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El debate sobre la edad de ingreso al kínder divide a padres y escuelas

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Jennifer Lilintahl sabía que su hija de 5 años no estaba lista para aprender a leer junto a otros niños de su edad. Aunque la pequeña cumplía con los requisitos de edad para ingresar al kínder en la escuela primaria, su madre optó por inscribirla por tercer año consecutivo en un preescolar con enfoque lúdico.

Cuando en enero solicitó el ingreso a kínder para el ciclo 2025-2026, la respuesta de la escuela fue contundente: su hija, que cumplirá 6 años en septiembre, deberá matricularse directamente en primer grado. "Esto no solo la prepara para el fracaso en primer grado, sino para toda su educación", afirma Lilintahl, quien junto a otros padres ha presentado reclamos ante el distrito escolar.

Las Escuelas Públicas de D.C. anunciaron que aplicarán con mayor rigor una norma existente que prohíbe retrasar el inicio del kínder. Evan Lambert, portavoz del distrito, explicó que los niños deben ser asignados a grados según su edad para garantizar equidad. Solo en casos excepcionales, tras evaluaciones formales, se consideraría un cambio.

Esta postura choca con la práctica conocida como "redshirting", donde padres posponen un año el ingreso al kínder. Según datos de EdChoice, 1 de cada 10 padres retrasó el kínder durante 2021-2022, principalmente por considerar que sus hijos no estaban emocional o académicamente preparados.

Argumentos a favor y en contra

Defensores como Ariel Taylor Smith del National Parents Union argumentan que los padres deben decidir el momento adecuado: "Algunos niños necesitan ese año adicional". Advierten que familias con recursos podrían optar por escuelas privadas si se les niega esta opción.

Por otro lado, expertos como Deborah Stipek de Stanford señalan que el redshirting profundiza desigualdades: "Familias con más recursos pueden costear cuidado infantil adicional, mientras otras no tienen esa opción". Investigaciones muestran que aunque los niños redshirted inicialmente tienen ventajas académicas, estas suelen diluirse en grados superiores.

Christopher Brown, especialista en educación infantil de la Universidad de Texas, explica que el kíder ha evolucionado de un enfoque lúdico a uno más académico, aumentando la presión sobre los pequeños. "Las escuelas están preocupadas por los resultados de las pruebas", señala.

Mientras el distrito insiste en aplicar la norma ("No debemos tener políticas que den ventaja a algunos niños sobre otros", declaró la alcaldesa Muriel Bowser), padres como Lilintahl se preparan para continuar su batalla. Tras una prueba de lectura que su hija no superó, la madre afirma: "No sabe leer. Primer grado no es una opción".

El conflicto refleja tensiones más amplias sobre quién debe decidir en la educación infantil, en un contexto donde la matrícula pública sigue disminuyendo y las alternativas privadas ganan terreno.

© SomosTV LLC-NC / Photo: © Bright Start Early Care & Preschool

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