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Ideas para planificar el mejor verano para niños en edad preescolar

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El final del año escolar marca el inicio de un período clave para los niños en edad preescolar: el verano. A diferencia de los niños mayores, cuyas vacaciones pueden incluir campamentos estructurados o actividades académicas, los más pequeños (entre 3 y 5 años) requieren un equilibrio entre diversión, descanso y estímulos que favorezcan su desarrollo sin sobrecargarlos. Planificar estos meses no se trata solo de "mantenerlos ocupados", sino de crear un ambiente donde puedan explorar, aprender jugando y adaptarse a rutinas más flexibles.

1) Establecer una rutina flexible pero consistente

Aunque el verano invita a la espontaneidad, los niños preescolares se benefician de cierta estructura. "No se necesita un horario rígido, pero sí una secuencia predecible de actividades que les dé seguridad", explica Ana Martínez, educadora infantil. Un esquema básico podría incluir:

-Mañanas activas: Paseos al aire libre, juegos en el parque o actividades sensoriales (como pintura con dedos o juegos con agua).

-Tardes tranquilas: Siestas, lectura de cuentos o tiempo libre para jugar en casa.

-Noches familiares: Cenas compartidas y actividades relajadas, como observar las estrellas o escuchar música.

Evitar el exceso de pantallas en estas edades es crucial. Según un estudio de la Universidad de Queensland, el uso prolongado de dispositivos en niños pequeños se asocia con mayor irritabilidad y dificultades para concentrarse.

2) Aprovechar los recursos comunitarios

Muchas localidades ofrecen opciones accesibles para esta etapa:

-Bibliotecas públicas: Suele haber cuentacuentos o talleres de manualidades gratuitos.

-Piscinas municipales: Las sesiones de natación para preescolares no solo son refrescantes, sino que mejoran su coordinación motora.

-Huertos urbanos: Actividades como plantar semillas o regar ayudan a conectar con la naturaleza.

"Los niños aprenden mucho en entornos no académicos. Un día en el mercado local, por ejemplo, puede convertirse en una lección sobre colores, texturas y comunicación", sugiere Martínez.

3) Juego libre: la herramienta más poderosa

El juego no dirigido es esencial para el desarrollo cognitivo y emocional. "No hay que subestimar el valor de dejar que un niño invente sus propios juegos con cajas de cartón o palos del parque", afirma el psicólogo infantil David García. Ideas simples:

-Rincón de arte: Con materiales reciclados (rollos de papel, tapones) para crear sin instrucciones.

-Juegos de roles: Cocinitas, disfraces o "viajes al espacio" estimulan su imaginación.

-Exploración al aire libre: Recolectar hojas, saltar charcos o observar insectos fomenta la curiosidad.

4) Socialización en pequeños grupos

Tras el curso escolar, algunos niños extrañan la interacción con sus compañeros. Organizar encuentros breves (2-3 horas) con otros niños evita el aislamiento:

-Citas de juego rotativas: En casas diferentes cada semana para repartir la logística entre padres.

-Grupos de padres en redes sociales: Plataformas como Facebook suelen tener comunidades locales que organizan salidas.

"En esta edad, las interacciones deben ser cortas y supervisadas. Dos niños jugando juntos es más manejable y enriquecedor que grupos grandes", recomienda el psicólogo infantil David García.

5) Preparación para el próximo curso escolar

Si en septiembre el niño empezará primaria, el verano puede usarse para reforzar habilidades básicas sin presión:

-Autonomía: Practicar abrocharse los zapatos, lavarse las manos solos o guardar juguetes.

-Motricidad fina: Recortar con tijeras de punta redonda o ensartar cuentas en hilos.

-Lectura compartida: 15 minutos diarios de cuentos favorece el lenguaje y la atención.

"Hay que evitar fichas o ejercicios formales. Aprenden más contando los escalones al subir o ayudando a medir ingredientes al cocinar", aclara Martínez.

6) Espacio para el aburrimiento (y por qué es beneficioso)

"No tengas miedo a que digan 'estoy aburrido'", advierte García. "El aburrimiento estimula la creatividad y la capacidad de resolver problemas". En lugar de ofrecer soluciones inmediatas, se puede:

-Proponer que dibujen lo que les gustaría hacer.

-Dar opciones limitadas ("¿Quieres jugar con plastilina o construir una torre?").

7) Adaptarse a las necesidades familiares

Para padres que trabajan, la planificación requiere más coordinación:

-Turnos entre cuidadores: Si los abuelos o una niñera participan, mantener una lista de actividades sencillas (ej.: "hoy toca experimento con hielo y colorante alimentario").

-Guarderías de verano: Optar por aquellas con enfoque lúdico y horarios reducidos (4-5 horas diarias).

El verano ideal para un preescolar no depende de grandes presupuestos o agendas repletas. Priorizar el juego, el contacto con la naturaleza y momentos de calma asegura que lleguen a septiembre renovados y con nuevas habilidades. Como resume Martínez: "Se trata de calidad, no cantidad. Un verano bien planificado es aquel en el que el niño termina feliz, habiendo explorado el mundo a su ritmo".

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Virginia State Parks

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