Celos y envidias en la infancia
Algunos de los sentimientos comunes en nosotros, los adultos, se dan agudizados en los niños. Por ejemplo, la envidia y los celos. El libro Emocionario, citado por La Nueva España, nos explica la diferencia entre estas dos emociones: “Los celos te dificultan compartir aquello que consideras tuyo, como el amor de un ser querido. La envidia, en cambio, no nace de lo que tú tienes, sino de lo que el otro tiene, es la tristeza que sientes cuando alguien posee algo que tú deseas”.
Vemos como un problema que nuestros hijos tengan celos o envidia. Son, sin duda, emociones poco agradables para quien las experimenta y también para nosotros como padres, ya que que debemos acompañarles y educarles en estas sensaciones. Estas emociones, junto a otras como la tristeza o el miedo, al considerarlas "negativas", las escondemos (“deja de pensar eso”), minimizamos o juzgamos a quien siente esa emoción (“eres malo por decir que odias a tu hermano”).
Pensamos que así haremos esa emoción más pequeña, que nuestros hijos dejarán de sentirla, pero esta forma de gestionar esta emoción no es muy acertada. La emoción escondida se hace más grande. Si juzgamos a nuestros hijos por la emoción que sienten iremos en contra de su salud emocional y además les haremos sentirse poco tenidos en cuenta.
¿Qué podemos hacer ante la envidia o los celos de nuestros hijos?
Podemos ayudar a nuestros hijos a gestionar la envidia y los celos con estos consejos:
- Entender que todas las emociones son válidas La maestra y psicopedagoga Mar Romera cuenta que “gracias a la neurociencia sabemos que no hay emociones buenas ni malas, lo más que podemos decir es que hay emociones agradables y desagradables. Las emociones no son cultura, son química. Nuestros niños y adolescentes necesitan vivirlas todas”. No podemos apartar las emociones negativas de nosotros, conforman nuestra persona.
- Ayudar a nuestros hijos a hablar de ellas y procesarlas Según la psicóloga Begoña Ibarrola, hablar de emociones con nuestros hijos es hacerles “un gran favor porque ellos van interiorizando su dimensión emocional" a la par que "van comprendiendo que esos fenómenos emocionales van intrínsecos a nuestra condición de seres humanos" y también "aprenden a conocer las emociones de los demás”. Asimismo, debemos ayudar a nuestros hijos a procesar su mundo emocional para que se pueda conectar tanto el hemisferio izquierdo del cerebro, encargado de las tareas lógicas y del autocontrol, como el hemisferio derecho, que es más emocional.
- Atender la emoción
Nos decía Begoña Ibarrola en esta ponencia que no debemos estar "tan pendientes de su comportamiento, que también es importante", pero que sobre todo hay que estar pendientes de su emoción, ya que "siempre antes de una conducta hay una emoción o un sentimiento. Si atendemos más a sus sentimientos y a sus emociones vamos a ser capaces de modular sus conductas. Cambiando su estado emocional cambiamos su conducta”.
Los celos entre hermanos se pueden entender como la expresión de la necesidad de atención o de tiempo en exclusiva. Entender y atender la emoción, encontrar tiempo para hablar con tu hijo sobre la misma y tratar de acordar maneras de satisfacer esa necesidad es importante para gestionar los celos de manera positiva.
- No alimentar la envidia y respetar su frustración
Fomentar la competitividad y comprar lo que nuestro hijo quiere porque lo tiene su amiguito son algunas de nuestras intervenciones que pueden hacer que la envidia crezca o se convierta en un patrón en la vida de nuestros hijos. Sin embargo, si hacemos entender a nuestro hijo que cada persona es única con sus potencialidades, que no tenemos que ser perfectos ni los primeros en todo y que es mejor cooperar que competir, podremos vacunar a nuestros hijos contra la envidia. Si además respetamos la frustración que le produce no tener algo que envidia de un amigo, sin juzgarlo por estar enfadado o triste y sin querer rescatarlo de esa frustración, estaremos ayudando a nuestro hijo a entender que no siempre se puede tener todo.
Photo: © PXFuel
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