
El riesgo de sobrecargar a los niños con actividades extraescolares
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Bajo el título "Sobrecargarles con más...", el psicólogo infantil Javier de Haro se ha sumado en Catalunya Diari al debate que se repite cada septiembre en numerosos hogares: la elección de las actividades extraescolares. A través de un video en sus redes sociales, el especialista ha desarrollado una reflexión específica sobre el papel que estas actividades deberían ocupar en la infancia, alejándose de decisiones automáticas o influenciadas por lo que hacen otros.
De Haro advirtió sobre el riesgo de sobrecargar a los niños con tareas adicionales. "Darles más deberes o más clases puede ser demasiado, especialmente cuando son pequeños", señaló el psicólogo, recordando que la infancia no puede convertirse en una sucesión de actividades sin descanso ni tiempo libre. Según su experiencia, muchos padres confunden estimulación con sobrecarga, sin percibir la presión emocional que esto puede generar.
Insistió en que las actividades extraescolares no deberían crear más estrés del que resuelven. Si una familia no tiene margen para añadir más rutinas o el niño llega muy cansado al final del día, forzar una actividad no resulta adecuado. "Las actividades extraescolares, a no ser que las pidan porque algo les motive, no deben suponer una sobrecarga", afirmó.
El psicólogo destacó también la importancia de que los niños dispongan de tiempo no estructurado. Explicó que jugar sin normas, aburrirse o permanecer tranquilos en casa resulta igual de valioso para su desarrollo. Esas experiencias no dirigidas, según su punto de vista, ayudan a crear un equilibrio emocional más saludable.
En cuanto a la elección de las actividades, De Haro argumentó que no se debe apuntar a un niño a una actividad simplemente porque "le toca" o porque los demás lo hacen. Subrayó que la decisión debe partir de los intereses del niño o, en caso necesario, de una necesidad concreta. Aconsejó a las familias observar, preguntar y ofrecer opciones que se ajusten genuinamente a su personalidad.
Aclaró que no existe una edad establecida para comenzar, aunque recomendó esperar hasta los 6 o 7 años. Si antes de esa edad el niño muestra interés, las familias pueden probar, pero sin imponer exigencias. Lo esencial, recalcó, es no imponer una rutina rígida a un niño que aún está desarrollando su manera de estar en el mundo.
Otra de sus recomendaciones fue procurar cambiar de entorno cuando sea posible. Realizar actividades fuera del colegio permite al niño conocer otros grupos, relacionarse de forma diferente y ampliar sus experiencias. Esto, indicó, también fortalece su desarrollo social y emocional.
Respecto a la frecuencia, el psicólogo se mostró claro: dos o tres tardes a la semana son suficientes. Enfatizó que no se trata de llenar el horario, sino de ofrecer experiencias que sumen en lugar de restar. Si el niño pide más, las familias pueden valorarlo; si pide menos, también debe respetarse.
Uno de los momentos clave de su intervención llegó al responder a la pregunta típica: "¿Y si no quieren ir?". Su respuesta fue firme: no hay que obligarles, pero sí involucrarles en la decisión. Elegir juntos y luego pedirles que se comprometan con lo acordado permite que el niño se sienta partícipe y, por tanto, más motivado.
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