
¿Has conseguido que tus niños usen menos las pantallas este verano?
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Las alertas son claras y contundentes: la Academia Americana de Pediatría recomienda cero pantallas para menores de 18 meses, máximo una hora diaria para preescolares, y nada de redes sociales antes de los 13 años. Sin embargo, cuando el termómetro supera los 30°C y los niños llevan semanas de vacaciones, estos parámetros chocan con una realidad incómoda para muchos padres. "Nos hace sentir culpables, pero no sabemos qué más hacer", confiesa Laura Mendez desde Phoenix, madre de dos niños, mientras ajusta su horario de teletrabajo.
La brecha entre el deber ser y el hacer
Los estudios cuantifican esta contradicción:
Niños menores de 2 años consumen 55 minutos diarios de contenido digital (Common Sense Media)
Entre 8 y 18 años dedican 6 horas diarias a internet (Gallup/Aura)
Adolescentes invierten 4.8 horas en TikTok y Snapchat
El Dr. Michael Rich, director del Laboratorio de Bienestar Digital del Hospital Infantil de Boston, contextualiza: "Los dispositivos son herramientas poderosas. La pregunta clave es: ¿se usan para que los niños sean más sanos, inteligentes o amables?". Sus palabras resuenan en hogares donde las pantallas funcionan como niñeras temporales mientras los adultos cocinan, trabajan o simplemente respiran.
El verano como campo de batalla
"Las luchas por el tiempo de pantalla se intensifican en verano", reconoce el Dr. Rich. La ausencia de rutinas escolares, combinada con horarios laborales que no cesan, crea un caldo de cultivo para la sobrexposición digital. Un padre de Texas lo ejemplifica: "En julio, mis hijos ven tres veces lo permitido. Sé que debería limitarlo, pero entre el trabajo y el calor..."
La solución, según expertos, requiere replantear el enfoque: "Menos como una pelea por el teléfono y más como una oportunidad para actividades estivales únicas", propone Rich. Recuerda que cuando los jóvenes desconectan, "experimentan alivio. Se sienten más en paz".
Estrategias en tierra de nadie
Frente a recomendaciones que muchos consideran inalcanzables, emergen prácticas intermedias:
1) Zonas libres de dispositivos
El comedor y los dormitorios se convierten en santuarios offline, replicando la prohibición natural de "no tomar tequila a los diez años".
"No es negociable. Como la ley", ironiza una madre de Florida mientras guarda los móviles antes de cenar.
2) Jerarquizar contenidos
"No toda pantalla es igual", subraya Jolly en su columna. Treinta minutos de programación educativa en PBS Kids difieren radicalmente del scroll automático en YouTube. Plataformas como TeachTap ("el TikTok del estudio") ofrecen alternativas de valor.
3) Recuperar el juego no estructurado
"El juego libre es el trabajo de la infancia", enfatiza Rich. Rememora su propia niñez en Alaska: "Un tronco era un barco pirata". Este verano, padres como Carlos en Nuevo México implementan "tardes de exploración" donde los niños inventan juegos con elementos naturales sin directrices adultas.
4) Presencia sobre prohibición
"Si miras tu smartphone, tu hijo no recibe la atención que desea", advierte el especialista. Revela que cuando pregunta a sus pacientes jóvenes qué mejorarían de sus padres, "casi siempre responden: 'Que me presten más atención'".
El peso de la culpa
La columnista Jennifer Jolly, ganadora de un Emmy, retrata la paradoja: mientras escuelas prohíben teléfonos y el Cirujano General pide etiquetas de advertencia en redes sociales (similares a las del tabaco), millones de familias navegan un verano sin manual de instrucciones.
"Criar en la era digital es como rendir un examen sin respuestas correctas", escribe.
Al cerrar este reportaje, una imagen persiste: niños que susurran "juega conmigo" mientras los adultos revisan notificaciones. Quizás la solución no esté en demonizar las pantallas, sino en recordar que, como apunta una educadora de Colorado, "ningún algoritmo sustituye una mirada cómplice durante un atardecer de verano".
© SomosTV LLC-NC / Photo: © Kampus Production
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