Lo que tienen en común los padres de niños exitosos (I)
En El Periódico leemos que existen ciertos usos repetidos entre los padres de niños exitosos, de ahí que hayan elaborado 9 estrategias que puedes poner en práctica.
Todos los padres y madres queremos que nuestros hijos tengan éxito en la vida. Pero ¿qué significa que nuestro hijo sea exitoso? El éxito no es que nuestro hijo sea rico de mayor, ni que tenga un puesto de trabajo importante. Un niño exitoso es una persona feliz, completa en su vida, un niño cuyos padres le han educado para que sea él mismo quien dirija su camino en la vida.
Valorar el esfuerzo y no los logros
¡Qué bien hijo que has sacado un 10! ¡Qué listo eres, qué buenas notas sacas! Estas frases las solemos oír mucho cuando se acercan las notas, pero elogiar las notas, los logros o los resultados de nuestros hijos puede ser contraproducente. Las notas pueden variar dependiendo de las circunstancias que tenga nuestro hijo o hija en ese momento. El esfuerzo no es cuestión de un día, sino que es una cuestión de un trabajo continuo.
“No hace falta que digan a sus hijos: ¡qué bien, un 10! Ese es el resultado, no tiene mucho valor. El verdadero valor es aquello que me ayuda a conseguir ese resultado”, señala la psicóloga Patricia Ramírez.
"No es el resultado en sí. Si tu hijo viene de casa con un sobresaliente, no digas: qué bien que has sacado un 9 o un 10. No, hazle la siguiente pregunta: ¿recuerdas lo que hiciste para sacar el sobresaliente? Te dirá pues me esforcé, dejé la Tablet.. Y eso es lo que tenemos que reforzar, los valores. Porque no siempre los resultados van a depender de nosotros, pero sí los valores y las actitudes que utilizamos para conseguirlo”, añade Ramírez.
Apego seguro
Nuestros hijos necesitan desde que son pequeños que sus figuras referentes, sus figuras de apego, les cubran sus necesidades tanto fisiológicas como aquellas emocionales. El vínculo con nuestros hijos es esencial para que se sientan seguros. Para ello, como cuenta el psicóloga Rafa Guerrero, "debemos conocer y entender las necesidades que tienen en cada momento”, porque habrá en ocasiones que necesite protección y en otras, autonomía. El tipo de apego que tenga nuestro hijo con nosotros va a condicionar su desarrollo, su habilidad para autogestionar diferentes situaciones y su capacidad para relacionarse con otras personas. El único apego bueno es el apego seguro, aquel que busca dar respuesta y cubrir la necesidad que presentan nuestros hijos, es decir, cuando actuamos de forma responsiva con nuestros hijos.
Límites respetuosos
Debemos establecer límites claros y respetuosos desde la disciplina positiva. Jane Nelsen, la creadora de esta forma de educar, señala que debemos ser amables y firmes con estos límites. “Imaginemos que tu hijo te grita. Una forma amable y firme de abordar esta situación es marcharte de la habitación. No puedes obligar a nadie a tratarte con respeto, pero sí podemos tratarnos nosotros con respeto. Marcharnos es un modo de hacerlo. Cuando haya pasado un rato, y todos nos hayamos calmado, podemos decirle a nuestro hijo: Cielo, siento que te hayas enfadado, respeto tus sentimientos, pero no cómo los expresas. Siempre que me faltes al respeto, yo me iré durante un rato. Te quiero y quiero estar contigo, así que, cuando estés listo para tratarme con respeto, puedes decírmelo y estaré encantada de buscar otras formas de resolver tu enfado que sean respetuosas para los dos”, cuenta.
Ayudarles con la gestión emocional
Nuestros hijos experimentan emociones desde pequeños, pero en esas edades no saben controlarlas. Debemos enseñar a nuestros hijos a nombrar las emociones, dejarlas expresar para que poco a poco vayan conociéndolas y más adelante aprendan a gestionar. Una persona con una buena gestión emocional mejora el conocimiento de uno mismo y nos prepara mejor para afrontar las situaciones de la vida, tanto laborales como personales.
Photo: © Enrique Saldivar / Flickr
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