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Evita las comparaciones entre hermanos (y II)

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Lucia

Es importante evitar comparaciones entre hermanos porque puede generar una serie de problemas emocionales y psicológicos en ellos. Cuando los padres comparan a sus hijos entre sí, pueden generar sentimientos de envidia, competencia, resentimiento, baja autoestima e incluso depresión en el hermano que se percibe como menos favorecido o menos exitoso, dicen en Etapa Infantil.

Situación de celos

Al existir, claramente, una preferencia hacia uno de los dos hijos, es muy posible que se vivan situaciones extremas de celos. No es raro ver, en las familias en las que hay favoritismos, problemas con actitudes desafiantes, disociales, rabietas y berrinches, mentiras e, incluso, falta de empatía. Dadas estas situaciones, las peleas y las discusiones pueden llegar a ser constantes, creando familias desestructuradas y disfuncionales.

¿Cómo evitar los celos entre hermanos y las comparaciones?

Si nos damos cuenta de que, por error, hemos caído en esta situación de desigualdad entre hermanos, es necesario subsanarla rápidamente. Para ello, hay una serie de consejos que pueden resultar de lo más útiles:

Comunicación abierta y sincera

Lo primero es transmitir a los hermanos que el amor que sienten los padres hacia ellos es ilimitado y por igual. Pese a que seamos conscientes de nuestro error, debemos evitar hacer referencia a él directamente a no ser que la situación sea muy preocupante. En este caso, es importante pedir perdón al hermano que ha sido comparado sin que ello perjudique la relación con el otro. A partir de este momento, es vital hacer un esfuerzo para no volver a hacer comparaciones.

Alabar los logros de ambos por igual

En este punto, no hace falta decir que los padres deben estar al lado de ambos hermanos y pendientes de ellos por igual. Esto implica que ambos deben tener su atención y que los progresos de ambos deben ser recompensados. Aquí es fundamental hacerlo por igual, evitando comprar cosas más caras a uno que a otro, por ejemplo.

También es crucial saber identificar las fortalezas personales de cada uno de los hijos y hacerles conscientes de ellas. Debemos educar a los niños en la responsabilidad y el respeto hacia la diferencia y hacerles comprender que cada persona es única: ni mejor ni peor, porque alguien puede ser muy bueno en algo y malísimo en otra cosa, y viceversa.

Las comparaciones no son del agrado de nadie y, menos, de los niños. Con un poco de empatía, los padres podemos darnos cuenta de todo lo que sucede alrededor de nuestros hijos y detectar situaciones que puedan hacerlos vulnerables y merecedores de menos amor y atención. Detectada una situación similar, el primer paso es establecer una comunicación abierta y sincera, evitar volver a caer en el mismo patrón e identificar las fortalezas de cada uno de los niños. Debemos tratarlos por igual, entendiendo sus diferencias y alabando sus logros.

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