
Los efectos de los cambios de domicilio en los menores en situación de acogida
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Cuando un niño es retirado del cuidado de sus padres, la prioridad inmediata es asegurar su bienestar físico y emocional. Sin embargo, lo que sucede después —especialmente el número de veces que ese niño cambia de hogar durante su recorrido por el sistema de acogida— puede tener consecuencias profundas y duraderas en su desarrollo. Así lo subraya un reciente seminario organizado por el Departamento de Comunidades y Justicia de Australia, centrado en la estabilidad de los menores que viven en régimen de acogida (OOHC, por sus siglas en inglés).
La sesión, parte del ciclo "Lunch and Learn" promovido por FACSIAR, reunió a varios expertos en bienestar infantil y acogida, entre ellos la investigadora principal del organismo, la doctora Nafisa Asif, y el doctor Fred Wulczyn, director del Center for State-Child Welfare Data en Estados Unidos. Ambos presentaron resultados del estudio longitudinal Pathways of Care (POCLS), que ha seguido a lo largo del tiempo el recorrido de numerosos niños en el sistema de acogida, analizando de qué modo la estabilidad o inestabilidad de sus ubicaciones influye en su desarrollo emocional, social y educativo.
El diagnóstico, aunque respaldado por datos empíricos, confirma algo que trabajadores sociales y cuidadores conocen por experiencia: los menores que pasan por múltiples cambios de hogar durante su estancia en el sistema tienden a presentar más problemas conductuales, dificultades académicas, falta de vínculos afectivos seguros y retos en su salud mental y física. La inestabilidad de las ubicaciones también puede dificultar el establecimiento de relaciones de confianza con adultos responsables, lo que complica aún más su proceso de adaptación.
Pero, como señaló la doctora Asif, “el número de cambios de ubicación no es el único elemento que define la estabilidad, aunque sí es uno muy relevante para los profesionales encargados de tomar decisiones concretas sobre las intervenciones necesarias”.
La intervención del doctor Wulczyn se centró en la relación directa entre estabilidad y bienestar a largo plazo. Según sus conclusiones, los niños que permanecen durante más tiempo en una misma ubicación tienden a tener mejores resultados no solo mientras están en el sistema, sino también después de salir de él. Esto implica que la estabilidad no es solo una cuestión de comodidad o conveniencia, sino una variable crítica que puede marcar la diferencia en la trayectoria vital de un menor.
Además de los análisis de datos, el seminario incluyó la participación del equipo del Proyecto de Estabilidad en las Ubicaciones del Departamento de Comunidades y Justicia. Este grupo expuso diversas prácticas y estrategias orientadas a evitar los cambios negativos de hogar, fomentar relaciones más duraderas entre cuidadores y menores y, sobre todo, aumentar el grado de satisfacción y apoyo que reciben los cuidadores. Estos factores, según apuntaron, son determinantes para reducir la rotación en los hogares de acogida y evitar que los niños se conviertan en víctimas de un sistema que debería protegerlos.
La jornada fue moderada por Jessica Stewart, directora ejecutiva de FACSIAR, quien destacó que “entender cómo y por qué se producen los cambios de ubicación en el sistema OOHC es fundamental para poder transformarlo en un entorno más estable y seguro para los menores”.
Aunque la sesión fue transmitida en directo, está previsto que en los próximos días se publique una grabación con subtítulos para facilitar el acceso a quienes no pudieron conectarse en el momento. El objetivo: que esta información y estas prácticas puedan extenderse más allá de los asistentes iniciales, y lleguen a quienes tienen en sus manos la responsabilidad de garantizar que cada niño en el sistema de acogida tenga la oportunidad de crecer en un entorno estable.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © brookings.edu
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