
Regresos a la escuela “especiales”
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El verano puede significar cosas muy distintas para distintos niños. Mientras muchos lo asocian con tiempo libre, descanso o vacaciones familiares, para otros representa una continuidad del calendario académico. Quienes han asistido a clases durante el receso estival —ya sea por dificultades escolares, necesidades especiales o programas de apoyo— pueden afrontar el inicio del nuevo curso con sentimientos de agotamiento o desmotivación. El papel de las familias se vuelve entonces esencial: no solo para recuperar el entusiasmo perdido, sino para reencauzar el aprendizaje como una experiencia positiva.
Vanessa Gordon, madre de dos hijos y especialista en estilo de vida en los Hamptons, ha vivido este proceso con su hija, diagnosticada con TDAH. Debido a que su plan educativo individualizado (IEP) no fue implementado hasta finales de abril, la asistencia a la escuela de verano se convirtió en una medida necesaria para evitar que repitiera curso. "Sentimos que era una oportunidad excelente para ayudarla a mantenerse enfocada y académicamente activa durante los meses de verano. Además, le da la posibilidad de desarrollar hábitos más sólidos para el éxito", explica Gordon.
Aunque al principio su hija se preguntaba por qué debía ir a la escuela en verano, con el tiempo ha aprendido a darle sentido a esa experiencia. "Hablamos de ello abiertamente, y ella ve los frutos de su esfuerzo en los boletines de notas y en los registros de lectura que llevamos. Eso le permite sentirse orgullosa de su trabajo y entender el valor de mantenerse comprometida con el aprendizaje", añade.
Gordon destaca que los horarios reducidos —de lunes a jueves, de 8:30 a 13:30— permiten equilibrar lo académico con el tiempo libre. En ese tiempo restante, la familia aprovecha para salir a la playa o realizar actividades al aire libre. Una vez concluidas las clases, mantienen una rutina que incluye revisar juntos los cuadernos de 5.º grado, practicar caligrafía y trabajar en proyectos artísticos en el parque o en casa.
También forman parte del hábito semanal las visitas a la biblioteca pública de East Hampton. “La biblioteca la ayuda a cambiar el chip mental y recordar que el aprendizaje también puede ocurrir en otros entornos estructurados”, afirma Gordon. Allí, su hija participa en noches juveniles, manualidades de sábado, clases de cocina y actividades grupales, que, según la madre, "la mantienen motivada y con ganas de empezar el curso".
Para mantener viva esa curiosidad, hacen pequeñas excursiones a granjas, criaderos de almejas o al centro histórico local. “Son lugares que le encantan y que le permiten reconectar con el placer de aprender. Esto también ayuda a que empiece el nuevo curso con una actitud positiva y sin sentirse abrumada”, concluye.
Nicole Pomije, fundadora de The Cookie Cups y madre de dos hijas, se encontró en una situación distinta pero con retos similares. Su hija, que terminó primer grado con puntuaciones de lectura por debajo del promedio en las pruebas "Fast Bridge" de Minnesota, fue seleccionada para asistir al programa "Summer Explorers", una iniciativa de seis semanas que incluyó a unos 325 alumnos del distrito.
Pomije cree que esta experiencia no solo mejorará los resultados académicos de su hija, sino también su autoestima. Después del programa, la familia se tomó una semana para asistir a un campamento de arte y realizar un viaje familiar, como forma de transición hacia el nuevo curso que en su estado comienza después del Día del Trabajo. Una de las formas que ha encontrado para ilusionar a su hija con la vuelta al colegio es la compra de útiles escolares: "Tiene siete años, así que para ella ir de compras es algo divertido. Me gusta dejar que elija desde los auriculares hasta las cajas de lápices. Si puede escoger lo que quiere, se entusiasma por usarlos y enseñarlos en clase", señala.
En otro contexto, pero con la misma intención de acompañar el proceso educativo desde una perspectiva inclusiva, Nieka Richard, subdirectora de un distrito escolar en California, habló sobre el programa "Extended School Year" (ESY). A diferencia de la escuela de verano obligatoria, ESY es una iniciativa orientada al apoyo y el enriquecimiento, dirigida a estudiantes con discapacidades cognitivas moderadas o severas, o a quienes han participado en intervenciones escolares a lo largo del año, muchas veces provenientes de hogares con menos recursos o con padres que trabajan largas jornadas.
“El ESY no busca castigar el bajo rendimiento, sino prevenir retrocesos académicos y promover el crecimiento continuo, especialmente en los estudiantes más vulnerables”, indica Richard. Según explica, el enfoque de su distrito no es la retención, sino la intervención. “Tratamos de garantizar que el aprendizaje no se detenga, incluso fuera del calendario tradicional”.
Richard también cree que los padres pueden jugar un papel clave para generar entusiasmo por el regreso a clases. Recomienda conversar con los hijos sobre lo nuevo que traerá el curso: profesores, amigos, rutinas. También sugiere organizar visitas anticipadas al centro escolar, asistir a jornadas de orientación o hablar de las materias favoritas para generar conexión emocional con el entorno educativo.
Desde su rol en la dirección escolar, trabaja con docentes y personal para crear ambientes acogedores y centrados en el alumno desde el primer día. “Ofrecemos opciones en las tareas, resaltamos fortalezas desde el comienzo y fomentamos vínculos antes de profundizar en el contenido académico. Lo más importante es recordar a los estudiantes que la escuela no es solo sobre calificaciones, sino sobre colaborar, aprender a gestionar emociones y crecer como personas. Cuando se sienten vistos y apoyados, vuelven a encontrar alegría en el aprendizaje, incluso tras un verano lleno de esfuerzo”.
Frente a la realidad de muchos niños que han pasado las vacaciones entre libros y rutinas, el regreso a las aulas no tiene por qué ser una cuesta arriba. Con acompañamiento, creatividad y una mirada abierta, la transición puede convertirse en una oportunidad para reforzar vínculos, renovar objetivos y volver a conectar con el deseo de aprender.
En otro contexto, pero con la misma intención de acompañar el proceso educativo desde una perspectiva inclusiva, Nieka Richard, subdirectora de un distrito escolar en California, habló sobre el programa "Extended School Year" (ESY). A diferencia de la escuela de verano obligatoria, ESY es una iniciativa orientada al apoyo y el enriquecimiento, dirigida a estudiantes con discapacidades cognitivas moderadas o severas, o a quienes han participado en intervenciones escolares a lo largo del año, muchas veces provenientes de hogares con menos recursos o con padres que trabajan largas jornadas.
“El ESY no busca castigar el bajo rendimiento, sino prevenir retrocesos académicos y promover el crecimiento continuo, especialmente en los estudiantes más vulnerables”, indica Richard. Según explica, el enfoque de su distrito no es la retención, sino la intervención. “Tratamos de garantizar que el aprendizaje no se detenga, incluso fuera del calendario tradicional”.
Richard también cree que los padres pueden jugar un papel clave para generar entusiasmo por el regreso a clases. Recomienda conversar con los hijos sobre lo nuevo que traerá el curso: profesores, amigos, rutinas. También sugiere organizar visitas anticipadas al centro escolar, asistir a jornadas de orientación o hablar de las materias favoritas para generar conexión emocional con el entorno educativo.
Desde su rol en la dirección escolar, trabaja con docentes y personal para crear ambientes acogedores y centrados en el alumno desde el primer día. “Ofrecemos opciones en las tareas, resaltamos fortalezas desde el comienzo y fomentamos vínculos antes de profundizar en el contenido académico. Lo más importante es recordar a los estudiantes que la escuela no es solo sobre calificaciones, sino sobre colaborar, aprender a gestionar emociones y crecer como personas. Cuando se sienten vistos y apoyados, vuelven a encontrar alegría en el aprendizaje, incluso tras un verano lleno de esfuerzo”.
Frente a la realidad de muchos niños que han pasado las vacaciones entre libros y rutinas, el regreso a las aulas no tiene por qué ser una cuesta arriba. Con acompañamiento, creatividad y una mirada abierta, la transición puede convertirse en una oportunidad para reforzar vínculos, renovar objetivos y volver a conectar con el deseo de aprender.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Silar-wikimedia
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