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La mayoría de niños que sufren de bullying no buscan ayuda en sus maestros

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El silencio de los pasillos escolares esconde una realidad que pocos adultos logran percibir. Según un estudio reciente realizado por Nico den Breejen, de la plataforma educativa Wij-leren, y Nathalie Hoekstra, de la Universidad Radboud, siete de cada diez niños que sufren acoso escolar no se lo comunican a sus profesores. Tres de cada diez no lo cuentan a nadie, ni siquiera en sus hogares.

La investigación revela que los niños evitan buscar intervención adulta por múltiples razones entrelazadas. Inseguridades que les hacen preguntarse "quizás sea yo el raro", dudas sobre las posibles consecuencias, el miedo a que los acosadores se enteren de la denuncia y, sobre todo, una escasa confianza en que vaya a hacerse algo al respecto.

Las consecuencias de este silencio prolongado van más allá de los efectos inmediatos. "Lo que también observamos es que los estudiantes que han sido acosados producen hormonas de estrés adicionales, que pueden permanecer elevadas hasta bien entrada la edad adulta", explicó Den Breejen. Los datos del estudio indican que estos estudiantes tienen entre dos y tres veces más probabilidades de sufrir depresión y once veces más de sentirse solos, además de los conocidos problemas de autoimagen negativa, trastornos del sueño y bajo rendimiento académico.

Los investigadores reconocen la dificultad que enfrentan los docentes para detectar todo lo que ocurre en el aula. Den Breejen señaló que muchas escuelas mantienen una visión demasiado unidimensional del bullying: "Muchos profesores hacen todo lo posible. Pero todavía se piensa demasiado en términos de 'acosador' y 'víctima'. En la realidad, los roles están menos definidos. Un estudiante que sufre acoso puede convertirse a su vez en acosador".

El estudio enfatiza que el acoso es siempre un proceso grupal. "Se vuelve más probable cuando es visto como 'normal' o incluso 'cool' en un aula. Ese clima grupal crea el caldo de cultivo para el acoso", afirmó el investigador. Según sus conclusiones, una de las herramientas más poderosas que tiene un educador es construir "una dinámica positiva a lo largo de todo el año escolar", creando la sensación de que la clase es un equipo en el que todos se apoyan.

"Con los adolescentes siempre es más complicado. Pero si se enfatiza en la escuela primaria, al menos queda una buena base", comentó Den Breejen sobre la necesidad de intervenir tempranamente en la formación del clima escolar. El estudio no solo describe el problema, sino que señala la necesidad de un cambio de perspectiva que involucre a toda la comunidad educativa.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Judy Baxter

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