
Niños con TEA y su dieta
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La relación entre la dieta y los síntomas del trastorno del espectro autista (TEA) sigue siendo un tema de debate entre expertos. En algunos casos, se sugiere que ciertos ajustes alimentarios podrían influir en el bienestar de los niños, aunque las evidencias varían. Dulce Maríñez, pediatra y nutrióloga clínica, explica que muchos menores con TEA presentan intolerancias y alergias vinculadas a alteraciones gastrointestinales y un sistema inmunológico debilitado.
"Su flora intestinal está desequilibrada, lo que genera inflamación en áreas cerebrales asociadas al lenguaje y la socialización", señala Maríñez. Esta condición, conocida como disbiosis, podría agravarse por la presencia de metales pesados, pesticidas o aditivos en los alimentos. La especialista recomienda dietas libres de gluten, soja, colorantes y azúcares refinados, sustituyéndolos por endulzantes como xilitol o estevia, y bebidas vegetales.
Según Maríñez, los problemas digestivos en niños autistas —como gastritis, reflujo o estreñimiento— derivan en una mala absorción de nutrientes. "Los alimentos mal digeridos atraviesan el intestino permeable, entran al torrente sanguíneo y afectan órganos como el cerebro, donde provocan respuestas inflamatorias", detalla. Esta dinámica, afirma, podría explicar comportamientos como la lentitud al comer, los vómitos o la aversión a ciertas texturas.
Aunque no hay estadísticas locales precisas, la profesional menciona que en Estados Unidos 1 de cada 59 niños es diagnosticado con TEA. Desde 2003, investigaciones genéticas han identificado al menos 8 genes vinculados al autismo, los cuales interactúan con factores ambientales, incluyendo la dieta.
Enfoque biomédico y desafíos prácticos
Maríñez defiende un tratamiento "biomédico" que combina suplementación nutricional, detoxificación de metales y reparación intestinal. "No es una cura, pero mejora su respuesta inmunológica y neurológica", aclara. Sin embargo, advierte que la implementación requiere superar obstáculos como la resistencia a cambios alimenticios o dificultades de masticación, aunque estos últimos son menos frecuentes.
Los padres enfrentan el reto de adaptar la canasta familiar a estas pautas, priorizando alimentos sin procesar. "La clave está en eliminar ingredientes indigeribles para ellos, sin caer en restricciones extremas", insiste la pediatra.
Un campo en investigación
Mientras algunos estudios respaldan la conexión entre salud intestinal y autismo, otros expertos piden cautela. La comunidad científica coincide en que cada caso es único y que las intervenciones deben personalizarse. Maríñez concluye: "No se trata de imponer una dieta universal, sino de observar cómo reacciona cada niño y ajustar desde ahí".
El camino sigue abierto: sin respuestas definitivas, la prioridad sigue siendo garantizar una nutrición equilibrada que respete las necesidades individuales de cada menor.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Z101 Digital
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