Las claves del desarrollo infantil, según Harvard
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Desde el vientre materno hasta cumplir los tres años, los cuerpos y cerebros de los niños pequeños muestran una capacidad extraordinaria para adaptarse a su entorno. Durante este periodo formativo, los sistemas cerebrales, inmunológicos y metabólicos se configuran en respuesta a las experiencias que reciben, estableciendo cimientos biológicos que perdurarán durante toda la vida. Según explican investigadores del Centro sobre el Desarrollo Infantil de Harvard, la solidez de estos cimientos depende crucialmente de si los niños reciben herramientas esenciales como interacciones responsivas con sus cuidadores, alimentación nutritiva y lugares seguros para jugar.
Jack Shonkoff, director del Centro y profesor de Salud y Desarrollo Infantil en Harvard, explica la importancia crítica de esta etapa: "Nunca es demasiado tarde para mejorar las cosas, pero a la larga, siempre estás en mejor situación al tener las mejores experiencias que promueven la salud lo más temprano posible". Shonkoff, quien fundó el Centro en 2006, ha visto cómo el campo científico ha evolucionado desde un enfoque inicial en el cerebro hacia una comprensión más integral que abarca todo el organismo.
La investigación ha demostrado que cuando los niños encuentran estrés prolongado, negligencia o violencia durante estos años formativos, es más probable que desarrollen vulnerabilidad ante estresores posteriores y exposiciones dañinas a lo largo de sus vidas, aumentando su riesgo de resultados deficientes en aprendizaje y salud. Este entendimiento ha identificado implicaciones políticas que atraviesan amplios sectores sociales, desde la salud ambiental hasta la planificación urbana, haciendo más urgente la aplicación práctica de estos conocimientos.
Shonkoff remonta los orígenes del campo moderno del desarrollo infantil temprano a la década de 1960, cuando programas como Head Start intentaron nivelar el terreno de juego para niños nacidos en pobreza. Sin embargo, señala que si esos programas abordaban la salud, se limitaban a aspectos básicos como acceso a atención médica, vacunación y hitos de crecimiento.
Su trayectoria personal ilustra la evolución de este campo. Shonkoff eligió pediatría durante su formación médica en los años setenta porque estaba "obsesionado con las desigualdades y la injusticia". Al trabajar en un centro de salud comunitario, comprendió que las amenazas para la salud infantil iban más allá de lo médico y excedían la capacidad de cualquier médico para tratarlas.
Un momento crucial llegó cuando presidía la Junta de Niños, Jóvenes y Familias de la Academia Nacional de Ciencias, frustrado por la naturaleza fragmentada de los servicios infantiles. "Fue como si se encendiera una bombilla en mi cabeza: todos descansaban sobre la misma ciencia subyacente", recuerda. Esto llevó al informe histórico "From Neurons to Neighborhoods: The Science of Early Childhood Development" en el año 2000, que demostró que "el campo de la primera infancia no se trata simplemente de hacer el bien; está fundamentado en una ciencia rigurosa".
El trabajo del Centro ha evolucionado desde lo que ahora denominan ECD 1.0, que incluía conceptos como "interacción de servicio y retorno" para describir el cuidado mutuamente responsivo que forma conexiones neurales saludables, y "estrés tóxico" para explicar cómo condiciones crónicas de negligencia o abuso pueden llevar a alteraciones en múltiples sistemas en desarrollo.
Recientemente, los avances científicos han profundizado la comprensión de las formas altamente interrelacionadas en que las experiencias personales y las influencias ambientales más amplias se incorporan biológicamente. Esta visión expandida, presentada en un informe del Centro el año pasado como ECD 2.0, se desarrolla en un documento de trabajo publicado en marzo titulado "El lugar importa: el ambiente que creamos da forma a los cimientos del desarrollo saludable".
Lindsey Burghardt, directora científica del Centro y coautora del nuevo informe, explica que una parte importante de su trabajo implica "conectar los puntos entre las exposiciones dañinas y los malos resultados para los niños de una manera que sea útil para los formuladores de políticas". Burghardt, pediatra que divide su tiempo entre su práctica privada y el Centro, encontró su camino hacia este trabajo después de que mentores en la Escuela de Salud Pública de Harvard la alentaran a pensar en problemas sistémicos de salud infantil.
Recientemente formó un nuevo grupo de trabajo llamado Consejo Científico sobre Equidad en el Ambiente de la Primera Infancia, que reúne a investigadores con diversas especialidades para abordar problemas planteados en el informe "El lugar importa". Su agenda incluye destilar el informe en una lista breve de prioridades políticas y perfeccionar su mensaje para formuladores de políticas y el público.
El Centro también busca generar impacto mediante su colaboración con la Fundación Real del Reino Unido. El Centro para la Primera Infancia de la fundación fue lanzado por Catalina, Princesa de Gales, en 2021, con el Centro de Harvard proporcionando apoyo científico. Durante una visita de la princesa al Centro en diciembre de 2022, Burghardt y otros miembros del personal quedaron impresionados por su profunda comprensión de la ciencia del desarrollo infantil temprano.
Shonkoff visualiza un futuro donde "la alineación de la ciencia con la experiencia vivida debería impulsar nuevas ideas. La política de la primera infancia no puede verse solo como política educativa o política de salud únicamente. También debe ser parte de la política ambiental, la política de viviendaáreas donde los formuladores de políticas no habrían pensado previamente en incorporar una lente de primera infancia".
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Harvard T.H. Chan School of Public Health
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