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Cómo regañar “positivamente” a tus niños

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Lucia

Es inevitable que recurras alguna vez a una regañina cuando los niños se portan mal. En Hola nos cuentan que hay una forma de hacerlo que no será perjudicial para su autoestimada ni les generará potenciales problemas psicológicos.
Cómo actuar cuando se dan situaciones que ‘nos desesperan’
Existen aquellas situaciones o circunstancias que pueden llegar a exasperarnos e irritarnos especialmente. Las típicas rabietas de los 2 años, las mentiras, una conducta desobediente… En esos momentos: “Lo primordial es recordar que el adulto somos nosotros, por tanto, quienes tenemos mayores habilidades de autorregulación somos nosotros, una frase que ayuda es esa ‘el adulto soy yo, mi hijo aún no tiene los recursos suficientes para regularse’. Recordarlo es valioso a la hora de exigir que un niño tenga ‘un buen comportamiento’ cuando la realidad es que son niños y se comportan como tal”, dice Nubia y continua: “Lo que honestamente ayuda muchísimo es el autocuidado emocional. No responderá igual un adulto desgastado, agotado, incómodo… a un adulto descansado y seguro de querer ayudar a sus hijos con habilidades propias”, afirma.
A nivel práctico la experta aconseja ser capaces de relajarse y respirar para no gritar o actuar impulsivamente producto de la desesperación. Y también propone “salir del espacio donde esté ocurriendo la escena, tomarse un instante para evaluar lo sucedido, tomar agua…”.
Pautas generales para regañar al niño de forma positiva
Según la psicóloga infantil estas serían las pautas generales más importantes a la hora de comenzar a empatizar con nuestros hijos y salir de ese bucle que es el regaño, las ‘broncas’ y la actitud negativa.
“Empecemos porque la palabra regaño, en su uso coloquial representa un reclamo o grito. Si queremos criar con amor y respeto debemos empezar a utilizar las palabras correctas, entonces para poder disciplinar a los niños es importante”. Y enumera:
    Describir lo que se observa evitando frases o juicios (veo el cuarto desordenado, en vez de eres un desordenado).
    Mantener un tono de voz adecuado (no hace falta gritar, el grito genera miedo, no aprendizaje).
    Establecer rutinas, la estructura evita llamados de atención constantes.
    Acompañarles con palabras de acción (por ejemplo, vamos a recoger esta habitación, necesitas ayuda…).
    Brindar dos opciones válidas para el adulto (por ejemplo: deseas irte a bañar en el baño de arriba o el de abajo).
    Enfocarnos en aquellas acciones que el niño logra por sí solo alentándolos (por ejemplo: ¡cuánta dedicación pusiste a tus estudios, bien por ti!).
    Mantener un ambiente sano donde haya un equilibrio entre los limites y el amor y los padres trabajen en sus propias emociones para servir de guías.
Cómo aprender a establecer límites
Hay que saber que los límites es lo más preciado que vamos a inculcar a nuestros hijos desde que nacen y no debemos olvidar su naturaleza siempre será saltárselos: “transgreden la norma debido a que aún su cerebro no tiene desarrollado el frontal que es el que le permite el control de impulso y las funciones ejecutivas, por ende, el adulto debe acompañar el posible berrinche que se genere a partir de un límite”, explica Nubia.
Y además, nos explica que: “Existen tres limites no negociables: la salud (por ejemplo, los excesos de comidas o dulces), la seguridad (por ejemplo, la silla del coche) y el respeto (por ejemplo, no lastimar), el resto de los límites se enmarcan en estos tres y son analizados en base a cada familia”, concluye.
Photo: © mohamed hassan / PXHere

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