Las artes marciales y los niños: Beneficios de su práctica (I)
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Lucia
Las artes marciales son una práctica milenaria que ha captado el interés de personas de todas las edades por sus múltiples beneficios físicos y mentales. En el caso de los niños, estas disciplinas no solo les proporcionan una forma divertida de mantenerse activos, sino que también les enseñan valores fundamentales como el respeto, la disciplina y el autocontrol. Sin embargo, una pregunta común entre los padres es:
¿cuándo es el momento adecuado para que los niños comiencen a formarse en artes marciales?
¿A qué edad es recomendable que los niños empiecen?
La mayoría de los expertos coincide en que los niños pueden comenzar a practicar artes marciales entre los 4 y 6 años, una etapa en la que han desarrollado suficiente coordinación motora y capacidad de atención como para seguir instrucciones básicas. Sin embargo, la edad ideal puede variar dependiendo del tipo de arte marcial y del desarrollo individual de cada niño.
Algunas disciplinas, como el karate o el taekwondo, suelen ofrecer clases adaptadas a los más pequeños, donde las técnicas y movimientos se enseñan de forma lúdica y no competitiva. En estas primeras etapas, el enfoque suele estar más en mejorar la psicomotricidad y en fomentar la confianza que en aprender técnicas de combate avanzadas.
Por otro lado, deportes de contacto más intensos como el judo o el jiu-jitsu brasileño también pueden ser adecuados para niños de corta edad, ya que se centran en derribos y técnicas de suelo, minimizando el riesgo de lesiones por golpes. La clave es buscar una escuela o academia que ofrezca un programa específico para niños, donde los instructores estén capacitados para enseñar de manera segura y efectiva.
Beneficios físicos de las artes marciales en niños
El entrenamiento en artes marciales tiene un impacto positivo en el desarrollo físico de los niños, ayudándoles a mejorar su fuerza, flexibilidad y coordinación. Durante las clases, los niños trabajan con movimientos que requieren equilibrio, agilidad y precisión, lo que favorece un mejor desarrollo motor.
Además, esta actividad física regular ayuda a mejorar la salud cardiovascular, reducir el riesgo de obesidad infantil y fortalecer los músculos y huesos en crecimiento. Los ejercicios repetitivos, como las patadas o los giros, también contribuyen a aumentar la resistencia física y la elasticidad, fomentando un estilo de vida activo desde una edad temprana.
Beneficios mentales y emocionales
Más allá de los beneficios físicos, las artes marciales ofrecen una formación integral en la que los niños también aprenden habilidades mentales y emocionales clave. En las clases se hace mucho hincapié en la disciplina, ya que los pequeños deben seguir normas y pautas específicas, lo que fomenta el respeto hacia el instructor y sus compañeros.
Uno de los aspectos más valiosos de las artes marciales es que ayudan a los niños a desarrollar confianza en sí mismos. A medida que van dominando nuevas técnicas y avanzan en los niveles, su autoestima crece.
Este sentido de logro y superación personal puede trasladarse a otras áreas de su vida, como la escuela o las relaciones sociales.
El autocontrol es otra habilidad crucial que los niños aprenden a través de estas disciplinas. Las artes marciales enseñan que la fuerza no debe usarse de forma imprudente, y que la calma y la paciencia son herramientas igual de poderosas. Esto puede ser especialmente útil en situaciones de conflicto, ya que los niños aprenden a gestionar mejor sus emociones y a reaccionar de manera no violenta.
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