La competencia lectora infantil sigue bajando
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El panorama de la competencia lectora en Estados Unidos muestra un cambio preocupante en los últimos años. Según los datos de la Evaluación Nacional del Progreso Educativo, un programa del Departamento de Educación, los puntajes promedio de lectura de los estudiantes de duodécimo grado en 2024 fueron 3 puntos más bajos que los registrados en 2019. El informe también indica que un número creciente de jóvenes no alcanza siquiera los niveles básicos de lectura necesarios para realizar su trabajo escolar con éxito, dice The Conversation.
Este declive ha generado un debate sobre sus causas. Algunos expertos señalan el exceso de tiempo que los niños pasan frente a pantallas, mientras que otros argumentan que en la educación primaria no se enseña suficiente fonética o que el cierre de escuelas durante la pandemia de COVID-19 ha tenido efectos persistentes.
Desde el ámbito académico, surge otra explicación: la mayoría de las escuelas estadounidenses utilizan un método de enseñanza de la lectura que, según investigaciones recientes, limita las oportunidades de aprendizaje de los estudiantes. Este enfoque, que data de la década de 1940, fue propuesto por el teórico educativo Emmett Betts. Su premisa era que los libros utilizados para enseñar a leer no debían ser ni demasiado fáciles ni demasiado difíciles, sino tener un nivel "adecuado" para cada niño.
La teoría, respaldada por investigaciones de la época, establecía criterios específicos: los niños debían trabajar con libros que ya pudieran leer con un 95% de precisión en palabras y entre un 75% y 89% de comprensión. Casi un siglo después, la mayoría de las escuelas en el país continúan aplicando este método.
Para implementarlo, las instituciones suelen evaluar a los niños varias veces al año para determinar qué libros pueden leer. Los docentes y bibliotecarios organizan los textos en contenedores codificados por colores según su dificultad, una práctica que busca evitar que un niño se enfrente a un libro considerado demasiado complejo. Luego, los maestros dividen la clase en grupos de lectura basados en los niveles asignados.
Según se ha documentado, la mayoría de los profesores de primaria y secundaria básica, así como más del 40% de los profesores de inglés de secundaria, afirman que intentan enseñar al nivel de lectura de sus alumnos. Si bien esto puede sonar lógico, significa que los estudiantes suelen trabajar con libros que ya pueden leer con soltura, por lo que podrían tener poco que aprender de ellos.
Nuevas investigaciones cuestionan estas prácticas pedagógicas tan extendidas. Un libro publicado en julio de 2025, "Leveled Reading, Leveled Lives", sostiene que los estudiantes aprenden más cuando se les enseña con textos más difíciles. En otras palabras, este popular enfoque estaría frenando el progreso de los niños en lugar de ayudarlos a tener éxito.
Muchos estudiantes leen en niveles que coinciden con su grado escolar.
Sin embargo, a los niños que no pueden leer esos textos de nivel de grado con una comprensión alta se les asignan libros por debajo de su grado, con la esperanza de que esto les ayude a avanzar. Frecuentemente, los padres desconocen que sus hijos están leyendo por debajo del nivel que les corresponde.
Esta situación podría explicar por qué, aunque más de un tercio de los estudiantes de primaria en Estados Unidos leen por debajo del nivel de su grado, el 90% de los padres creen que sus hijos están en o por encima de ese nivel.
Los fundamentos de los niveles de lectura se remontan a la década de 1840, cuando las escuelas estadounidenses se dividieron por grados según la edad de los niños. Las editoriales de libros de texto organizaron sus materiales de lectura de la misma manera, creando un libro para primer grado, otro para segundo grado, y así sucesivamente. Estos niveles eran, en cierto modo, arbitrarios y podían variar entre una empresa y otra.
Esto cambió en 2010 con los estándares estatales Common Core, una iniciativa educativa multinacional que estableció metas de aprendizaje en lectura y matemáticas para más de 40 estados. En ese momento, muchos estudiantes terminaban la escuela secundaria sin la capacidad de leer los tipos de textos utilizados en la universidad, el lugar de trabajo o el ejército. Por ello, Common Core estableció rangos de niveles de texto para cada grado para garantizar que, al graduarse, los estudiantes pudieran manejar sin dificultad la lectura que encontrarían en sus vidas posteriores. Aunque muchos estados han reemplazado o revisado esos estándares en los últimos quince años, la mayoría mantiene esos niveles de texto como un objetivo de aprendizaje clave.
La teoría del nivel instructivo puede interferir con el logro de esas metas. Si los estudiantes no pueden leer razonablemente bien los textos de su nivel de grado, se les proporcionan libros más fáciles en lugar de ajustar la instrucción para ayudarlos a ponerse al día. Esto plantea una pregunta crucial: si los niños en cuarto grado pasan su tiempo leyendo libros de segundo grado, ¿alguna vez alcanzarán el nivel que les corresponde?
La investigación sobre la efectividad de enseñar con libros fáciles de seguir fue escasa durante más de cuarenta años, a pesar de la creciente adopción del método en las escuelas. Sin embargo, finalmente han comenzado a acumularse estudios que examinan su efectividad, o más bien, su inefectividad. Estas investigaciones muestran que enseñar a los estudiantes en sus niveles de lectura, en lugar de en sus niveles de grado, no ofrece beneficios o puede ralentizar el aprendizaje.
Desde el año 2000, el gobierno federal ha gastado decenas de miles de millones de dólares intentando aumentar las tasas de alfabetización de los niños, a lo que se suman los considerables gastos estatales. A pesar de estos esfuerzos, no se han registrado mejoras en el rendimiento de lectura para los estudiantes de secundaria básica o superior desde 1970.
La evidencia emergente sugiere que no habrá avances considerables en la lectura hasta que los niños sean enseñados con textos lo suficientemente desafiantes y sustanciales.
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Olga Zharikova






























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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