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Sumergirse en los bosques brinda salud a los niños

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Lucia

En una mañana soleada de primavera en San Diego, Ruth Nazarian, una experimentada profesora de primaria y guía certificada en terapia forestal, lideró a un grupo de niños de entre 7 y 8 años en una experiencia especial al aire libre. Los pequeños se adentraron en una arboleda cercana a su escuela para realizar una serie de ejercicios que les permitieron agudizar sus sentidos. Durante la actividad, Nazarian les pidió que cerraran los ojos y reflexionaran sobre su entorno:

“Presta atención a la piel de tu cara; ¿qué sientes? ¿Puedes encontrar un sonido lejano? ¿Puedes encontrar un sonido cercano? ¿Qué hueles? Abre suavemente los ojos; ¿qué colores ves?”, les dijo. Según Nazarian, "cuando realmente prestas atención a la naturaleza con los niños, muchas cosas ordinarias se convierten en mágicas".

Esta actividad es parte del shinrin-yoku, o baño de bosque, una práctica japonesa oficial desde los años 80 que se ha extendido a más de 60 senderos certificados en el mundo. No es una simple caminata ni un recorrido para identificar plantas o animales; se trata de una inmersión en la naturaleza que fomenta la conexión pausada y deliberada con el entorno.

El baño de bosque combina la atención plena y la interacción con la naturaleza. Las investigaciones han demostrado que esta práctica puede mejorar el sueño, reducir el estrés y fomentar el bienestar físico y mental, especialmente en niños. Al ser una actividad meditativa y sensorial, el baño de bosque comparte beneficios con la meditación tradicional, aunque tiene la ventaja de no requerir inmovilidad. Esto es especialmente útil para niños pequeños, según Nazarian:

“Las actividades de baño de bosque nos llevan al momento presente sin necesidad de estar quietos. Esto ayuda a los niños a ser más conscientes de su cuerpo y, con ello, a reconocer cómo reacciona a las emociones. Es una estrategia valiosa para tranquilizarse y controlar el estrés”.

Además, pasar tiempo en espacios verdes contribuye al desarrollo cognitivo, emocional y físico de los niños. Richard Louv, autor de “Last Child in the Woods: Saving Our Children from Nature-Deficit Disorder”,

afirma: “Las investigaciones sugieren con rotundidad que el tiempo en la naturaleza puede ayudar a los niños a adquirir confianza en sí mismos, enseñarles a calmarse, mejorar la concentración, disminuir los síntomas del déficit de atención, mejorar la creatividad y reducir el estrés”.

Cómo introducir el baño de bosque en la rutina diaria

Aunque la idea de un baño de bosque puede sonar compleja, es posible adaptarla para niños con actividades simples y breves. Helene Gibbons, guía de baños de bosque en Nueva York, sugiere pausas de 5 a 15 minutos que los profesores o padres pueden implementar fácilmente. “No siempre es realista dar un paseo de una hora con los niños”, explica, destacando la importancia de la flexibilidad y la autonomía en las actividades.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Bing IG

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