Noticias

Mindfulness en la escuela

publisher

mcora

En los pasillos de las escuelas, cuando suena el timbre del recreo, comienza una carrera contra el tiempo. Los niños cambian de clase, sacan libros, meriendan apresurados y se preparan para la siguiente asignatura. En este entorno de constante movimiento, una práctica está ganando espacio: el mindfulness, que propone exactamente lo contrario: parar y respirar.

No se trata de meditación en el sentido tradicional, sino de ejercicios para concentrarse en el momento presente. Si están en el gimnasio, que se den cuenta de que están en el gimnasio. Que noten qué músculos mueven, qué sonidos escuchan, cómo se siente su cuerpo al realizar cada acción. La propuesta es simple pero radical en un contexto educativo que a menudo privilegia la acumulación de contenidos sobre la conciencia del proceso.

Los beneficios observados van más allá de la relajación momentánea. Estudiantes que practican estas técnicas muestran mayor capacidad de concentración, lo que les permite trabajar con más calma y menos impulsividad. En lugar de querer terminar rápido sus tareas, aprenden a ir más despacio, prestando atención a lo que hacen en cada momento.

Esta aproximación diferente al tiempo se extiende también al manejo de la frustración. Los niños desarrollan herramientas para reconocer sus sentimientos y sensaciones físicas cuando algo no sale como esperaban, y desde ese reconocimiento, buscan soluciones más efectivas que el enfado o la rendición.

En épocas de exámenes o transiciones entre ciclos educativos, estas prácticas resultan particularmente relevantes. Mantener la calma ante situaciones de estrés no significa no sentir presión, sino aprender a manejarla sin que paralice o afecte el rendimiento.

El impacto se observa también en las relaciones con los demás. La práctica regular parece mejorar la paciencia y potenciar la empatía, creando dinámicas de grupo más armónicas en las aulas. Los niños reflexionan más antes de actuar, evitando respuestas automáticas que pueden herir a compañeros.

A nivel cognitivo, los beneficios incluyen mejoras en la capacidad de organizar información, planificar tareas y recordar detalles. En el ámbito deportivo, ayuda a manejar tanto victorias como derrotas, a mantener la concentración durante la competición y a gestionar la presión del marcador o el dolor de una lesión.

Quizás el efecto más significativo sea sobre la autoestima. Al aprender a observarse sin juzgarse, los niños desarrollan una relación más compasiva consigo mismos, lo que contribuye a prevenir problemas de depresión y ansiedad. La práctica no elimina los desafíos del curso escolar, pero podría cambiar cómo los estudiantes se relacionan con ellos.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © https://wsdpc.org/

Comentarios

Leave a Reply

NOTICIAS DESTACADAS