
El efecto terapéutico de la danza en niños con problemas
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La danza, como forma de expresión corporal y artística, ha sido reconocida a lo largo de los años por sus múltiples beneficios en la salud física y emocional. En el ámbito terapéutico, la danza se ha consolidado como una herramienta eficaz para mejorar el bienestar de niños con necesidades psicológicas especiales, tales como trastornos del espectro autista (TEA), trastornos de ansiedad, depresión, y problemas de comunicación y socialización.
La danza como terapia emocional
El concepto de "danza-terapia" se refiere a la integración del movimiento corporal en un proceso terapéutico destinado a promover la salud mental y emocional. En el caso de los niños con necesidades psicológicas especiales, la danza no solo favorece el desarrollo motor y físico, sino que también se convierte en un medio para explorar, expresar y procesar emociones que, de otra manera, podrían ser difíciles de comunicar.
A través de movimientos estructurados o libres, los niños pueden liberar tensiones emocionales y reducir el estrés. La danza permite a los pequeños expresar sus sentimientos de una forma no verbal, lo que resulta particularmente beneficioso para aquellos con dificultades de comunicación, como es el caso de muchos niños con autismo. De esta forma, la danza ofrece un espacio seguro para que los niños se conecten con sus emociones y encuentren formas más saludables de gestionarlas.
Mejora de la comunicación y las habilidades sociales
Uno de los principales beneficios terapéuticos de la danza en niños con necesidades psicológicas especiales es su capacidad para mejorar la comunicación y las habilidades sociales. Los niños que, en ocasiones, luchan por expresar sus pensamientos y emociones con palabras pueden encontrar en la danza una vía alternativa para conectarse con otros y consigo mismos.
En entornos grupales, la danza fomenta la interacción entre los niños, promoviendo la cooperación, el trabajo en equipo y la empatía. Las actividades de danza colectiva, como las coreografías en grupo o los juegos de movimiento, enseñan a los niños a seguir instrucciones, respetar turnos y compartir el espacio, lo que contribuye a desarrollar sus habilidades sociales y su capacidad para trabajar con otros.
Además, la danza puede ayudar a los niños a tomar conciencia de su propio cuerpo y mejorar la coordinación motora, lo que resulta beneficioso tanto para su bienestar físico como para su autoconfianza. Cuando un niño con dificultades de coordinación o control motor alcanza una meta en una clase de danza, como seguir un paso o realizar un movimiento con éxito, esto puede tener un impacto positivo en su autoestima.
La danza como herramienta para la regulación emocional
Los niños con necesidades psicológicas especiales, como aquellos que sufren de ansiedad o trastornos del estado de ánimo, a menudo experimentan dificultades para regular sus emociones de manera efectiva. La danza puede actuar como un canal para la autorregulación emocional, ayudando a los niños a manejar el estrés, la frustración y otras emociones difíciles.
A través de la danza, los niños aprenden a identificar sus sentimientos a través del cuerpo, lo que les permite tomar conciencia de cómo se sienten en determinados momentos. Esto es especialmente importante para aquellos con dificultades para reconocer y expresar sus emociones. En clases de danza terapéutica, los niños pueden aprender a usar el movimiento para calmarse o para liberar la tensión acumulada, lo que les da herramientas prácticas para afrontar situaciones emocionales complicadas en su vida diaria.
La danza y el autismo: una conexión especial
En particular, la danza ha demostrado ser una herramienta eficaz para trabajar con niños con autismo. Los niños con TEA suelen tener dificultades para procesar la información sensorial, y la danza ofrece una forma de integrar estos estímulos sensoriales de manera controlada y positiva. Los movimientos rítmicos y la música pueden ayudar a los niños a desarrollar su capacidad de atención, mejorar la percepción espacial y fomentar la interacción social.
Además, la danza puede facilitar la conexión emocional con los demás. Los niños con autismo a menudo tienen dificultades para establecer contacto visual y relacionarse con los demás, pero la danza puede ofrecer un medio alternativo para crear vínculos. Las sesiones de danza terapéutica permiten a los niños experimentar la conexión física con otros, sin la necesidad de hablar, lo que puede ser particularmente valioso para aquellos que encuentran desafiante el contacto social verbal.
Beneficios cognitivos y físicos de la danza
Los beneficios de la danza no se limitan al aspecto emocional. La práctica regular de la danza tiene un impacto positivo en el desarrollo cognitivo y físico de los niños. El aprendizaje de movimientos y secuencias rítmicas fomenta la memoria y la concentración, habilidades esenciales para el desarrollo académico y personal.
A nivel físico, la danza mejora la fuerza, la flexibilidad y la coordinación motora gruesa y fina. Esto es fundamental para niños con necesidades psicológicas especiales, ya que muchos de ellos presentan retrasos en el desarrollo motor o dificultades en la coordinación. La danza, al trabajar de manera integral el cuerpo y la mente, promueve una mejor salud física general, lo que también contribuye al bienestar emocional.
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