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De bicicletas a pantallas: cómo millennials y Generación Alfa viven su infancia dorada

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Hubo un tiempo en que los niños podían desaparecer durante horas, sin teléfonos móviles ni mensajes de texto, y regresar a casa justo antes de que anocheciera. En los años ochenta y noventa, esa rutina era parte de crecer. Aquella generación, los llamados millennials, vivió su infancia entre bicicletas, cintas de casete, videojuegos de 8 bits y tardes en el videoclub. Hoy, en los foros digitales donde muchos de ellos comparten recuerdos, se preguntan si fue aquella “la edad dorada de crecer”.

La pregunta, lanzada en un hilo de Reddit, abrió un torrente de nostalgia y comparaciones. Quienes participaron evocaban veranos interminables, amistades que se construían al aire libre y una autonomía difícil de imaginar en la infancia actual. “Recuerdo los veranos con quince años, yendo de casa en casa con mis amigos, caminando de ciudad en ciudad. Del cine al centro comercial, y otra vez al cine. Montando en bicicleta por todo Nueva Jersey”, escribió un usuario que firmaba como u/Omnicloud87.

Ese tipo de libertad, comenta un estudio publicado en 2025 por Kids Mental Health, no era solo un privilegio romántico: fomentaba habilidades cognitivas y sociales, ayudaba a los niños a resolver conflictos y a manejar emociones complejas. La independencia, más que un capricho, era un aprendizaje.

Para los niños de hoy —la llamada Generación Alfa, nacidos entre 2010 y 2024— la independencia tiene otra forma. No se mide en kilómetros recorridos en bicicleta, sino en acceso digital. Según un informe de 2025 publicado por Attest, los miembros de esta generación “emergen como un grupo excepcionalmente práctico y autónomo”. Tienen más poder adquisitivo que sus predecesores y un dominio natural de los dispositivos tecnológicos: móviles, consolas, ordenadores. Su libertad se da en línea, en entornos que no requieren salir de casa.

Los millennials fueron testigos de la llegada de la tecnología sin el vértigo del exceso de exposición. Grabar un CD para un amigo o probar un videojuego nuevo eran experiencias casi rituales. Sacarse una foto implicaba esperar una semana a que se revelara el carrete, y no existía la posibilidad de que esa imagen terminara en una red social. “Teníamos una cultura infantil realmente buena”, escribió u/Virtual_Library_3443 al recordar aquella etapa.

Esa tecnología incipiente sirvió de puente hacia el futuro. Los que crecieron con los primeros ordenadores y el nacimiento de Internet se adaptaron con facilidad a los entornos digitales que dominarían su adultez. Un estudio de 2021 indicaba que los millennials mostraban una alta familiaridad con plataformas como Instagram o Snapchat y con innovaciones como los tokens digitales.

Mientras tanto, la Generación Alfa utiliza la inteligencia artificial como herramienta educativa. Una investigación publicada en 2025 en ResearchGate mostró que los sistemas de IA ayudan a los niños a planificar su aprendizaje, adquirir habilidades y desarrollar conocimientos de forma autónoma. La interacción con la tecnología se ha convertido en el espacio donde esta nueva generación ensaya su propia forma de libertad.

Pero crecer en los ochenta y noventa también implicaba aprender a afrontar la incomodidad. No había mensajes instantáneos ni aplicaciones de citas: llamar por teléfono a alguien que gustaba podía significar hablar primero con sus padres. “El limitado acceso a Internet que tenía cuando era adolescente me ayudó a conectar con personas y descubrir cosas nuevas cuando más lo necesitaba”, recordaba la usuaria u/drjenavieve. Esa mezcla de timidez y valentía forjó una resistencia que hoy, paradójicamente, se refuerza a través de otras vías.

Un artículo de 2023 del Pew Research Center subrayaba que las habilidades de resiliencia son esenciales para el bienestar de los niños actuales. Aprender a relacionarse con otros —ya sea cara a cara, por teléfono o por videollamada— construye confianza y sentido de pertenencia.

Las interacciones sociales también definieron el espíritu de comunidad de los millennials. Ir un viernes por la noche a buscar la última cinta disponible en Blockbuster o comentar al día siguiente en el colegio el último episodio de una serie popular eran ritos compartidos. “Los programas infantiles eran más ambiciosos y memorables. Los juguetes creaban recuerdos duraderos. La música era más creativa y el pop más pegadizo”, escribió otro usuario, u/jgreg728.

Durante la pandemia, un estudio de 2021 recogido en la National Library of Medicine confirmó que ver y comentar contenidos audiovisuales de forma colectiva aumentaba la sensación de disfrute y mejoraba el ánimo, una prueba de cómo la conexión compartida sigue siendo una necesidad humana, aunque los medios cambien.

En el caso de la Generación Alfa, esa conexión ocurre en espacios virtuales. Un informe de 2024 publicado por la organización educativa ASCD describía cómo los niños y adolescentes participan activamente en comunidades en línea. En ellas, los códigos del videojuego, los memes y las tendencias impulsadas por la inteligencia artificial moldean un nuevo lenguaje emocional. Es un entorno que, según el estudio, fomenta la inteligencia emocional y la capacidad para tomar decisiones, aunque también redefine la manera en que los jóvenes entienden la amistad y la identidad.

Los millennials crecieron en una época donde lo analógico y lo digital aún se equilibraban; la Generación Alfa lo hace en una en la que el mundo físico y el virtual ya se confunden. Tal vez por eso, cuando dentro de unas décadas los jóvenes de hoy recuerden su infancia, hablarán también de una “edad dorada”. Será distinta, pero igualmente marcada por los descubrimientos, las primeras libertades y los cambios que transformaron su forma de estar en el mundo.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Tima Miroshnichenko

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