciones cotidianas.
Por ejemplo, un cuento que gire alrededor de unas zapatillas puede ser muy emocionante si los protagonistas pueden volar con ellas al país de los duendes. No lo será tanto si el cuento se centra en el conflicto que generan esas zapatillas entre un padre y un hijo porque este, al llegar a casa, las ha dejado tiradas delante de la puerta. Este tipo de cuentos puede resultar muy tentador para los adultos, que buscan un impacto sobre el comportamiento de los niños. Sin embargo, no fomenta la educación emocional.
3. Que todas las emociones que sientan los protagonistas sean aceptadas y validadas.
Hay buenos y malos comportamientos, pero no existen emociones buenas o malas. Las emociones se sienten, no se pueden evitar cuando aparecen.
Por tanto, si queremos aprender a decidir qué hacer con lo que sentimos, es decir, a gestionar nuestras emociones, lo primero es aceptarlas y validarlas. Seleccionemos cuentos en los que ninguna emoción se juzgue negativamente, ya que sería como sembrar una semilla para la represión.
Hay que evitar expresiones como:
    ‘’Mi amor, los elefantitos buenos no se enfadan. Tú eres un elefantito bueno’’, dijo la mamá elefante a su hijito para calmar su rabia.
    ‘’Carlitos, no llores, ya sabías que tu amiga la libélula iba a morir. Ahora lo mejor es recordar todo lo bueno que has vivido con ella’’, le dijo su amigo Hasan al verle llorando delante de la libélula, que ya había consumido su único día de vida.
    ‘’Samanta, los monstruos no existen. No tengas miedo. Tienes que ser valiente’’, le dijo su papá antes de irse a dormir, cuando comprobó que estaba temerosa al apagar la luz.
4. Que el mensaje final esté relacionado con la bondad y la belleza (también de las ilustraciones) Si te cuesta encontrar cuentos que cumplan estos criterios, te sugiero que tunees los que tienes en casa. O mucho mejor: crea tus propios cuentos. Al menos, mientras que una nueva generación de cuentos para la alfabetización emocional está disponible en las librerías.
Photo: © Cottonbro / Pexels

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