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Niños y Naturaleza: La responsabilidad de los padres

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Lucia

Papás y más no pueden darse por satisfechos con llevar a los niños de paseo al bosque, la montaña o el campo. Hay que aprovechar para mentalizarles sobre el necesario respeto al medio ambiente y los peligros que el abuso del ser humano puede generar en su contacto con él, dicen en Ecoticias.
Cualquiera que haya visto a un niño en un parque o caminando por un bosque, puede comprender la fascinación que la naturaleza ejerce sobre él. Es algo muy saludable, puesto que la estimulación de los sentidos es el primer paso para que su desarrollo sea tan sano como natural. La experimentación y el juego son dos de las mejores formas de aprender, puesto que los conocimientos se adquieren casi sin pensarlo..
Además de entender cómo y porqué suceden determinados fenómenos, el contacto directo con la naturaleza favorece el desarrollo de otras habilidades fundamentales para que un niño crezca sano y fuerte, física y emocionalmente, como son la creatividad, la empatía, la coordinación motora, el estado físico, la agilidad o el equilibrio.
Experiencias agradables con el medio ambiente
Si bien es muy divertido ir de excursión a un sitio diferente de vez en cuando, transformar el patio trasero o la terraza en un entorno ambientalmente educativo es mucho más eficaz, que un paseo aislado. Se pueden usar estrategias tan simples como colocar comederos de pájaros o plantar flores, hortalizas y hierbas en macetas. Recargar los comederos y regar las plantas debe ser una actividad conjunta y divertida, para adultos y niños.
No se puede pretender captar la atención de los pequeños por tiempos prolongados, pero un niño que realiza manipulaciones prácticas, que oye y mira los elementos de su entorno y lleva a cabo estas actividades bajo la guía de los adultos en los que confía, aprenderá de manera interesante y lúdica a apreciar y valorar y cuidar el entorno que lo rodea.
La demostración por parte de los adultos de un auténtico interés y disfrute por este tipo de actividades compartidas y por el mundo natural en general, será la mejor de las guías para los niños, para quienes imitar comportamientos, actitudes, inclinaciones, gustos y gestos es la manera más fácil de aprender.
La esencia de la educación ambiental orientada hacia los niños pequeños debe aprovechar el vínculo emocional que tienen con lo familiar y rutinario, para desarrollar un sentido de conexión con el mundo natural, mediante frecuentes experiencias positivas al aire libre, en las que tengan la oportunidad de explorar y disfrutar de la naturaleza, con la compañía y la guía de adultos realmente comprometidos con la tarea.
Los adultos deben modelar la actitud de los más pequeños frente al medio ambiente y hacerles ver su responsabilidad en su cuidado y preservación, pero no únicamente con palabras, sino mediante las rutinas correctas:
cuidado plantas y animales, desechando adecuadamente la basura y/o reutilizando y reciclando todos los materiales posibles. El ejemplo será el mejor aliado para un aprendizaje eficaz de la naturaleza.
Más aire puro y menos encierro
Los padres, tutores y cuidadores deberían ocuparse activamente de poner a los más pequeños en contacto con la naturaleza. Resulta de fundamental importancia hacerlo lo antes posible, dado que, cuanto más pequeños son los niños, antes se fijarán las sensaciones positivas en su mente y a medida que van creciendo, ellos mismos buscarán la forma de ampliar sus conocimientos.
Un paseo diario por el parque, una salida al campo o una excursión de senderismo por un bosque o monte son actividades que deberían ser habituales en las familias. En todo momento, los mayores deben estar dispuestos a evacuar dudas, a buscar explicaciones y a comentar y compartir sus experiencias.
Photo: © laterjay / pixabay

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