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Disciplina para niños de tres años (I)

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Lucia

La disciplina en los niños de tres años es crucial para su desarrollo y para establecer las bases de su comportamiento futuro. A esta edad, los pequeños experimentan un importante desarrollo madurativo que requiere una guía firme pero comprensiva por parte de los adultos, como la que nos brinda El Mundo.

1. Apoyarse en las rutinas

Fijar rutinas diarias constituye una introducción natural a otros sistemas de reglas más complejos con los que deberán convivir en etapas posteriores. A estas edades, lo normal es que ya tengan interiorizados diferentes hábitos básicos como recibir su baño diario, lavarse los dientes, irse a dormir o relajarse durante el tiempo de lectura previo.

A medida que su desarrollo cognitivo lo permita, haríamos bien en introducir acciones más exigentes y supervisar a los niños hasta que se acostumbren a llevarlas a cabo. Con ello, además de aportar un orden a su existencia cotidiana, aprenden lo que esperamos de ellos, y evitamos en gran medida cualquier sorpresa no deseada que pueda derivar en un conflicto.

2. Tener en cuenta su madurez mental

Para establecer límites a los 3 años con éxito, resulta imprescindible tener en cuenta la madurez mental de cada niño. De poco valdrá plantearle desafíos muy exigentes si no es capaz de afrontarlos, del mismo modo que será inútil pretender que progrese mediante otros demasiado sencillos.

Por lo general, a esta edad nuestros hijos ya son capaces de comprender oraciones simples e instrucciones concisas, así como de expresarse con mayor claridad incluso evocando sucesos futuros. Su nivel de atención suele mantenerse en torno a cinco minutos y el aumento de su psicomotricidad les permite manipular objetos, vestirse total o parcialmente, empezar a hacer sus necesidades solos o acometer tareas de higiene como lavarse los dientes.

Aunque buena parte de los niños de 3 años puedan desenvolverse satisfactoriamente en los anteriores supuestos, es importante tener presente que no todos evolucionan de la misma manera ni lo hacen homogéneamente en todas las áreas. Algunos, de hecho, estarán preparados para afrontar situaciones exigentes como una reunión social con adultos, si bien sería demasiado ambicioso para una mayoría sujeta al egocentrismo tan propio de esta etapa temprana.

3. Abordar las acciones correctivas de inmediato Cuando consideremos que una conducta de nuestro hijo es inapropiada, debemos corregirla en ese preciso instante. Será completamente inútil llamarles la atención pasado un rato, cuando seguramente ni siquiera recuerden lo que hicieron. Interviniendo en el momento en el que se comportan mal, les resultará más sencillo identificar esa acción con algo no deseado por nuestra parte.

4. Enseñarles conductas alternativas

No obstante, es más relevante la manera de impartir disciplina que el mero hecho de hacerlo. Por eso no podemos limitarnos a desautorizar sus comportamientos sin más. Lo recomendable es ir un paso más allá, asegurándonos de aportarles alternativas válidas para que, en ocasiones sucesivas, puedan proceder correctamente.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Bing IC

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