Control médico es clave para controlar la obesidad infantil
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Lucia
Las dificultades económicas familiares o la desatención de los padres dificultan un control médico de los niños con sobrepeso, y éste puede llevar a afecciones concurrentes como la diabetes y la enfermedad hepática, según un nuevo estudio de la Universidad de Yale, que además señada que en ocasiones se llevan a cabo pruebas potencialmente innecesarias que pueden ser perjudiciales para los pacientes. El estudio fue publicado en julio por JAMA Network Open, cuenta TN.
En 2007, la Academia Americana de Pediatría publicó un conjunto de recomendaciones sobre cómo evaluar la salud de los niños con obesidad. Esas pautas instan a los médicos a evaluar a estos chicos para detectar diabetes, enfermedad hepática y trastornos lipídicos cada dos años; no se recomiendan las pruebas de insulina de rutina y la detección de la disfunción tiroidea.
Para el nuevo estudio, los investigadores analizaron dos bases de datos de reclamos de seguros presentados entre 2018 y 2019, y encontraron que poco más de una cuarta parte de los niños recibió las pruebas recomendadas, mientras que una proporción similar recibió pruebas innecesarias.
“Esto nos indica que, si bien las recomendaciones de detección están disponibles, en realidad no se están implementando en la práctica”, dijo la doctora Mona Sharifi, profesora asociada de pediatría y salud pública y autora principal del estudio.
Su coautor Kao-Ping Chua, profesor asistente de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan, señala: “Este es un problema importante porque cerca de 1 de cada 5 niños estadounidenses tiene obesidad y la detección temprana de afecciones relacionadas con la obesidad puede marcar una gran diferencia para los niños durante el transcurso de sus vidas”.
Cuando el seguimiento de los niños es excesivo o inadecuado
Las pruebas excesivas también pueden someter a los pacientes a daños innecesarios, reconoce Sharifi. Estas pruebas pueden hacer que los pacientes y sus familias se preocupen por una afección que en realidad no tienen. Y los falsos positivos pueden llevar a visitas adicionales, pruebas y preocupaciones que no están justificadas.
“El otro inconveniente, el costo adicional, afecta el nivel de la población y el sistema de salud”, agregó.
Sharifi y sus colegas también encontraron que los pacientes que recibieron las pruebas recomendadas a menudo fueron sometidos a protocolos demasiado amplios que incluían múltiples pruebas innecesarias. Esto, dicen, también puede conducir a falsos positivos.
Ella y sus coautores ofrecen sugerencias para mitigar el problema: “Los redactores de directrices deben ser muy claros al ofrecer pautas específicas, procesables y directivas que puedan implementarse en la práctica rutinaria”, sugiere Sharifi. “Tampoco se pueden simplemente lanzar directrices al mundo. También es necesario complementarlos con otras herramientas y estrategias para apoyar la implementación”.
Sharifi es parte del subcomité de la Academia Americana de Pediatría que trabaja en la actualización de las pautas de la organización sobre la detección recomendada para niños diagnosticados con obesidad. Se espera que las recomendaciones revisadas se publiquen más adelante en 2022.
Photo: © Yale Medicine
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