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Origen social influye en que tus niños lleguen a ser líderes en el futuro

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Un nuevo estudio liderado por la Universidad Concordia ha puesto en cifras una realidad que muchas veces se intuye: el origen socioeconómico marca con fuerza las trayectorias profesionales de los jóvenes y determina quiénes llegan antes a posiciones de liderazgo. El trabajo, publicado en el "Journal of Business and Psychology", se basó en la observación de miles de niños nacidos en la misma semana de 1970 y seguidos hasta mediados de los años noventa.

El hallazgo central es claro: los hijos de familias acomodadas son más propensos a ocupar puestos de supervisión o dirección en torno a los 25 años. En cambio, quienes crecieron en contextos de adversidad enfrentan barreras adicionales que limitan sus posibilidades, aun cuando el estudio no halló pruebas directas de que la falta de oportunidades económicas en la infancia determinara por sí sola la ausencia de liderazgo en la adultez.

Steve Granger, profesor asistente en el Departamento de Management de la John Molson School of Business y autor principal, lo resume con una distinción cualitativa: "Crecer en la adversidad socioeconómica es una experiencia muy distinta, en un sentido cualitativo, que crecer en lo opuesto". En sus palabras, "tener una posición acomodada significa contar con medios para participar en aficiones, viajar y asistir a una buena escuela. Estas oportunidades pueden ayudar a las personas a construir su capital social, es decir, los recursos y oportunidades que adquirimos a través de nuestras redes sociales. El entorno contrario resulta en una diferencia marcada en nuestra capacidad para desarrollar ese capital".

Ese "capital social" aparece en el centro de la investigación. Los datos de la British Cohort Study —que siguió a 6.800 niños desde el nacimiento hasta 1996— muestran cómo las ventajas acumuladas en la infancia se convierten en recursos profesionales más adelante. A los 16 años, los participantes fueron preguntados si habían obtenido empleos gracias a conexiones familiares o si habían perdido oportunidades por limitaciones financieras. Diez años más tarde, a los 26, se les preguntó si habían alcanzado un cargo de supervisión o gerencia.

El patrón observado fue nítido: los jóvenes de entornos acomodados sí se beneficiaban de oportunidades "nepotistas", que allanaban el camino hacia funciones de responsabilidad. Para los procedentes de contextos adversos, la realidad fue distinta. No solo carecían de esas conexiones, sino que además estaban más expuestos a factores de estrés crónico, mudanzas frecuentes, inseguridad laboral de los padres o dinámicas familiares disfuncionales, situaciones que, según Granger, "pueden privar a los niños de recursos esenciales como un entorno familiar estable y una crianza de calidad. Estas experiencias dificultan su desarrollo a lo largo de la infancia y la adolescencia, y pueden perpetuar sus desventajas en la adultez".

El estudio, realizado junto a Julian Barling de Queen’s University y Nick Turner de la Universidad de Calgary, pone de relieve que las experiencias no pueden entenderse como polos opuestos de un mismo espectro. Más bien, cada contexto genera dinámicas específicas que se acumulan a lo largo del tiempo y configuran realidades desiguales.

Si el nepotismo funciona como un trampolín para algunos, para otros el obstáculo no es únicamente la falta de recursos económicos, sino también la ausencia de un entorno estable que permita construir habilidades y redes de apoyo. La conclusión de los autores apunta en esa dirección: facilitar a los niños en desventaja recursos que fortalezcan sus competencias y sus contactos profesionales podría ayudar a equilibrar el acceso a roles de liderazgo. Al mismo tiempo, sugieren que las empresas reconsideren sus métodos de selección y promoción, para no limitarse a perpetuar las ventajas heredadas, sino abrir la puerta a quienes han debido sortear condiciones más difíciles.

En definitiva, lo que este seguimiento intergeneracional revela es que las oportunidades de convertirse en líder no dependen solo del esfuerzo individual, sino de un entramado de apoyos, contactos y experiencias acumuladas desde la infancia. Un recordatorio de que la meritocracia, entendida en su sentido más puro, rara vez opera en condiciones de igualdad.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Walton LaVonda-U.S.F.W.S.

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