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El lugar de residencia influye en índice de diabetes infantil

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Durante décadas, la diabetes tipo 2 fue considerada una condición exclusiva de la edad adulta. Los niños aparecían fuera de ese panorama médico. Sin embargo, esta realidad ha cambiado con notable rapidez. En la actualidad, entre los jóvenes diagnosticados con diabetes, aproximadamente uno de cada cuatro hasta casi la mitad presenta el tipo 2 en lugar del tipo 1. Esta cifra representa un aumento significativo desde mediados de la década de 1990, cuando solo uno o dos de cada cien casos correspondían a esta variante.

La edad promedio del diagnóstico se sitúa ahora alrededor de los trece años, una tendencia que se alinea estrechamente con el aumento de las tasas de obesidad infantil. Pero la ecuación parece ser más compleja que la simple relación entre peso, genética y alimentación. Una nueva investigación de la Facultad de Medicina Charles E. Schmidt de la Universidad Atlántica de Florida sugiere la influencia de un factor adicional en el riesgo de diabetes: el lugar donde vive un niño.

El equipo de investigación se centró en un grupo de edad poco explorado en estudios anteriores: niños menores de cinco años. Utilizaron datos de encuestas nacionales de salud entre 2016 y 2020, analizando información sobre más de 174,000 niños, incluidos aproximadamente 50,000 menores de seis años. Su enfoque trascendió los factores tradicionales como alimentación y ejercicio para examinar aspectos que van desde la seguridad del vecindario hasta la frecuencia con que las familias necesitaban ayuda para comprar alimentos.

Algunos hallazgos resultaron particularmente reveladores. Por ejemplo, vivir cerca de una biblioteca se asoció con mayores tasas de diabetes tipo 2 en niños, tanto en 2016 como en 2020. La doctora Lea Sacca, autora principal del estudio, explicó esta aparente paradoja: "La investigación ha demostrado que los entornos vecinales -como la presencia de aceras, parques u otros espacios verdes- pueden influir directamente en la capacidad de un niño para realizar actividad física y, a su vez, afectar su riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2". La asociación probablemente se debe a que las bibliotecas suelen ubicarse en barrios urbanos con menos parques o áreas verdes.

Entre 2016 y 2020, los investigadores observaron que más cuidadores reportaban problemas de basura, vandalismo y signos generales de deterioro vecinal. Estas problemáticas aparecían no solo en barrios con niños mayores, sino también en áreas donde residen toddlers y preescolares. Algunas conexiones emergieron en años específicos: en 2016, las familias que reportaban fuerte apoyo vecinal mostraron un vínculo con el riesgo de diabetes, mientras que en 2019 fue la caminabilidad -la facilidad para caminar por el vecindario- lo que destacó.

La investigación también examinó el papel de los programas de asistencia alimentaria. Durante 2019-2020, aumentó el número de familias inscritas en programas como SNAP (cupones de alimentos), programas de comidas escolares y ayuda en efectivo. Sin embargo, la doctora Sacca matizó estos datos: "Si bien este hallazgo podría sugerir un mejor acceso a los alimentos, investigaciones anteriores muestran que depender de la asistencia alimentaria no siempre equivale a una mejor nutrición".

Añadió que "los niños en hogares con inseguridad alimentaria tienden a tener un control más pobre del azúcar en sangre y mayores tasas de hospitalización. Algunas investigaciones incluso sugieren que los participantes en programas como SNAP pueden tener una calidad dietética peor que los no participantes de hogares con ingresos similares".

El peso infantil sigue siendo un factor de riesgo principal. Los niños con sobrepeso tienen cuatro veces más probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 a los 25 años en comparación con los niños con peso saludable. Un objetivo crucial para la prevención son las bebidas azucaradas: casi el 70% de los niños de dos a cinco años consume bebidas endulzadas con azúcar todos los días. Aunque medidas como la prohibición de máquinas de soda en las escuelas han ayudado, el consumo general sigue siendo elevado.

"El aumento de la diabetes tipo 2 de inicio temprano es una preocupación creciente de salud pública", afirmó la doctora Sacca. "Abordarla requiere una estrategia integral que incluya mejorar el acceso a alimentos nutritivos, crear entornos vecinales más saludables e invertir en políticas que promuevan el bienestar a largo plazo desde el inicio mismo de la vida".

Algunos programas escolares han demostrado que cambiar la dieta de los niños y aumentar la actividad física es posible con las herramientas y el apoyo adecuados. Pero para que estos cambios se mantengan, las soluciones deben comenzar temprano y extenderse más allá del aula, integrando la compleja red de factores que incluyen no solo lo que los niños comen, sino también dónde viven y cómo se configura su entorno inmediato.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Florida Atlantic University

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