
¿Es educativo el entretenimiento digital infantil “educativo”?
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Los niños pequeños de hoy tienen acceso a una cantidad sin precedentes de contenidos digitales que afirman tener beneficios educativos. Desde aplicaciones móviles y tabletas hasta asistentes virtuales con inteligencia artificial, las oportunidades de interacción con medios tecnológicos parecen ilimitadas. Sin embargo, la eficacia real de estos recursos en el aprendizaje infantil dista de ser uniforme.
Un estudio reciente publicado en el Journal of Children and Media (Vol. 15, No. 4, 2021), que analizó 124 aplicaciones populares promocionadas como “educativas”, reveló que la mayoría de ellas obtenía puntuaciones bajas en áreas clave para el aprendizaje efectivo. Los investigadores observaron que los contenidos que logran un impacto positivo suelen ser aquellos que facilitan la interacción significativa con personajes, se conectan con experiencias cotidianas y evitan distracciones como efectos visuales excesivos o publicidad.
Pese a estas limitaciones, algunos psicólogos consideran que el interés por contenidos digitales educativos representa una oportunidad para mejorar el desarrollo infantil a gran escala. Kathy Hirsh-Pasek, profesora de psicología en la Universidad de Temple y miembro del Brookings Institution, sostiene que “si utilizamos la ciencia psicológica como base para crear productos mediáticos que aprovechen la forma en que el cerebro humano aprende, podemos desarrollar mejores productos y los niños obtendrán más beneficios”.
Este tipo de planteamientos adquiere una nueva urgencia en el contexto de las secuelas educativas que dejó la pandemia de COVID-19. Un estudio con 672 niños nacidos entre 2020 y 2021 reveló que quienes crecieron durante los confinamientos presentaban un rendimiento verbal, motor y cognitivo general significativamente más bajo en comparación con los niños nacidos antes de la pandemia. Los efectos fueron más graves en las familias de nivel socioeconómico bajo. Además, imágenes cerebrales mostraron una reducción en la materia blanca cerebral en estos niños, según datos publicados en Biological Psychiatry (Vol. 91, No. 9, 2022).
Otras investigaciones, como las aparecidas en JAMA Pediatrics (Vol. 178, No. 2, 2024), también señalan un retraso notable en el desarrollo socioemocional.
En este escenario, algunas iniciativas mediáticas buscan llenar parcialmente el vacío educativo. Kim Foulds, vicepresidenta de investigación de contenido en Sesame Workshop, la organización detrás de Sesame Street, señala que “la televisión educativa de calidad no sustituye al preescolar, pero puede mitigar las pérdidas de aprendizaje en momentos de interrupción”. La organización lleva décadas integrando hallazgos de la ciencia del aprendizaje en la producción de contenidos infantiles.
Los programas, aplicaciones y juegos interactivos bien diseñados pueden enseñar habilidades de alfabetización y numeración, además de fomentar la resolución de problemas y el desarrollo emocional. Estudios recientes muestran que los niños aprenden mejor cuando los medios incluyen personajes con los que pueden interactuar y conversar. En este sentido, las herramientas potenciadas por inteligencia artificial podrían desempeñar un rol relevante.
Sandra Calvert, profesora emérita de psicología en la Universidad de Georgetown y directora del Children’s Digital Media Center, considera que “claramente, no queremos que nuestros hijos reemplacen sus amistades reales por vínculos con la IA, pero el uso de personajes interactivos puede ser una herramienta adicional para el aprendizaje”.
Dentro de Sesame Workshop, el proceso de creación de contenido también refleja las inquietudes de educadores y especialistas en desarrollo infantil. Según Rosemarie Truglio, vicepresidenta senior de currículo y contenido en la organización, los expertos reportaron una pérdida de curiosidad e iniciativa en los niños pequeños, quienes estarían enfrentando una presión académica temprana. “Eso fue triste de escuchar”, dijo Truglio. “Los niños tienen más miedo de experimentar y hacer preguntas por temor a equivocarse”.
Los niños pequeños de hoy tienen acceso a una cantidad sin precedentes de contenidos digitales que afirman tener beneficios educativos. Desde aplicaciones móviles y tabletas hasta asistentes virtuales con inteligencia artificial, las oportunidades de interacción con medios tecnológicos parecen ilimitadas. Sin embargo, la eficacia real de estos recursos en el aprendizaje infantil dista de ser uniforme.
Frente a este panorama, el equipo de Sesame Street decidió enfocar su última temporada en fomentar la curiosidad y el pensamiento crítico mediante lo que denominaron “resolución lúdica de problemas”. En lugar de centrarse solo en contenidos tradicionales como letras y números, diseñaron episodios que enseñan procesos cognitivos. Los personajes repetían la frase “¿Qué decimos cuando tenemos un problema que resolver? Me pregunto, ¿y si…?, probemos” junto a gestos que acompañan la acción.
En un episodio, por ejemplo, Elmo y Rosita construyen rampas para carreras de pelotas. La de Elmo resulta más rápida, lo que lleva a Rosita a preguntarse por qué la suya es más lenta. A partir de ahí, ambos experimentan con distintas variables para mejorar la rampa de Rosita.
Una investigación publicada en Journal of Children and Media (Vol. 18, No. 3, 2024) evaluó el impacto de esta narrativa en 116 niños en edad preescolar. Quienes vieron los episodios centrados en la resolución lúdica de problemas mostraron mejoras en la variedad y eficiencia de las estrategias empleadas para resolver desafíos. Estos avances superaron a los del grupo de control, que vio episodios anteriores enfocados en habilidades socioemocionales.
“Estos son los cimientos para formar pensadores críticos, creativos y comprometidos a lo largo de la vida”, afirmó Kim Foulds. “La evidencia muestra que los niños que practican la resolución creativa de problemas tienden a obtener mejores resultados académicos y a desarrollar un comportamiento prosocial más sólido con el tiempo”.
El panorama de los medios digitales infantiles, entonces, es ambiguo. Si bien abundan las ofertas que prometen fomentar el aprendizaje, muchas fallan en aspectos fundamentales. No obstante, también surgen experiencias que, basadas en la evidencia científica, logran traducir los principios del desarrollo cognitivo y emocional en narrativas accesibles y eficaces. En medio de las brechas educativas exacerbadas por la pandemia, esta combinación de creatividad y ciencia puede representar un recurso valioso, aunque no sustituto, dentro del ecosistema educativo de la infancia.
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