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Cocinar con tus niños: Mucho más que preparar comida

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Lucia

En muchos hogares, la cocina es un lugar al que los niños no tienen acceso. Sin embargo, este espacio no solo sirve para preparar alimentos, sino también como un entorno donde los niños pueden adquirir habilidades en matemáticas, organización, paciencia y desarrollo del lenguaje.

Además, es un espacio que facilita el diálogo y la confidencia, dice La Vanguardia.

Según Patricia Pérez, guía Montessori y autora del libro "Cocinando en familia con Montessori" (Vergara), los niños pueden comenzar a ayudar en la cocina a partir de los treinta meses de edad. A partir de los cinco años, ya pueden preparar algunas recetas por sí solos. Pérez explica que la cocina ofrece numerosas enseñanzas tanto culinarias como para la vida en general.

La pedagogía Montessori utiliza la cocina y otras actividades cotidianas basándose en la "mente absorbente" del niño, que es su capacidad para aprender del entorno de manera natural. Pérez señala: "En este periodo de tiempo, los cambios que se producen en el niño se suceden muy deprisa. Es una etapa en la que aprender no supone para el pequeño ningún esfuerzo adicional". Los niños menores de seis años aprenden utilizando sus sentidos para explorar el entorno y convierten estas experiencias en aprendizajes significativos.

En las escuelas Montessori, los niños comienzan a realizar actividades de vida práctica a partir de los tres años. Estas actividades incluyen ponerse y quitarse los zapatos, limpiar sus zapatos, emparejar calcetines, tender, poner la mesa, abrir y cerrar candados y cerraduras, cuidar de las mascotas y limpiarse los dientes por sí mismos. "Estas tareas no solo ayudarán a desarrollar su mente absorbente, sino que otorgarán una autonomía a los niños que les ayudará a integrarse con mayor facilidad en el mundo real", indica Pérez.

Antes de que los niños comiencen a cocinar, es importante adaptar el entorno a sus necesidades. Esto puede incluir habilitar un armario bajo y cajones para ellos, facilitarles el uso de un taburete o torre de aprendizaje y utilizar utensilios adaptados al tamaño de sus manos.

Pérez recomienda: "Habilitar un armario bajo y cajones para ellos, facilitarles el uso de un taburete o torre de aprendizaje o utilizar utensilios adaptados al tamaño de sus manos, ayudará a disminuir la intervención del adulto en el proceso, permitiendo a los niños obtener resultados gratificantes en las actividades culinarias".

Además de la logística, la actitud de los adultos es crucial. Los padres deben armarse de paciencia y estar preparados para un entorno potencialmente desordenado. Pérez comenta: "Cocinar no es solo una de las actividades más completas y gratificantes que pueden realizar los niños en casa, sino también una de las más sucias. De manera que van a tener que invertir toda su paciencia y confianza en el proceso".

Pérez aconseja a los padres ser respetuosos con los obstáculos que puedan enfrentar los niños y no hacer las cosas por ellos. También sugiere elegir momentos en los que los adultos estén relajados. "La actitud es muy importante. No es lo mismo comenzar a cocinar cansado y con prisas que de una manera relajada. Somos el espejo en el que los niños se miran, por lo que nuestra actitud y disposición frente a una actividad, realidad o persona, va a ser determinante para ellos. Cocinar es una tarea para disfrutar juntos, en familia, no debe ser una imposición", añade.

La cocina puede enseñar a los niños diversas habilidades:

     Ciencia: Los niños pueden observar y experimentar las reacciones de los ingredientes. Pérez indica: "Además, les ayuda a aprender ciencia, al observar y experimentar las reacciones que tienen algunos ingredientes entre sí. Por ejemplo, cuando una masa fermenta con levadura, se hincha y eleva son también conceptos que se pueden observar cocinando".

     Matemáticas: Cocinar implica sumar, restar, pesar y medir ingredientes, y aprender proporciones y tiempos de cocción. Pérez

señala: "Cocinar aporta al niño numerosos aprendizajes como la interiorización de conceptos matemáticos al asociar número y cantidad de ingredientes necesarios para preparar una receta".

     Lazos familiares: La cocina puede ser un momento para la complicidad y el diálogo. Pérez comparte: "En mi casa, cocinar significa confidencias, dedicar a mis hijos un tiempo en el que conocernos mejor, estrechar lazos, hablar de lo que les preocupa, lo que les ha sucedido en el colegio o, simplemente, disfrutar de la compañía del otro".

     Normas de educación: La cocina y la mesa son lugares donde se pueden aprender buenos modales. Pérez revela: "Los límites relacionados con los buenos modales en la mesa los pueden aprender desde que los niños tienen unos dos años".

     Vocabulario: La cocina es un buen lugar para aprender nuevos términos. Según Pérez: "Hasta los seis años de edad, el niño se sitúa en un periodo sensible del lenguaje en el que puede adquirir con mayor facilidad vocabulario nuevo y todo tipo de expresiones".

     Autonomía: Las actividades culinarias mejoran la coordinación y la motricidad fina de los niños. Pérez concluye: "Conforme practique y domine estas actividades, el niño podrá hacerlas por sí mismo, sin ayuda de un adulto, y será más independiente".

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Bing IG

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