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Niños que duermen lo recomendado tienen mejor memoria

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Un estudio reciente publicado en la revista Nutrients ha explorado cómo ciertos hábitos durante la primera infancia podrían relacionarse con el desarrollo de la memoria en etapas posteriores. La investigación, centrada en 164 parejas de madres e hijos del Centro Regional de Kioto del Japan Environment and Children’s Study, analizó específicamente cómo la duración del sueño nocturno y la frecuencia de consumo de yogurt al año de edad podían influir en la memoria de trabajo verbal cuando los niños alcanzaban los cuatro años.

Los resultados mostraron que los niños que habían tenido un sueño nocturno más prolongado a los doce meses de vida tendían a obtener mejores puntuaciones en las pruebas de memoria verbal a los cuatro años.

El estudio registró que los niños de un año dormían un promedio de 12.94 horas diarias, con una variación significativa entre los participantes. A medida que los niños crecían, el tiempo total de sueño disminuía gradualmente: a los año y medio el promedio era de 12.48 horas, y a los tres años bajaba a 11.43 horas. El sueño diurno también se reducía, pasando de 2.62 horas al año de edad a 1.54 horas a los tres años.

Paralelamente, la investigación reveló que el consumo de yogurt en la primera infancia también mostraba una correlación con el desarrollo de la memoria. En la cohorte estudiada, el 25% de los niños no consumía yogurt, mientras que el 28.7% lo hacía una o dos veces por semana.

Aproximadamente el 18% tenía un consumo moderado y el 16% lo consumía diariamente. Solo un 2% aproximadamente superaba la ingesta de una vez al día. El análisis estadístico mostró que una mayor frecuencia de consumo de yogurt al año de edad se asociaba positivamente con mejores resultados en las pruebas de memoria verbal a los cuatro años.

Los investigadores utilizaron el "digit span task" de la Escala de Desarrollo Psicológico de Kioto para medir la memoria de trabajo verbal en los niños de cuatro años. Las puntuaciones oscilaron entre 1 y 5, con un promedio de 3.40, lo que reflejaba una variabilidad moderada en la capacidad memorística entre los participantes.

El estudio también consideró variables socioeconómicas, encontrando que el ingreso anual del hogar mostraba una correlación significativa con la frecuencia de consumo de yogurt en niños de un año, pero no con otros factores analizados.

Aunque los resultados sugieren conexiones entre estos hábitos tempranos y el desarrollo cognitivo posterior, los investigadores señalan que los efectos observados fueron pequeños. La asociación entre el sueño nocturno y la memoria de trabajo resultó ser más débil que la observada con el consumo de yogurt. Además, no se encontraron asociaciones significativas entre la memoria de trabajo y el sueño diurno o la duración total del sueño en ninguna de las edades estudiadas.

Los autores del estudio concluyen que estos hallazgos deben validarse en el futuro con cohortes más grandes y diversas, y reconocen que aunque las asociaciones son estadísticamente significativas, representan solo uno de los múltiples factores que influyen en el complejo proceso del desarrollo cognitivo infantil.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Needpix.com

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