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Según cómo trates a tus niños estás modelando su futuro

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Un estudio reciente publicado en la revista Personality and Individual Differences, dirigido por investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche, ha encontrado una relación entre los métodos de disciplina parental durante la infancia y el desarrollo de rasgos de personalidad asociados a la llamada "tétrada oscura" en la vida adulta.

Esta tétrada incluye cuatro características interrelacionadas: narcisismo, maquiavelismo, psicopatía y sadismo, todas vinculadas a comportamientos interpersonales negativos.

La investigación, realizada con 370 adultos de entre 18 y 80 años, se centró en analizar cómo las experiencias adversas en la niñez, especialmente aquellas relacionadas con la disciplina parental, influyen en la formación de estos rasgos. Los participantes, en su mayoría mujeres con estudios universitarios, completaron una encuesta en línea que evaluaba tanto sus rasgos de personalidad como las tácticas disciplinarias que experimentaron durante su infancia.

Para medir los rasgos de la tétrada oscura, se utilizó una versión abreviada de la escala de la Tríada Oscura, que incluía afirmaciones como “La gente me ve como un líder natural” (narcisismo), “La mayoría de las personas puede ser manipulada” (maquiavelismo) y “La gente suele decir que estoy fuera de control” (psicopatía). El sadismo se evaluó con preguntas como “Pienso en lastimar a las personas que me irritan”.

Además, se preguntó a los participantes sobre las prácticas disciplinarias de sus padres, que iban desde métodos no violentos hasta agresiones físicas graves.

David Pineda, profesor adjunto y director de la Unidad de Psicología Forense de la Universidad Miguel Hernández de Elche, explicó que el interés en este tema surge de la amplia literatura que relaciona la adversidad infantil con la conducta antisocial en la adultez. “Nuestro interés en este tema surge de la amplia literatura que relaciona la adversidad infantil con la conducta antisocial en la edad adulta”, afirmó Pineda.

Los resultados mostraron que las formas más severas de disciplina, como la agresión psicológica y física grave, estaban significativamente relacionadas con mayores puntuaciones en los rasgos de la tétrada oscura. En particular, la agresión psicológica se vinculó con la psicopatía y el sadismo, mientras que la violencia física grave estuvo asociada con el maquiavelismo, el narcisismo y, en menor medida, con la psicopatía. Aunque la disciplina no violenta o los castigos físicos leves no mostraron una relación tan fuerte con estos rasgos, las tácticas más extremas tuvieron un impacto notable en la personalidad adulta.

Pineda destacó la importancia de crear entornos de crianza no violentos.

“Nuestro estudio muestra que las experiencias de la infancia, incluida la exposición a una disciplina parental severa, pueden desempeñar un papel en la formación de rasgos oscuros de la personalidad. La agresión psicológica está particularmente vinculada a la psicopatía y al sadismo, mientras que la agresión física grave está asociada con el maquiavelismo, el narcisismo y la psicopatía. Estos hallazgos resaltan la importancia de fomentar entornos de crianza solidarios y no violentos, ya que las adversidades en la primera infancia pueden dejar huellas duraderas en el desarrollo de la personalidad y el comportamiento social”, señaló.

El estudio también reconoce ciertas limitaciones, como su naturaleza transversal, que impide establecer causalidades definitivas. Además, la muestra fue predominantemente femenina y con un nivel educativo alto, lo que podría afectar la generalización de los resultados. A pesar de ello, los investigadores subrayan la relevancia de sus conclusiones para promover intervenciones tempranas en familias con prácticas disciplinarias dañinas.

Pineda también destacó la necesidad de explorar cómo otros factores, como la predisposición genética o el apoyo social, pueden interactuar con las experiencias de disciplina para dar forma al desarrollo de la personalidad. “Futuras investigaciones podrían enfocarse en el papel de los factores protectores, como la resiliencia o las intervenciones terapéuticas, para mitigar los efectos de las adversidades infantiles”, concluyó.

Este estudio aporta evidencia sobre cómo las experiencias tempranas pueden influir en la personalidad adulta, subrayando la importancia de promover prácticas de crianza saludables y no violentas.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © montessorispace.com

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