
Lecciones de juego para abuelos “perezosos”
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Con la llegada del verano, muchas familias se enfrentan a una realidad conocida: los niños salen del colegio, pero los adultos siguen trabajando. En ese contexto, los abuelos vuelven a ocupar un papel esencial en el cuidado de los más pequeños, una solución que combina apoyo familiar y ahorro económico, pero que también plantea interrogantes, especialmente en una época marcada por la tecnología.
Pasar el verano con los nietos puede ser una experiencia enriquecedora para ambas partes, pero también un reto. En un entorno donde las pantallas están omnipresentes, muchos abuelos se preguntan cómo equilibrar el tiempo de ocio digital con actividades más tradicionales que promuevan el juego activo, la conexión emocional y el disfrute del entorno natural.
Desde la perspectiva de los especialistas, la clave no está en sofisticadas actividades ni en mantener a los niños ocupados todo el tiempo, sino en algo más sencillo: compartir momentos significativos. La psicóloga clínica Robyn Koslowitz, autora del libro Post-Traumatic Parenting, lo explica así en Hello!: “Si te sientes inseguro sobre cómo jugar, no estás solo. Muchos adultos me dicen que se sienten torpes o poco preparados para jugar. La buena noticia es que la imaginación de tu nieto hará la mayor parte del trabajo”.
Según Koslowitz, juegos aparentemente simples, como una fiesta de té imaginaria con un niño de cuatro años, pueden convertirse en momentos valiosos de conexión: “Normalmente consiste en que te sientes quieto, te den magdalenas imaginarias y te digan exactamente cómo debes comértelas”. Además, propone estrategias prácticas para no sentirse atrapado: “Si te preocupa quedar atrapado jugando durante horas, pon un temporizador”.
Para ella, la importancia no reside en distraer, sino en estar presente. “Porque al final, el objetivo no es mantener a los niños distraídos, sino ayudarles a sentirse conectados. Y eso empieza simplemente estando ahí, incluso si lo único que haces es fingir que bebes té invisible”.
Esa idea es compartida por la psicóloga Ellie Hambly, quien sostiene que “los niños no necesitan entretenimiento constante. Lo que realmente necesitan es conexión”. Según Hambly, no es necesario que el tiempo sin pantallas sea perfecto para que sea valioso: “Unos pocos momentos intencionados y presentes cada día pueden ser más significativos que horas de estimulación”.
Para muchos abuelos, actividades como leer, contar historias, hacer un puzzle o cocinar algo juntos pueden resultar naturales. La terapeuta Jennifer Kalman recuerda que “estas actividades pueden ser instintivas para un abuelo que no creció con dispositivos, pero para sus nietos y sus padres, puede representar una transición si están acostumbrados al ‘niñero digital’”.
Uno de los recursos clásicos que se menciona es el uso de juegos de mesa. Estos, más allá de ser una distracción, pueden convertirse en una vía para reforzar los lazos familiares. Koslowitz sugiere incluso adaptar las reglas a la dinámica familiar: “Puedes crear tus propias reglas familiares. Solo tienes que escribirlas y llamarlas ‘Las Reglas de Nuestra Familia’". Pone un ejemplo concreto: “En el juego Sorry, todos deben salir de la zona de inicio solo con una carta 1 o 2. Pero si estás jugando con un niño de cinco años al que le cuesta empezar, puedes acordar que los menores de seis años puedan salir con el número de su edad".
Hambly añade que los juegos pueden adaptarse a diferentes niveles de complejidad y ser útiles para establecer una rutina compartida: “Dependiendo de su edad, los niños también pueden disfrutar de juegos más complejos y les encantará aprender algo nuevo de ti. Estos momentos relajados y compartidos suelen generar las mejores conversaciones y recuerdos duraderos".
No obstante, el desgaste físico que implica cuidar a niños pequeños también es una preocupación legítima. Kailan Carr, ex profesora y autora de libros infantiles, insiste en que es importante no exigirse más de lo necesario: “Deben elegir actividades que puedan supervisar dentro de sus capacidades y recordar que no tienen que tirarse al suelo para jugar. Esa es tarea del niño, y muchos beneficios surgen cuando los adultos toman un rol más observador".
Entre las actividades más accesibles se encuentra la lectura. Para Koslowitz, es una opción subestimada pero poderosa: “Puedes leerle a tu nieto, turnarse para leer o dejar que actúen sus escenas favoritas. Algunos abuelos también disfrutan contando historias de su propia infancia. Estas historias les dan a los niños un sentido de identidad y pertenencia que ninguna aplicación puede replicar".
Un punto clave para que la convivencia durante el verano fluya es establecer límites claros. Aunque se intente reducir el uso de pantallas, los abuelos deben tener en cuenta que las normas pueden variar respecto a lo que sucede en casa de los padres. Por eso, Hambly recomienda establecer acuerdos explícitos: “Es importante ser claro sobre tus propios límites. Ya sea con el uso de pantallas, las expectativas de orden o la conducta, es fundamental asegurarse de que tú y los padres estén alineados. La coherencia entre cuidadores ayuda a los niños a sentirse seguros y reduce la confusión o los conflictos".
La experiencia de cuidar nietos durante el verano es, en muchos sentidos, un regreso al pasado para los abuelos y una oportunidad de aprendizaje para los niños. No se trata de remplazar a los padres ni de competir con las tablets. Se trata, según los psicólogos, de estar ahí, sin pretensiones, con disposición a compartir tiempo y presencia. De mostrar que, a veces, una historia bien contada o un tablero de Scrabble puede dejar una huella más profunda que cualquier pantalla táctil.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Mikhail Nilov
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