
Preparando Halloween con nuestros niños en edad preescolar
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La noche de Halloween se ha transformado, en muchos lugares, en un ritual de disfraces, luces naranjas y recorridos por el vecindario. Para los niños en edad preescolar, sin embargo, el significado no es tan claro: no siempre distinguen entre lo que es real y lo que pertenece al juego. Por eso, celebrar esta fecha con ellos exige creatividad, paciencia y atención a su seguridad. Más que hablar de sustos, se trata de ofrecerles una experiencia de descubrimiento y de juego compartido con la familia y los otros niños de la vecindad.
Disfraces que divierten y no asustan
Una de las primeras preguntas que se hacen los padres es: ¿de qué se disfrazará este año? Los disfraces para preescolares funcionan mejor cuando están inspirados en figuras que reconocen y con las que ya tienen afinidad. Personajes de cuentos, películas, animales, profesiones o incluso héroes de su vida cotidiana suelen ser más fáciles de aceptar que los monstruos clásicos. El maquillaje también puede ser una alternativa, siempre que sea suave y fácil de retirar, pues los niños pequeños tienden a frotarse la cara con frecuencia. A veces, un simple accesorio —una capa, un sombrero o unas alas hechas de cartón— resulta suficiente para que el niño se sienta parte de la fiesta sin complicaciones.
Manualidades para vivir la espera
La preparación de Halloween puede convertirse en una actividad tan valiosa como el propio 31 de octubre. A los niños pequeños les encanta participar en la decoración de la casa. Pintar calabazas con témperas en lugar de tallarlas evita riesgos con cuchillos, pero conserva la ilusión de tener calabazas sonrientes en la entrada. También pueden hacer guirnaldas con figuras recortadas de papel: murciélagos negros, fantasmas blancos o calabazas naranjas que se pegan con cinta adhesiva en las paredes. Con plastilina, es posible modelar pequeños monstruos amigables o arañas de muchas patas. El objetivo no es solo adornar, sino brindar un espacio para que practiquen la motricidad fina y se apropien de la celebración desde el juego.
La salida a pedir dulces
El tradicional "truco o trato" es la parte más esperada para muchos, pero con niños pequeños conviene ajustar las expectativas. No se trata de recorrer calles enteras durante horas, sino de planear un trayecto corto, en un entorno conocido y antes de que caiga completamente la noche. La compañía de un adulto es obligatoria, y puede ser útil sumar a otros padres y niños para caminar en grupo. Los disfraces conviene que no tengan capas demasiado largas ni máscaras que limiten la visión. Elementos reflectantes, linternas o pulseras luminosas ayudan a que sean visibles para los autos y también añaden un toque festivo.
El control de los dulces
Una vez en casa, aparece otro momento crucial: la revisión de las golosinas. No solo por cuestiones de higiene, sino también por el exceso de azúcar. Revisar envoltorios, desechar los que estén abiertos y apartar aquellos que contengan ingredientes problemáticos en caso de alergias es fundamental. A esta edad, los niños no suelen comprender la idea de moderación, así que anticiparles una regla clara puede evitar conflictos: comer solo algunos esa noche y guardar el resto para más adelante. Algunas familias implementan el "intercambio de dulces", ofreciendo a cambio un pequeño juguete o un libro. De esa manera, el foco se desplaza de la cantidad de caramelos al valor de la experiencia vivida.
Fiesta en casa como alternativa
No todas las familias se sienten cómodas saliendo a recorrer el vecindario. Una opción igualmente divertida es organizar en casa una "mini fiesta" con juegos adaptados: buscar tesoros escondidos con forma de calabaza, bailar canciones infantiles disfrazados o leer cuentos de brujas simpáticas y esqueletos bailarines. Se pueden preparar meriendas temáticas fáciles, como galletas decoradas con ojos de caramelo o mandarinas dibujadas como calabazas. De esta forma, el niño vive el espíritu de Halloween en un espacio seguro y controlado, rodeado de sus amigos más cercanos o de sus propios hermanos.
La importancia de adaptarse a cada niño
Es fundamental recordar que no todos los pequeños disfrutan del mismo modo. Algunos sienten fascinación por los disfraces, mientras que otros se incomodan con las máscaras o los ruidos fuertes. A los más sensibles, la experiencia se les puede ofrecer de manera gradual: primero ayudando con manualidades, luego con un disfraz sencillo y, si lo desean, dando un paseo corto sin necesidad de pedir dulces en cada puerta. Respetar sus tiempos garantiza que lo recuerden como algo divertido, y no como una obligación que les causó miedo.
Un recuerdo que se construye en familia
Halloween con niños en edad preescolar no se trata tanto de seguir tradiciones al pie de la letra, sino de reinterpretarlas para ellos. Con disfraces simples, decoraciones hechas a mano, caminatas cortas y precauciones con los dulces, es posible crear una noche segura y alegre.
Más allá de la estética de fantasmas y brujas, lo que queda en la memoria son las risas compartidas, la emoción de abrir la puerta disfrazado y la sensación de participar en un juego colectivo. Esa mezcla de fantasía y cuidado es la que convierte la celebración en un recuerdo entrañable de infancia.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Jarek Tuszyński
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